¿Qué pasó con Lucía Pérez?: una reconstrucción en busca de justicia

El 23 de marzo el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Mar del Plata leerá la sentencia del segundo juicio que investiga cómo murió Lucía Pérez. LatFem analizó la causa judicial y con los hechos probados hasta el momento elaboramos esta reconstrucción. Lo hacemos desde una convicción: Lucía necesita justicia. El sistema judicial tiene que hacer una narración coherente, justa y respetuosa que dé verdad a sus afectos, a todas las que gritamos en contra de la crueldad en su nombre y a la sociedad en su conjunto.

Lucía conoció a Matías Farías en la puerta de la escuela, él le llevó porro para venderle. Era la primera vez que le compraba. Antes, habían intercambiado mensajes a través del teléfono de Belén, la amiga de Lucía que trabajaba en un kiosco. Farías se acercó en camioneta a la escuela con Juan Pablo Offidanti como conductor. Era el 7 de octubre de 2016. Belén y Lucía se subieron al asiento de atrás para concretar la compra.

El auto arrancó para hacer unas cuadras mientras hacían el intercambio. Farías las invitó a ir a su casa. Las chicas le dijeron que no y se bajaron.

Más tarde, Farías le escribió a Lucía. Le preguntó si la dejaban salir sola, también le dijo que le iba a vender más marihuana por 100 pesos. Por la tarde del viernes le insistió, le ofreció pasarla a buscar y después llevarla de vuelta, la propuesta que le hacía era tomar un Fernet y conocerse un poco más. Lucía le dijo que se vieran el sábado. La charla siguió durante la tarde y la madrugada del 8. Hablaron sobre sus edades, con quiénes vivían, se mandaron canciones.

A las 8.28 de la mañana del sábado, Lucía le preguntó “quedamos en 100?”. Farías le contestó: “sí”. Acordaron un horario, pero Farías no llegó. Siguió la charla y volvieron a quedar para más tarde. Farías le mandó un mensaje a Belén y le dijo que se iba a encontrar con Lucía. Offidani también estaba al tanto. Lo acompañó a buscar a Lucía hasta el lugar donde habían acordado, después llevó a ambos a la casa de Farías y se fue. Lucía y Farías se quedaron solos. Tuvieron relaciones (es muy difícil saber si las relaciones fueron consentidas por Lucía, sin su voz no hay pruebas de si hubo o no consentimiento, solo suposiciones). Tomaron cocaína. Lucía dejó de respirar (no surgió en el juicio información sobre la intencionalidad de Farías).

Cuando Lucía dejó de respirar, Farías llamó a Offidani para trasladar a Lucía. Llegó también Alejandro Maciel. Una vecina vio cómo Farías decía “Lucía, despertate” y le daba golpes en la cara. Llevaron a Lucía a una Sala de Salud del barrio. Testigos de la sala contaron que escucharon una frenada y gritos de Farías pidiendo ayuda. Bajaron a Lucía sin conocimiento. Offidani y Maciel se fueron. Farías se quedó ahí, le contó al personal de salud que habían estado tomando cocaína. 

Desde la salita llamaron a la policía, pero la llamada no se escuchaba bien. Fueron unos oficiales a ver qué pasaba y le contaron que había una chica fallecida, que la había llevado Farías. Uno de los policías recordó en este juicio que le llamó la atención que Lucía tenía la ropa mojada y que Farías le había contado que la llevó abajo de la ducha cuando se desmayó. El otro policía no recuerda que la ropa estuviera mojada. Farías ofreció a la policía que estaba ahí entregar las cosas de Lucía que habían quedado en su casa y fue con un móvil a buscar su teléfono, la plata y las llaves. Contó que la habían llevado con dos amigos y les dio los datos. Pasaron por el kiosco de Belén para poder contactar a la familia. Siete años después de los hechos, la memoria de les testigues no es la misma. ¿Cuánto tiempo pasó entre que Lucía perdió el conocimiento y fue llevada a la sala?

El 12 de octubre la fiscal María Isabel Sánchez dio una conferencia de prensa e hizo una serie de afirmaciones que -supimos después- resultaron falsas: que Lucía había sido empalada, que murió por “reflejo vagal”, que el cuerpo había sido lavado, que había sido violada por Farías y que tenía indicios de que, además, otro hombre había abusado de ella y que no descartaba la participación de un tercero.

