“Esto fue lo que sembraron nuestros hijxs” dijo Taty Almeida después de saludar a “todos, todas y todes” les 500 mil personas que presenciaban el acto central del 8M. “Acá no sobra nadie” había dicho Norita Morales de Cortiñas el año pasado.
El linaje del movimiento feminista en las luchas por los derechos humanos mantiene vigente la unidad, pero también son otros los acuerdos básicos: el repudio a las violencias machistas en todas sus formas; a las políticas neoliberales de ajuste y deuda; y al racismo, la xenofobia y el odio de género. Las banderas más altas siguen siendo las verdes y la feminista, otra vez, ha demostrado ser una revolución viva.
Una revolución que está viva
Aborto Legal ya; No al ajuste de Macri, les gobernadores y el FMI, Basta de Violencia, dice la bandera de arrastre en la cabecera de la marcha que salió a las 5 de la tarde desde Santiago del Estero y Avenida de Mayo hacia la Casa Rosada. La tela blanca estaba sostenida por una veintena de feministas de muy disímiles procedencias: trabajadoras precarizadas en conflicto de Coca Cola, Enfermería, Fate, MadyGraf, Ferroviarias, Hospital Posadas, Hospital Garraham, representantes de pueblos originarios, negras, gordas, trans, travas, activistas a favor de las trabajadoras sexuales, estudiantes secundarias, universitarias, militantes contra la trata de personas, contra el abuso sexual, madres/ padres (xadres) de niñes trans, activistas por el aborto legal, feministas históricas, nuevas, mujeres, masculinidades, feminidades, y un arcoiris de muchos más que 7 colores.
El Paro feminista es internacional y plurinacional, incluye los movimientos feministas antipatriarcales y antirracistas de muchos países del mundo, incluso de las naciones originarias dentro de cada país. También es federal. Las convocatorias fueron masivas en las principales ciudades del país. En Rosario y Córdoba capital se estima que se movilizaron entre 50 y 100 mil personas. En Jujuy se manifestaron unas 5 mil personas, en Mendoza cerca de 10.000 personas, en la ciudad de Neuquén fueron más de 7.000.
El Paro feminista es internacional y plurinacional, incluye los movimientos feministas antipatriarcales y antirracistas de muchos países del mundo, incluso de las naciones originarias dentro de cada país. También es federal. Las convocatorias fueron masivas en las principales ciudades del país. En Rosario y Córdoba capital se estima que se movilizaron entre 50 y 100 mil personas. En Jujuy se manifestaron unas 5 mil personas, en Mendoza cerca de 10.000 personas, en la ciudad de Neuquén fueron más de 7.000.
La diversidad de reclamos y deseos que expresan lxs manifestantes se vuelve incontable. Desde que comenzó 2019 en la Argentina se registraron 45 femicidios, la tasa de desocupación en mujeres es del 10,8% y trepa a 19,3% entre las jóvenes (CEPA), y no hay números para hablar de cómo la crisis afecta en forma desesperante a personas trans y lesbianas. La brecha salarial es de cerca del 27 %, y son las mujeres quienes se ocupan del trabajo doméstico no remunerado. Los recientes casos de niñas obligadas a parir elevaron aún más arriba el reclamo por el cumplimiento de los protocolos ya existentes sobre interrupción legal del embarazo, y el pedido por la legalización del aborto. “Niñas, no madres, niñas, no madres” fue un grito reiterado. Los casos de justicia misógina y patriarcal se cuentan a diario, el fallo que dejó impune el femicidio de Lucía Pérez dejó un mojón en la historia, la justicia es machista, pero, como dice un cartel que sostiene una piba de no más de 15 años: “si la justicia es machista, la memoria es feminista”.
De Día de la mujer al Transfeminismo
El movimiento feminista internacional está en un momento de multiplicación y redefinición. Si el 2018 fue marcado por la insurgencia de las feministas sindicalistas y el movimiento de mujeres indígenas, este año está marcado por la potente y transformadora irrupción de las personas trans y no binaries. El documento del 8M de 2019 está escrito (casi completamente) utilizando el lenguaje inclusivo, con e, la participación de masculinidades trans, feminidades trans y travestis y no binaries en las asambleas de construcción del paro feminista fue el sello de este año, elles lograron confluir en una unidad sin precedentes. La presencia intensa, creativa y coordinada de este colectivo consiguió que inequívocamente el feminismo popular sea transfeminismo. La fuerza de esta perspectiva coloca a la construcción actual lejos del feminismo liberal, aunque no tan lejos como muchas quisieran, ni tan lejos de la centralidad de la mujer como sujeto del feminismo: de la mujer asignada a mujer desde el nacimiento, heterosexual, blanca, urbana, de clase media, judeocristiana y flaca.
