Pandemia: no te salva el mercado, te salvan los sindicatos

En el marco de esta crisis sanitaria, los sindicatos están demostrando que, como instituciones, no solo están al servicio de sus afiliadxs, sino a la asistencia de la sociedad en su conjunto. Tali Goldman recorre algunas de las medidas que pusieron en marcha.

“Nos salvamos en sociedad”; “Lo colectivo es lo que salva”; “De esto salimos en comunidad”. Estas son algunas de las frases que se repiten como mantras y que se escuchan, por estos días, como las únicas certezas en este plot twist de la vida en el que abundan las dudas. Y si entonces es cierto que el único remedio es el de la conciencia colectiva, aislarse para cuidarse unx y a lxs demás –así lo dicen las autoridades sanitarias, científicas y políticas–, hay mucho que aprender de quienes vienen llevando esta práctica, incluso, mucho antes de que la palabra coronavirus se haya vuelto un loop sonoro.

En ese mismo sentido y en este contexto de pandemia y crisis sanitaria, son también los sindicatos los que están demostrando que, como instituciones, no solo están al servicio de sus afiliadxs, sino a la asistencia de la sociedad en su conjunto.

Antes de la decisión del Poder Ejecutivo de dictaminar el aislamiento social, preventivo y obligatorio, las centrales obreras pusieron a disposición sus hoteles para los eventuales aislamientos necesarios en el caso de que la pandemia llegara a los picos de expansión. El periodista Jorge Duarte, uno de los especialistas en materia sindical, escribió un artículo en su portal infogremiales.com.ar en el que cuenta:  “En estado asambleario, la CGT puso primera para ser un actor importante en la pelea contra la pandemia de Coronavirus que tiene a la Argentina prácticamente paralizada. Los hoteles, las obras sociales, más fondos para insumos y hasta la idea de realizar un aporte extraordinario para un hospital, son algunas de las alternativas que se barajan en las charlas informales. Ya en la jornada de ayer, a través de una circular con la firma Héctor Daer y Carlos Acuña, la principal central obrera del país le pidió a los secretarios generales de los gremios confederados un relevamiento de su capacidad hotelera a nivel nacional para ponerla a disposición del sistema de salud. Varios sindicatos ya habían comenzado a articular a nivel local con los gobiernos de cada provincia, pero ahora la decisión es hacerlo directamente con el Ministerio de Salud de Nación y centralizar allí los recursos disponibles. Además, como era previsible, pusieron a disposición del sistema de salud pública los sanatorios de las obras sociales sindicales para que puedan derivar casos allí”.

En este sentido, Claudia Lázzaro secretaria de Género y de Derechos Humanos del Sindicato de Curtidores de la República Argentina, miembro de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de lxs Trabajadorxs y flamante directora de Políticas de Equidad, Formación Laboral y Cuidados en el Ministerio de Mujeres bonaerense que conduce Estela Díaz, reflexiona junto a LATFEM: “Lo primero que destaco es la solidaridad que tenemos en el movimiento obrero, esto que las mujeres sindicalistas tanto sabemos por cómo fuimos construyendo lazos de solidaridad. Me parece que nos diferencia mucho al movimiento obrero del mercado. Nosotrxs pensamos en comunidad y no en términos de economía individual. Cuando vi el relato de una de las cámaras de empresarios de la salud diciendo que necesitaban un resarcimiento económico, automáticamente vi la contracara de eso, que las organizaciones sindicales salimos a poner a disposición los hoteles, las clínicas, los consultorios médicos, entendiendo que todo esto es algo que nos atraviesa a todxs, porque el coronavirus no distingue cuando va pululando de un lado al otro. Entonces vuelve la pregunta de ´¿de qué lado de la mecha estás?´. Y acá me parece que lo que nosotros tenemos claro es que nos salvamos todes y colaboramos todes. Y en eso hay una gran solidaridad de las centrales obreras, de los sindicatos de base, poniendo los recursos. Eso habla de una cuestión de clase de conciencia, de solidaridad, de amor por el otre”. 

El contrapunto es la actitud de la prepaga OSDE, cuyos pacientes no pueden tener atención psicológica presencial desde que se implementó el aislamiento social obligatorio por COVID-19. Mientras muchos analistas, terapeutas y psiquiatras atienden online para no discontinuar el tratamiento, OSDE no acepta esta modalidad para sus afiliados.

