Tamara García: “Los espacios de militancia sindical siempre estuvieron nucleados por mujeres. El tema es que no somos las que salimos en la foto”

Es una de las tres protagonistas del último episodio de nuestro podcast “Centrales, historias de mujeres sindicalistas de América Latina y el Caribe”, que fue posible en cooperación con FES Sindical. Tamara García Sánchez tiene 33 años y es integrante de la dirección nacional de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios, además participa de la Intersocial Feminista de Uruguay. En esta entrevista con Tali Goldman reflexiona sobre los desafíos del sindicalismo hoy.

Tiene 33 y milita desde los 13. Pasó por espacios barriales, estudiantiles y feministas hasta que, hace diez años, llegó al mundo sindical. Tamara García es uruguaya. Si bien la política estuvo en su biografía personal desde siempre fue cuando empezó a trabajar como cajera en un supermercado el momento en el que entendió que ahí también tenía que pensar de manera colectiva. Intentó conformar un sindicato con sus compañeras pero las amenazas de la patronal influyeron en la poca convocatoria y fueron obstáculos para avanzar hacia esa representación en un rubro ya de por sí, complejo. Años más tarde, en 2013, cuando entró a trabajar en la empresa que gestiona y administra el agua potable y saneamiento en Uruguay la vida laboral y la vida política se unieron: entró al sindicato y el mismo día que firmó su contrato—ni un día esperó—se afilió. Eso sí, tuvo que esperar un par de meses debutar como delegada. Fue tras el despido de unas compañeras. “Cuando arranqué ahí no paré nunca más. Porque también es como cuando te ponés los anteojos violeta, que ves todo con una perspectiva feminista y se hace imposible volver atrás. Bueno, con el movimiento sindical pasa un poco lo mismo”, dice a LatFem

—Es un denominador común afiliarse al sindicato por necesidad. Desde tu experiencia ¿lo ves así?

La mayoría de las personas que se terminan organizando en un sindicato es por extrema necesidad, porque sucedió algo específico. O porque vimos situaciones injustas o condiciones laborales que no estaban buenas. Incluso hace un tiempo salió una encuesta en nuestro país que hablaba de los índices de aprobación que tenían las diferentes instituciones en el país, les ponían a las militares en primer lugar, en quinto lugar al movimiento sindical y por último a último el sector político partidario. Yo no estoy convencida que eso sea cierto, porque cuando los compañeros tienen un problema con su trabajo vienen a buscar a sus referentes sindicales. Entonces eso demuestra que obviamente hay una confianza y una necesidad. Incluso hasta la persona más antisindical del mundo, en algún momento, termina acercándose a la organización sindical. Creo que lo interesante sería que pudiéramos las personas ir en masa a afiliarnos a nuestros sindicatos por convicción, por conciencia de clase. Pero en la práctica sucede que es principalmente por necesidad. Y bueno, esto es parte de este desafío que también tenemos dentro del movimiento sindical. Pero no es una tarea sencilla, menos para las compañeras, porque los espacios de militancia sindical siempre estuvieron nucleados por mujeres. El tema es que no somos las que salimos en la foto. Los espacios en los que estamos no son los más amigables para que podamos desarrollar esta tarea. 

—¿Cómo abordar la transformación de esos espacios?