Con esa información, con la conciencia de los femicidios como un problema estructural, con la bronca que nos provocaba el horror de esta nueva muerte, con el recuerdo inmediato de la balacera con la que la policía de Rosario reprimió 90 mil personas el 10 de octubre el por entonces llamado Encuentro Nacional de Mujeres, llamamos a una asamblea desde el colectivo Ni Una Menos. Fue convocada el 13 de octubre y realizada 5 horas después en la CTEP. Definimos convocar a un paro para el 19. Se sumaron más de 50 organizaciones sindicales y feministas. #NosotrasParamos, nos vestimos de negro, fue un día triste, enojado, lluvioso. 

Después supimos que todo lo que salió de la boca de la fiscal Sánchez era incomprensiblemente falso. No solo la fiscal fue incompetente, irresponsable y le causó un dolor imborrable a la familia y a quienes la escucharon. También el eviscerador José Luis Badami primero dijo que pensó que habían lavado el cuerpo porque no tenía olor, dato descartado porque usaba máscara, y luego dijo que en realidad quiso decir que estaba limpio, no que lo hubieran lavado. Otros profesionales con más pericia descartaron de plano el lavado. La forense Claudia Carrizo aclaró en el juicio que ella jamás le dijo a la fiscal que Lucía había sido empalada.

La conclusión de las peritos doctoras Tinto y Cabrera y el doctor De los Reyes fue que lo más probable es que la causa de muerte haya sido la intoxicación por sobredosis de cocaína. Si Farías le dio cocaína y marihuana para abusar de ella y matarla es algo que no está probado. ¿Podemos imaginar que fue así? Sí, pero aún hay que probarlo.

Por otra parte, dentro del juicio ni la parte acusatoria ni la defensa ubicaron a otra persona más que a Farías con Lucía dentro de la casa donde finalmente falleció. Es decir que la idea de que Lucía fue abusada por más de una persona ese día es también infundada. Es difícil desandar las primeras mentiras de la fiscal que crecieron hasta convertirse en casi verdades y que aún hoy escuchamos repetir entre amigas. ¿Qué podemos hacer los feminismos con esa bola de nieve? Lucía nos marcó a todas. Todas sabemos su nombre, conocemos su cara. 

Alrededor de todo lo que se dice sobre el caso, debería ser clara la división entre lo que puede probarse y lo que no, lo que tiene respaldo fáctico y lo que se construye como hipótesis para llenar los vacíos que deja no saber. Cuando pensamos el sistema de justicia y el desinterés por dar respuestas, donde el lugar común es la misoginia, el racismo, el ensañamiento con les pobres, en esta causa la incompetencia y el desprecio a la verdad parece concentrarse en quienes primero debieron investigar. Si había más pruebas, las perdieron, no las vieron, no las levantaron. Esa falta no podemos llenarla con narraciones sin respaldo probatorio. 

La acusación en este segundo juicio está en cabeza del fiscal Leandro Arévalo y de las abogadas de la familia de Lucía Verónica Heredia y Florencia Piermarini. Solicitaron para Farías y Offidani la pena de prisión perpetua por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por la muerte, por el suministro de estupefacientes y en el contexto de violencia de género en concurso con femicidio”. La defensa de Farías está a cargo de la abogada María Laura Solari; César Sivo es el abogado de Offidani. El primer juicio, en 2018, había terminado en las condenas de los acusados por venta de estupefacientes. Luego de que la sentencia fuera cuestionada “por su falta de perspectiva de género”, fue anulada por la Cámara de Casación en 2020 y se ordenó hacer este nuevo juicio pero sin incorporar nueva prueba.

El 23 de marzo los jueces Gustavo Fissore, Roberto Falcone y Alexis Simaz leerán su veredicto.

Cuando hicimos el paro de 2016 escribimos “Nosotras paramos. Paramos contra los femicidios, que son el punto más alto de una trama de violencias, que anuda explotación, crueldades y odio a las formas más diversas de autonomía y vitalidad femeninas, que piensa nuestros cuerpos como cosas a usar y descartar, a romper y saquear. La violación y femicidio de Lucía Pérez muestran una línea sostenida contra la autonomía y capacidad de decisión, acción y elección y deseo de las mujeres”.  Ese año hubo 254 femicidios, según el Registro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. 34 de esos asesinatos fueron jóvenes de entre 16 y 20 años. En ese contexto, todavía no sabíamos que Lucía no había muerto por una “agresión sexual inhumana”, como dijo la fiscal.

Con lo que sí sabemos de la causa, creemos que Lucía necesita justicia, que hoy es lo mismo que tener verdad; que el sistema judicial tiene que hacer una narración coherente que dé verdad a Lucía, que sea reparadora para sus seres queridos que hace siete años transitan el sistema penal, para todas las que gritamos en contra de la crueldad en su nombre, que sea una narración justa y respetuosa con ella y su memoria.