De la tecnoviolencia machista a los asesinatos: la situación de las periodistas en América

La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó el 8 de marzo el informe “Mujeres Periodistas y Libertad de Expresión: Discriminación y violencia basada en el género contra las mujeres periodistas por el ejercicio de su profesión”. El relevamiento señala a los asesinatos a periodistas como la “punta del iceberg” de un problema estructural y aporta un completo panorama sobre las violencias machistas que sufren las periodistas en América Latina y el Caribe en distintos niveles: violencia sexual, acoso sexual, intimidación, abuso de poder y amenazas basadas en el género.

A Regina Martínez la estrangularon hasta matarla en su casa en Veracruz, México el 28 de abril de 2012. Era corresponsal de la revista Proceso y había sido colaboradora de La Jornada. El mismo año, pero en mayo un presunto sicario mató a Irasema Becerra, empleada administrativa de un periódico de ese estado mexicano. La encontraron junto a tres fotógrafos que trabjaban en el mismo medio. En octubre de 2014, la twittera @Miut3 – cuya identidad sería María del Rosario Fuentes Rubio– fue asesinada también en México. Después de recibir varias amenazas de muerte, el 10 de septiembre de 2015 mataron a la periodista Flor Alba Núñez en la puerta de la radio de la que trabajaba, en La Preferida Estére en Pitalito, al suroeste de Colombia. A la periodista Miroslava Breach le dispararon 8 tiros cuando salía de su casa en Chihuahua, México, el 3 de marzo de 2017. No sobrevivió a la balacera. El mismo año pero en octubre a Efigenia Vásquez Astudillo, periodista de la emisora indígena Renacer Kokonuko, un disparo le atravesó el pecho en la región del Cauca, Colombia. El 5 de febrero de 2018, la periodista y bloguera Leslie Ann Pamela Montenegro del Real fue asesinada en Acapulco, México. En América Latina y el Caribe hubo, al menos, siete crímenes contra mujeres periodistas, comunicadoras y trabajadoras de los medios de comunicación por motivos vinculados al ejercicio de su profesión, entre 2012 y 2018 en México y Colombia.

Los datos se desprenden del último informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). “Mujeres Periodistas y Libertad de Expresión: Discriminación y violencia basada en el género contra las mujeres periodistas por el ejercicio de su profesión” se presentó el último 8 de marzo, con motivo del Día  Internacional de la Mujer Trabajadora. El relevamiento da cuenta de estos asesinatos como la “punta del iceberg” de un problema estructural y aporta un completo panorama sobre las violencias machistas que sufren las periodistas en América en distintos niveles: femicidios, violencia sexual, acoso sexual, intimidación, abuso de poder, amenazas basadas en el género, discriminación. Traza el panorama de desigualdad que potencia el machismo sistemático de los medios de comunicación en forma y contenido.

La evidencia señala que en los últimos años se ha registrado un aumento de los asesinatos de mujeres periodistas en todo el mundo. Según datos relevados por la UNESCO, entre 2012 y 2016, al menos 38 periodistas fueron asesinadas en razón de su oficio, lo que representa el 7% de todos los homicidios de periodistas ocurridos en ese período. Los datos del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés) indican que ocho mujeres periodistas fueron asesinadas en 2017 en todo el mundo, lo que equivale al 19% del total de casos relevados por la organización ese mismo año.

La evidencia señala que en los últimos años se ha registrado un aumento de los asesinatos de mujeres periodistas en todo el mundo. Según datos relevados por la UNESCO, entre 2012 y 2016, al menos 38 periodistas fueron asesinadas en razón de su oficio, lo que representa el 7% de todos los homicidios de periodistas ocurridos en ese período. Los datos del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés) indican que ocho mujeres periodistas fueron asesinadas en 2017 en todo el mundo, lo que equivale al 19% del total de casos relevados por la organización ese mismo año.

Acoso

A la periodista Clara Martínez de la Red Paraguaya de Comunicaciones (RPC) hinchas del club de fútbol Cerro Porteño la besaron mientras estaba realizando entrevistas en las afueras del estadio para cubrir las repercusiones de un clásico de fútbol. Fue el 26 de agosto de 2017. Después de esta situación de abuso, el Sindicato de Periodistas del Paraguay emitió un comunicado en el que rechazó toda forma de violencia y discriminación contra las mujeres periodistas. Por su parte la directiva del Club de Fútbol también condenó el hecho de violencia y expresó su solidaridad. Es una historia entre tantas que ocurren a diario pero no se dan a conocer públicamente por distintos motivos.

“En el caso de las mujeres periodistas, los obstáculos y la violencia que afronta habitualmente el periodismo en la región se ven acrecentados o adoptan formas específicas como consecuencia de las desigualdades de género por el hecho de ser mujeres”, firma el Relator Especial Edison Lanza.

Tecnoviolencia machista

A nivel global, en 2017 el 48% de las casi 400 periodistas de 50 países que respondieron una encuesta en línea realizada por la Federación Internacional de Periodistas (FIP) indicó que había sufrido diversas formas de violencias machistas relacionada con su trabajo. Es decir, una de cada dos periodistas sufre violencia machista en el trabajo según la FIP.

Para la CIDH la violencia en Internet contra mujeres periodistas debe ser abordada igualmente desde una perspectiva de género que garantice que este grupo de mujeres pueda ejercer su derecho a la libertad de expresión tanto fuera de línea como en línea.