Detrás de la bandera de arrastre, se formó una columna de más de 4 cuadras encabezada por una bandera de la Campaña Nacional por el Derecho a Aborto Legal Seguro y Gratuito, y nutrida por cientos de organizaciones. Luego marcharon las organizaciones de negras, de indígenas y de trans, travestis y no binaries. Muchas personas “sueltas” decidieron sumarse a esta columna, el ataque fascista contra personas trans que se manifestó en las asambleas y en redes sociales (y que gravita a nivel internacional), funcionó creando estrategias de reaseguro entre personas trans, fortaleciéndolas, y generando lazos de compromiso de otras feministas no trans con elles. Una de las consignas más extendidas en la tarde del 8 de marzo, antaño Día de la mujer, fue “al closet y al calabozo no volvemos nunca más”.
Sacar a Macri
“Este 8M paramos porque somos parte de una historia colectiva e internacional y porque Macri y los gobernadores ajustadores, con su violencia capitalista y neoliberal, pretenden robarnos el trabajo, el pan, la salud y la educación”. Así comenzó el documento leído cerca de las 20 hs. La lectura del documento, luego de las palabras de Taty Almeida y Lita Boitano, estuvo a cargo de quienes llevaban la bandera en la cabecera de la marcha.
Por la Diagonal Norte avanzó la columna de estudiantes secundarios y universitarios, y luego los partidos políticos. Desde Diagonal Sur avanzó una enorme columna del bloque sindical compuesta por una intersindical que aglutina a CTA, CGT y la economía popular. También marcharon trabajadoras del Hospital Posadas y Finning Cat, trabajadoras del subte, telefónicas, docentes, que habían empezado la jornada con un corte de calle en el centro de Buenos Aires, para denunciar que “los despidos también son violencia”.
“Paramos porque el ajuste de Macri y les gobernadores pauperiza nuestras vidas, y el presupuesto del FMI votado por el Congreso dice que nuestras vidas valen menos que un boleto de colectivo”, continúa el documento. El texto consensuado en las asambleas y trabajado en comisión hasta el mismo 8 de marzo a las 2 de la mañana fue fruto de muchas horas de discusión entre diversos espacios políticos que si bien coinciden en señalar al Gobierno nacional, les gobernadores, el modelo neoliberal y el endeudamiento como principales motores de las desigualdades, no coinciden en el diagnóstico general de la situación ni en cuáles son las autopistas para salir de la crisis. El feminismo es política, en un año electoral, el tironeo entre las posiciones de la izquierda partidaria y las del campo nacional y popular se sintieron más que nunca en lo que va del proceso de construcción de huelgas feministas iniciado en 2016.
El escenario y la vaquita más grande del mundo
El escenario se colmó cerca de las 19 hs. Con sorpresa para las asistentas, una representante de la Comisión organizadora contó que todavía el sonido del acto no estaba pago y que para garantizar que el documento pudiera oírse iban a hacer una colecta. En 20 minutos se juntaron los 45 mil pesos que faltaban. Las representantes del Frente de Izquierda, participantes de todas las asambleas y de la comisión organizadora, señalaron que la CTA había decidido no aportar ese dinero a último momento. Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA negó que esto fuera así y que “es mentira que la CTA le da la espalda al movimiento, todas nuestras organizaciones hicieron medidas de fuerza, estamos apostando a futuro, pensando un gobierno popular”.
Más de 500 mil personas marcharon en Buenos Aires. Otra vez el feminismo consiguió hacerle el primer paro del año a Macri. La unidad sigue siendo un deseo común y una realidad vivible en cada movilización, ¿qué otro actor político logra la contundencia crítica de los pronunciamientos, la diversidad de la concurrencia, la internacionalización, la participación en cada pueblo y ciudad? El feminismo lo logra cada 8 de marzo, cada 3 de junio y cada vez que la agenda política que él mismo se construye se lo impone, como ocurrió durante todo 2018 con las manifestaciones por la legalización del aborto.