Buenas tardes. Muchísimas gracias al Honorable Senado, a las senadoras y los senadores que nos invitaron a este debate ardiente, fundamental, postergado mucho tiempo y que, efectivamente, significará un paso histórico.
Yo voy a repetir algunos conceptos que ya emití. Inclusive, hay varias publicaciones en el mismo sentido. De modo que pido disculpas por la reiteración, pero no somos tan creativas.
En primer lugar, quisiera referirme a la larga legitimidad social de la práctica del aborto en nuestro país. Cuando digo “larga legitimidad social”, significa una contracara con, efectivamente, su penalización, su clandestinización. Y cuando digo que tiene una “larga legitimidad social”, me refiero a que la Argentina es país pionero, junto con Uruguay, en América latina, del fenómeno llamado “transición demográfica”. Y la transición demográfica es un fenómeno notable –Francia tiene cierto pionerismo– en el que la población decide una baja de la fecundidad coincidente… En el caso de Francia, bajó la tasa de mortalidad antes que de la fecundidad. Pero, en la Argentina, debido al notable proceso de migración masiva, a la recepción tan notable de población –que obviamente constituye nuestros antecesores, abuelas, abuelos, etcétera–, este país prometía muchas cosas, y entre esas cosas prometía escuela pública y prometía una vida con expectativas mejores. Por lo cual, esa población femenina que llegó a la Argentina tomó la decisión –una revolución extraordinaria, demográfica, silenciosa– de bajar su fecundidad.
La pregunta que nos hacemos como historiadoras es la siguiente: ¿cómo pudo haberse corregido la tasa de natalidad con tan precarios métodos anticonceptivos?
Yo voy a recordar que el método anticonceptivo usado en todas las provincias argentinas –¡en todas!– es el coitus interruptus, responsable por una enorme cantidad de embarazos. Por lo tanto, esa es la técnica; porque a menudo hablamos de estas cosas sin pensar en la actividad sexual humana; en que tiene que haber una actividad sexual, consentida o no, pero que la hay. De modo que esa revolución demográfica fue posible gracias a la decisión de nuestras mujeres. ¡Y voy a decir que las españolas se llevan las banderillas! Fueron las primeras que bajaron su tasa de natalidad, seguidas luego por las italianas y más tardes por las criollas. Este es el misterio por el cual la Argentina pasa de un orden de cuatro nacimientos, de cuatro hijos por familia, a tener una tasa de menos de dos – dos y poco–, de los 50 para acá. Quiere decir que ha habido una larga, enorme concurrencia al aborto. De otra manera, no nos podemos explicar.
Pensemos que las clases medias comienzan a consumir algunas otras técnicas, muy tardíamente y con muchas dificultades. El preservativo no ha sido, precisamente, lo más estimado por los varones en nuestra sociedad.
La otra cuestión que me gustaría decir entonces es que esa legitimidad del aborto en la Argentina, efectivamente, ha significado posiciones muy contrastantes, muy ominosas, entre la población femenina; porque no escapa que la población femenina de clase media y alta pudo concurrir, de manera mucho menos clandestina, mucho más garantizada, a consultorios en los que se hacían las prácticas abortivas.
La otra cuestión que me gustaría decir entonces es que esa legitimidad del aborto en la Argentina, efectivamente, ha significado posiciones muy contrastantes, muy ominosas, entre la población femenina; porque no escapa que la población femenina de clase media y alta pudo concurrir, de manera mucho menos clandestina, mucho más garantizada, a consultorios en los que se hacían las prácticas abortivas.
Yo he analizado inclusive cómo ha sido la penalización. El doctor Gil Lavedra lo ha referido muy bien. Hay un cono de sombras –¡hay un cono!– respecto de… más o menos de reserva, habida cuenta efectivamente de la muy poca punición efectiva que hubo sobre mujeres; y sobre médicos muchísimo menos, una podría decir.
Me reservo dos cuestiones al final que creo les van a agradar, sobre todo a las senadoras de tradición peronista y radical.
La otra cuestión por la que abogamos por esta ley tiene que ver, desde luego, con el derecho fundamental humano a la autodeterminación. No hay estado de ciudadanía sin determinación sobre nuestros cuerpos. Hay una ciudadanía en mengua de las mujeres; y además lo hay porque efectivamente –como lo he dicho muchas veces– el Estado le debe devolver a las mujeres la plenitud del goce sexual, del deseo sexual y la plenitud de la sexualidad equivalente a la de los varones. El 80 por ciento de los embarazos son embarazos de contingencia: ¡80 por ciento! Y acá lo ha dicho muy bien la querida colega que viene de Gran Bretaña. Ese 80 por ciento de embarazos son contingentes: no hay podido constituirse en una fatalidad inexorable.
Finalmente, como no me queda nada, diré que obviamente acá se ha trabajado muy bien la dignidad, la vida. Respetamos la vida, obviamente. Ninguno de estos bienes es absoluto, como se dijo. Y me reservo, entonces, estas dos cuestiones de la historia.
En 1944/45, en la Colonia Oliva, que es la colonia de internados mentales de Córdoba, hubo un caso dramático. Una joven entrerriana alienada, de veintiocho años, fue obviamente embarazada a causa de una violación. Su padre autorizó el aborto, pero había una cuestión estrictamente legal: el padre no había hecho la tutoría legal, formal, de modo que al autorizar el aborto no tenía esa posibilidad. Ella era mayor de edad. Y el juez, debido a las denuncias habidas contra los tres médicos de la Colonia Oliva, condenó en primera instancia a los tres médicos. Eso fue escandaloso en la Córdoba de los años 44, 45.
Luego ocurrió lo siguiente. Segunda instancia –y creo que al radicalismo le gustará–: actúa Nerio Rojas, a quien le hago un homenaje, actuó como perito de parte. Fue un escándalo en la sociedad cordobesa el hecho de que estos tres médicos fueran a parar a la cárcel. El fallo de segunda instancia confirmó la sentencia de primera instancia, a pesar del peritaje de Nerio Rojas.
Pues, bien: en el año 46, que ocurrió esto, creo que asumió la primera magistratura de este país Juan Domingo Perón. El 31 de diciembre de ese año Perón indultó a los tres médicos de la Colonia Oliva.
Creo que este antecedente es muy importante, lo mismo que el antecedente de Nerio Rojas.
En fin: estamos a favor de esta ley, que será un paso extraordinario en las libertades de las mujeres y también en todas las libertades humanas.
Libertad para decidir es una cuestión que no acepta ninguna mengua, ninguna posibilidad de condicionar efectivamente la especie humana; muchísimas gracias.