#AbortoLegalYa: “El pensamiento mágico no debería usarse para legislar”

Mariana Steckler es periodista especializada en género. En la última audiencia del plenario de comisiones de la Cámara de Diputadxs que está tratando los proyectos de interrupción voluntaria del embarazo sumó su voz al debate. Compartimos su intervención completa.

Buenas tardes. Como periodista, comunicadora, amante de las palabras, de sus interpretaciones, de la incidencia que tienen en la construcción de la subjetividad, entiendo también la importancia de las herramientas de la psicología en este sentido. Lenguaje y cultura.

Como en este recinto, las discusiones respecto del aborto se dieron también en la calle, en los espacios de trabajo, en las casas, en las escuelas y facultades, en las redes. Estamos en condiciones de asegurar que haber logrado que se hable de esto masivamente es una de las batallas ganadas, la otra será sin duda la aprobación de esta ley.

Con los argumentos biológicos, como ya hemos escuchado aquí, se intenta dilucidar el momento en el que comienza la vida. Pero desplazar la discusión sobre el derecho a decidir hasta el campo científico como si éste fuera neutral y no político es una discusión insuficiente, en clave patriarcado.

Con los argumentos biológicos, como ya hemos escuchado aquí, se intenta dilucidar el momento en el que comienza la vida. Pero desplazar la discusión sobre el derecho a decidir hasta el campo científico como si éste fuera neutral y no político es una discusión insuficiente, en clave patriarcado.

Se abunda en discusiones biológicas y también, aunque no necesariamente asumidas, teológicas o religiosas. Todos estos son mensajes contundentes y directos a la mujer, le están diciendo que para un sector de la sociedad, o para un sector de la conciencia puede ser considerada asesina si aborta.

Se habla, entonces, de que hay una vida que proteger y se deja de lado que ya hay una vida: la de la mujer es preexistente a todas estas discusiones y ella puede desear o no ser madre, puede desear serlo un año y no al siguiente o al anterior. Si esto a alguien le irritó, entonces en realidad lo que molesta es que la mujer tenga poder de decisión. Añoranzas, quizás, de aquella incapaz que existió en el Código de Napoleón, inspirador de los códigos civiles de la región. Y que en nuestro país figuró hasta 1968, hasta ayer.

Hay momentos en los que “la cuestión de género” parece un diálogo entre dos sectores donde uno habla y el otro debe escuchar , ese es el lugar en el que algunos sectores insisten debe estar la mujer ¡y están hablando de ella! ¡Con tanto atrevimiento! Si los hombres pudieran quedar embarazados todo esto a lo que estamos asistiendo ahora no estaría pasando.

Cómo se sentirían los varones si nos pasáramos meses hablando de sus testículos, del epidídimo, del escroto, del pene, de la testosterona, de cómo se sienten una vez al mes, de cuánto les afectan las hormonas en su vida cotidiana, o de cuán buenos o males padres son en un caso, o en otro.

La mujer viene a decir, nuevamente, como en una conversación de sordos que su decisión respecto de la maternidad vale, tanto como cada una de las decisiones que las personas toman con su propia vida y su propio cuerpo sin que nos enteremos todos. La mujer es observada, puesta bajo la lupa, juzgada y sentenciada ¿pero cuándo? SOLAMENTE cuando intenta correrse de los estereotipos culturales que se le imponen.

Y podemos identificar cuatro mujeres, en esta observación:

El médico Mario Sebastiani, a quien escuchamos en una de las primeras exposiciones, se manifiesta asombrado, impactado describe en su libro “¿Por qué tenemos hijos?” con esas mujeres que manifiestan no querer tenerlos, no por su decisión que es un claro acto de libertad sino por su capacidad de sobreponerse al acoso mediático, religioso y cultural que implica la casi obligación social de tener hijos que pesa sobre una mujer. Podríamos imaginar, entonces, lo que vive aquella que decide hacer pública su decisión de abortar. Aquí, la mujer señalada.

La psicoanalista Silvia Bleichmar introduce una palabra clave: “cuerpo”. Y dice “en el cuerpo se ha instalado lo inamovible de la individualidad, el cuerpo es la propiedad última del ser humano. Es a partir del cuerpo que el sujeto se reconoce a sí mismo”. A las mujeres nos niegan ese derecho sobre nuestro propio cuerpo, ¿para quiénes están dirigidas entonces estas afirmaciones? Aquí, la mujer ignorada.

A su vez, la psicoanalista Graciela Corrao analiza la confrontación de la mujer con su deseo: “su posición subjetiva frente a la feminidad, la función materna y su vínculo con su propia madre, su deseo de ser madre”, Y hay otro deseo más, el deseo de hijo: “Un hijo puede nacer y ser “abortado” si no es deseado por el otro que debe sostenerlo y quererlo, para que pueda constituirse como sujeto”. Aquí, la mujer obviada

Elsa Schvartzman (presente ahora en este recinto) amplía: “Cuando una mujer no construye su embarazo como un hijo en su subjetividad, es una maternidad forzada. A la única a quien se le exige un sacrificio de su vida es a la mujer”. Aquí, la mujer mártir

Pero nosotras no queremos ser mártires, obviadas, ignoradas, señaladas. Porque rechazamos ser tuteladas.

El pensamiento mágico no debería ser argumento para debatir un ley de alcance público. Así como mostrar la imagen de una niña de 12 años violada y obligada a parir como se hizo aquí no deberíamos dejar de evaluarlo como un acto perverso

Vengo de la provincia que vio morir a Ana María Acevedo por culpa de la insensibilidad, los prejuicios y el convencimiento de creerse poderoso para dictaminar la suerte que correrá la vida de una mujer, negandole un aborto legal. Una mujer a la que, en nombre de la libertad de conciencia, se la sentenció a una muerte segura, dolorosa, rayana con la locura. Por eso también es emblemático lo sucedido con Ana María en Santa Fe, porque resulta extemporáneo a toda pretensión de reclamo reivindicativo de derechos hacia las mujeres, y lejano, muy lejano a lo que alguna pueda desear y luego decidir. Este deseo y esta decisión vienen a estamparse frente a sus caras reclamando el lugar que le corresponde. Legisladores y legisladoras, sabrán que deberán estar a la altura de los acontecimientos históricos o seguir mirando para otro lado.

Muchas gracias