—En particular creo que la organización de los y las trabajadoras es urgente y necesaria porque nos permite la posibilidad y una herramienta que sea transformadora y emancipatoria. De la misma manera veo a los feminismos. Creo que ahí van atadas de la mano con este mismo principio de buscar herramientas que nos hacen reflexionar sobre la propia lógica de poder, las propias lógicas de relacionamiento dentro de un sistema que es capitalista y patriarcal. Entonces, y este planteo he visto porque a veces se entiende que bueno, que si llegamos a un momento en que la sociedad trasciende el capitalismo, los sindicatos no van a seguir existiendo y yo creo que sí van a seguir existiendo. Creo que son importantes y que son necesarios porque son lo que nos permiten nuclear a los y las trabajadores y ver cuáles son las necesidades que tenemos, que se van a ir transformando y van a ir cambiando, sin lugar a dudas. Nuestro sindicato no pueden ser por más de que haya gente que si quiera, pero no van a hacerlo de los años ´80 o la de los años ´90, porque además el mundo ha cambiado muchísimo y los sindicatos también tienen que acompañar eso, pero son un espacio principalmente. Yo lo entiendo como un espacio de encuentro y de diálogo entre trabajadores y trabajadoras. Muchas veces vamos a tener un montón de cuestiones que de necesidades, que vamos a tener que ir trabajando, peleando para poder cambiarlas. Pero hay otros momentos en que tal vez conseguimos mejores condiciones laborales y conseguimos cierta estabilidad, que es circunstancial. Y no, no por eso el sindicato tiene que estar, tiene que estar disminuido, al contrario, tiene que ver cómo se renueva constantemente y cómo también piensa en esta cuestión. Y vuelvo a decirlo, un sindicato que es una herramienta muchísimo más amplia que condiciones laborales específicas, que sea una herramienta de transformación, que sea una herramienta para la formación de los y las trabajadoras desde una perspectiva política, desde la economía, desde las áreas sociales y obviamente, ya desde la agenda de derechos. 

—En el trabajo tercerizado se duplican las negociaciones porque hay dos empresas: una que las contrata, y otra para la cual trabajan. Pero además, la tercerización impuso la fragmentación de la clase trabajadora porque los contratos son a corto plazo y eso implica pasar por distintas empresas a lo largo de los años. ¿Cuáles son los desafíos de los sindicatos en este escenario? 

—Eso es uno de los mayores inconvenientes que tenemos. Nosotras tenemos un sindicato que de repente tiene 20 empresas diferentes adentro, o sea de trabajadores que provienen de diferentes empresas y que de repente, al año siguiente un montón de esos trabajadores van a cambiar de sus empresas. Y también nuevamente tenemos que reafiliar. Entonces, ese desafío lo tenemos todos los años, con cada cambio en licitación, para que afiliar es una de las cosas más complejas que tenemos para sostener a la organización sindical. Para eso hemos ido implementando diferentes modalidades, tener nuestros propios padrones y planilla de de compañeros y compañeras afiliadas. Pero tener una multiplicidad de compañeros que vienen de diferentes empresas, también es algo innovador, porque esta lógica del movimiento sindical, que no solo uruguaya, sino que tiene que ver con una lógica mundial que es la de un sindicato por empresa. Y esto tiene que ver con los “nuevos tipos de trabajo”.

—¿Cómo es eso? ¿Podés desarrollarlo?

—El mundo ha cambiado muchísimo y las relaciones de trabajo también. Tenemos experiencias de lo más diversas. Tenemos, por ejemplo, organizadas a las compañeras de la economía de plataforma, que tienen sus propios desafíos, porque además son empresas muchas veces que juegan con las redes sociales, que tienen muchísima publicidad. Entonces parece que son el mejor espacio para para trabajar y hasta para vivir. Y bueno, creo que tenemos que pensar entonces en el trabajo del presente, que sí es extremadamente precarizado. En el cual parecía que habíamos conseguido un montón de derechos laborales que te los van barriendo por la alfombra a través de la precarización laboral, a través de los contratos chatarra, a través de dinámicas que son a distancia. Le pasa mucho a las compañeras de plataforma. No conoces a tu patrón, no hay ni siquiera un espacio físico para meterte dentro de una oficina. Lo que sí es interesante y a mí me parece que demuestra un avance significativo, principalmente para quienes somos militantes sindicales y feministas, es que en otras épocas capaz que las compañeras se iban de la organización, se terminaba yendo a quemadas, pegando un portazo o directamente desaparecían de la visibilidad pública. Y en este último proceso no, no pasó. Creo que nosotras logramos ser dirigentas de primera línea y no vamos a desaparecer así nomás. Y ahí creo que eso es una de las cosas tal vez más importantes de este tiempo. 

Para conocer más de la historia de Tamara García escuchá el Episodio 5 de Centrales – El futuro del sindicalismo