En estos días la  comunicadora Alejandra Koser –@AleKoser– disparó un tuit que se volvió viral. “¿Entonces a los varados en Europa no los va a buscar Flybondi?”, se preguntó con ironía. Es que las imágenes, los videos y los audios de pilotos y azafatas de Aerolíneas Argentinas fueron otra bandera en estas semanas. Fueron esos mismxs trabajadores y trabajadoras que desde sus sindicatos pelearon los últimos años de macrismo para que no vaciaran la línea de bandera. El 4 de abril de 2019, el ex presidente asistió al despegue del primer vuelo de la empresa de bajo costo JetsMart en el Aeropuerto de El Palomar, en el oeste del Gran Buenos Aires, junto al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. “Lo hemos hecho venciendo miedos. Antes por cuidar a Aerolíneas Argentinas no volaba nadie en este país, todo estaba limitado a una empresa. Nosotros tenemos todavía el desafío de que Aerolíneas sea sustentable”, sostuvo el jefe de Estado en ese momento. Este es un pequeño ejemplo, pero hay miles en donde lxs trabajadorxs fueron ninguneadxs, hostigadxs, maltratadxs por funcionarixs del gobierno anterior y por los medios hegemónicos de comunicación, los mismos que hoy reproducen los aplausos de los pasajerxs que pueden volver a sus casas gracias a ellxs. Y en ese mismo sentido, por más obvio que suene, también hay que destacar a los sindicatos de la salud y del campo científico. Aún queda en la memoria colectiva aquella Navidad, en 2016, en donde la comunidad científica, respaldada por los sindicatos, tomó la sede del ministerio de Ciencia y Tecnología reclamando recortes. ¿Y qué decir del Malbrán, el INTI, el Hospital Posadas—que hace un par de semanas reincorporaron a casi 200 trabajadorxs que habían sido desepdidxs de la anterior gestión—, y hace muy poquito los residentes en CABA? Maira Olivera—@MairaOl1515— ponía en twitter: “Quisieron darle la categoría de administrativas a las enfermeras. Yo no me olvido”. ¿No fueron los los sindicatos los que resistieron y resisten para que los recortes y los despidos no fueran peor?

En estos días asistimos, también, a las trabajadoras sexuales organizadas en su sindicato, AMMAR, pidiendo colectas de dinero y alimentos. Su secretaria general, Georgina Orellano, fue casa por casa donde viven sus compañeras afiliadas que no pueden salir a trabajar, para entregar bolsones de comida. También el reciente sindicato de trabajadorxs de la Economía Popular, la UTEP que nació feminista lanzó en los últimos días una campaña de recolección de información y relevamiento para ubicar a cerca de un millón de personas que viven en la informalidad. En principio, el pedido de la UTEP apunta a auxiliar a trabajadorxs que se mantienen de la venta ambulante, el reciclado urbano u otras ocupaciones informales y que, a su vez, no acceden a ninguna asignación del Estado, como AUH o Salario Social Complementario. La respuesta de esta presión llegó con la decisión del Gobierno de otorgarle $10.000 a trabajadorxs de 18 a 65 años que no perciban pensiones ni subsidios de ningún tipo y que no tengan otro ingreso.  

Por otra parte, Héctor Daer, uno de los cotitulares cegetistas publicó en sus redes sociales: “Desde la CGT estamos conversando con el Gobierno Nacional para que el personal esencial no pague el boleto de transporte durante la cuarentena. Todos los esfuerzos están al servicio de prevenir la propagación de la pandemia”.

Hasta acá algunos ejemplos de cómo los sindicatos acompañan esta situación de excepción. Resulta interesante reflexionar acerca de la liturgia sindical y los apoyos/acompañamientos que trae ser parte de una organización gremial todos los días, más allá de este momento particular.

La clásica canción en una marcha sindical es: “Unidad de lxs trabajadorxs y al que no le gusta, se jode, se jode”. Es decir, hay una premisa que parte de los cimientos en los que la unidad, lo colectivo, hace la fuerza, te salva. En la cotidiana, es difícil encontrar en los medios hegemónicos y tradicionales de comunicación artículos o análisis que ponderen a los sindicatos. 

Por el contrario, siempre es noticia cuando tal o cual dirigente es detenido; cuando tal o cual “patota” copa una filial; cuando hay tiros entre facciones. Nadie niega la realidad. Esas prácticas existen, y por supuesto, son  repudiables. Sin embargo, en la balanza noticiosa nunca se cuentan las historias de trabajadorxs que conocen el mar por tener la posibilidad de ir a un hotel sindical en la costa, o que se gradúan de una universidad creada y dirigida por un sindicato. 

En julio de 2019, una noticia se multiplicó en los diarios, portales y noticieros: 44 médicos realizaron una operación inédita de 9 horas para separar a dos hermanos siameses. En las crónicas que dejaron registro de ese hecho, se destacó el valor de los médicos, de los colaboradores y de todo el personal del establecimiento. Se contó la historia familiar, misceláneas particulares. Pero casi ningún medio detalló que la operación de Gianluca y Santino fue solventada económicamente por la obra social Elevar, del Sindicato de Trabajadores Pasteleros.

Entonces cuando te preguntes ¿para qué sirve un sindicato? ¿Qué hace una organización sindical? ¿Por qué son instituciones claves en la vida democrática? Y sobre todo ¿Por qué hay que apoyar y bancar a las feministas sindicalistas que militan diariamente en estas estructuras? Las respuestas están a la vista.