Estoy muy emocionada por estar acá. No me refiero a la intervención en ESTE lugar y frente a ustedes precisamente. Hablo del momento histórico irreversible en el que nos encontramos. La lucha por el derecho al aborto se inscribe en una convicción profunda a favor la vida, la justicia social y contra todas las violencias y desigualdades.
Y no es que el feminismo esté de moda, es que no se puede tapar el sol con las manos para siempre. Nuestro compromiso y pasión, nuestro esfuerzo y pasión, están puestos en conquistar el derecho al aborto, Y COMO NUESTRO DESEO DE SER LIBRES ES IRREVERSIBLE, TARDE O TEMPRANO VAMOS A GANAR.
Contar lo que nos pasó y lo que nos pasa todos los días es un hecho político, y nos interpela como una responsabilidad generacional. Porque en un país que retrocede día a día, el feminismo irrumpe como una ola cargada de futuro, y empujar este movimiento es un compromiso que asumimos con las que vienen y con las que lo hicieron antes. Lo hacemos en un contexto de creciente ajuste económico que repercute directamente en la precariedad de la vida e impacta, sobre todo, en las mujeres, lesbianas, travestis y trans que somos las más precarizadas entre quienes trabajamos, las más pobres entre los pobres. Por eso reclamamos políticas públicas integrales y presupuesto para que nos alcance a todas. Queremos la plena implementación de educación sexual integral, provisión de anticonceptivos y la legalización del aborto.
Cuando decimos que lo personal es político nos referimos a poder comprender que muchas de las cosas que nos pasan, nos pasan por motivos que no nos pertenecen. Nos pasan porque hay razones históricas y políticas que así nos construyeron. Entender cómo se inscribe el machismo en nuestros cuerpos es una ardua tarea de auto reconocimiento. Por eso en este DESPERTAR COLECTIVO decimos en todas partes del mundo: #MeToo (Yo Tambien), #YoSíTeCreo, y #YaNoNosCallamosMas.
Hoy digo YO ABORTÉ y es la primera vez que lo cuento en público que es en realidad YO TAMBIÉN ABORTÉ, porque ya no son un secreto los cientos de miles de interrupciones de embarazo que hay por año en Argentina. Pero también quiero decir que mi experiencia NO FUE TRAUMÁTICA. Lo decidí convencida, estuve acompañada, tuve acceso a información. Hace muchos años, no quería ser madre e interrumpí mi embarazo con misoprostol, asistida por una profesional en un hospital público.
Según el informe que realizan las compañeras socorristas, que recuperamos en el informe del Observatorio de Géneros y Políticas Públicas: “De las 2.894 mujeres acompañadas en distintas provincias del país, un 85% afirmó utilizar algún método anticonceptivo de forma habitual”
Por supuesto que no todas tenemos los mismos recursos para hacerlo de manera segura y por eso decimos que la clandestinidad nos puede matar.
En el mismo informe que realizamos citamos que: “Las muertes por aborto representan el 20% de la mortalidad de mujeres gestantes, siendo este un indicador fundamental de la salud sexual de las mujeres y del acceso a servicios de salud sexual y reproductiva de calidad”.
Repito, lo que nos mata es la clandestinidad, no el aborto.
Que el aborto salga del closet, y poder reconocer que todas abortamos- en primera persona del plural y del singular- es también saber que hay diferentes formas de transitarlo y que no tiene por qué ser una experiencia insoportable. Porque también estamos batallando contra el imaginario según el cual interrumpir un embarazo es el HORROR. Hasta que un día nos sucede a nosotras o a personas cercanas. Y entonces encontramos manos amigas, redes, organización y una terapia feminista para salirnos de una culpa que no es nuestra pero que insisten en inculcarnos.
Mi experiencia es la de una generación que está forjando herramientas para cambiar la realidad de muchas mujeres, que a su vez tiene una historia, y que ha construido artesanalmente, orgullosamente, una misma primera persona del plural que tiene plena conciencia de que somos un amplio y diverso NOSOTRAS.
Tal como expuso Dora Barrancos aquí, se trata de ejercer nuestro derecho al disfrute, separado de la reproducción (contra esa frase tan repetida que nos hace responsables -solo a nosotras- por “abrir las piernas” y nos exige -solo a nosotras- “hacernos cargo” de las consecuencias).
Si el embarazo es una CONTINGENCIA, nuestro DESEO debe siempre ser la NORMA que nos guíe en la decisión de ser madres o no. Ni el deseo de los OTROS, ni la orden de NINGÚN juez.
Si el embarazo es una CONTINGENCIA, nuestro DESEO debe siempre ser la NORMA que nos guíe en la decisión de ser madres o no. Ni el deseo de los OTROS, ni la orden de NINGÚN juez.
En pleno siglo XXI defender la legalización es una batalla contra el medioevo.
Contra la idea de que las políticas públicas deben definirse sobre creencias personales.
Contra las teorías paranoicas, que indican que vamos a abortar en masa.
Contra una historia de silenciamientos, violencias y desigualdades.
Contra las posiciones que anulan nuestra decisión, querramos continuar o no con un embarazo.
Porque no somos envases, somos personas que estamos resueltas a ser libres y defendemos la soberanía sobre nuestros cuerpos.
Por eso vamos a conquistar nada más y nada menos que nuestro deseo a la felicidad y una vida digna.