Los actos más usuales de violencias basada en género reportados por las periodistas incluyen el maltrato verbal (63%), el maltrato psicológico (41%), la explotación económica (21%) y la violencia física (11%). Estas formas de violencias son ejercidas tanto por personas fuera del lugar de trabajo (fuentes, políticos, lectores, u otros oyentes) como por jefes o superiores. Asimismo, el 44% de las mujeres encuestadas indicó haber sufrido ciberacoso.

Las violencias machistas en el ámbito digital es otra de las preocupaciones del informe de la CIDH. De acuerdo a un informe de alcance global realizado entre 2017 y 2018 por International Women´s Media Foundation, el 63% de las 597 mujeres periodistas encuestadas indicó que había sido amenazada o acosado en Internet. El Relator Especial remarca en el informe “la falta de acciones de concientización contra la violencia de género en internet enfocadas en la región”.

Y enlista una serie de falencias: “estos problemas incluyen la falta de mecanismos de denuncia confiables, fáciles de usar y transparentes en cuanto a los procedimientos que se siguen luego de recibida la denuncia. Muchas de las denuncias presentadas por las usuarias de redes sociales no reciben respuesta alguna1, no son abordadas en forma expedita, o bien, son desestimadas en base al argumento de que los hechos de violencia de género en línea reportados no violan las normas de la comunidad, reportan diversas organizaciones”.

Faltamos en los medios

El informe también señala que aunque en los últimos años se registran cada vez más mujeres ejerciendo el periodismo, las normas sociales y los estereotipos de género todavía “representan un enorme desafío para la capacidad de la mujer para iniciar y llevar a cabo una carrera en el ámbito del periodismo en igualdad de condiciones con el hombre”.

Según los hallazgos del Proyecto de Monitoreo Global de Medios, en América Latina, el 43% de las personas que presentaban o reportaban noticias en 2015 eran mujeres, un 15% más que en el año 2000. En el Caribe, la cifra alcanzó el 45%.

En América Latina, el 41% de las noticias sobre gobierno y política relevadas en 2015 fueron reportadas por mujeres, cifra que se ubica en el 28% en América del Norte

El efecto es la falta de perspectivas y voces femeninas en los medios de comunicación en relación con una amplia gama de cuestiones, lo que tiene consecuencias graves para la libertad y la pluralidad en los medios de comunicación. Esta exclusión afianza la discriminación y la desigualdad

Sin embargo, la evidencia también señala que la presencia de mujeres en puestos de gobierno y alta gerencia de las empresas periodísticas es escasa. De acuerdo a datos relevados por la Federación Internacional de Periodistas (FIP), la representación de las mujeres en los puestos de dirección de las compañías de medios de América Latina es inferior al 25%

Otro estudio que cita el informe del Relator Especial es el de International Women’s Media Foundation (IWMF) que plantea que la mayor desigualdad salarial se da en los puestos de gobierno de las empresas – en los cuales los hombres llegan a ganar el doble que las mujeres- y en los escalafones más altos de los puestos de alta gerencia.

El análisis de la CIDH cruza  -además de género- la variable raza y hace foco en la subrepresentación de las periodistas afrodescendientes. En Brasil, el 86% de las 500 periodistas entrevistadas por el Sindicato de Periodistas –en el marco de una investigación realizada en 2016– consideraron que sus colegas afrodescendientes tienen menos oportunidades de acceder puestos de trabajo en medios de comunicación tradicionales. Otra investigación corroboró que las periodistas y las trabajadoras de los medios afrobrasileñas ocupaban los puestos de menor jerarquía. De acuerdo al estudio, en Brasil, las posiciones de mayor poder en las empresas de comunicación siguen siendo ocupadas por “hombres blancos, seguidos por hombres negros y sólo entonces por mujeres blancas seguidas por las mujeres negras”.

La CIDH también ha observado con preocupación que la falta de participación de las personas afrodescendientes en los medios de comunicación y la prevalencia de una participación estereotipada de estas profesionales vinculado a la “folklorización” y “exotización”, contribuye a perpetuar los estereotipos y prejuicios hacia ellas y sus realidades. Del mismo modo, las mujeres indígenas también han denunciado que sus experiencias y problemáticas continúan sin ser debidamente visibilizadas en los medios de comunicación públicos y privados.

No trabajamos, ni nos dan voz

En América Latina las mujeres alcanzan el 25% de las personas que figuran en las noticias sobre temas políticos y económicos, según datos de 2015. Paradójicamente, ese mismo año, la región encabezaba el ranking de países con más mujeres en puestos políticos de alto nivel

Las mujeres constituyen únicamente el 29% de las personas sobre las cuales se lee, se ve o se escucha en las noticias tanto de los medios tradicionales (prensa escrita, televisión y radio) como de los medios en línea en América Latina, situación que no ha variado en los últimos años. Según los resultados del Proyecto de Monitoreo Global de Medios, este porcentaje es levemente superior al registrado a nivel mundial (24%) y levemente inferior al registrado en América del Norte (36%).

Recomendaciones

El informe enumera una serie de recomendaciones a los Estados, a los medios y a las plataformas en línea. Para la CIDH la seguridad de las y los periodistas es un prerrequisito del ejercicio del derecho a la libertad de expresión y la libertad de prensa. A los Estados, por ejemplo, les sugiere fortalecer y aplicar las medidas jurídicas que fomenten y protejan liderazgo de las mujeres en la sociedad y su participación en el debate público en condiciones de igualdad, así como normas que contemplen una sanción efectiva de la violencia basada en el género contra mujeres periodistas en el curso de su trabajo.

Para las universidades y escuelas de periodismo la CIDH sugiere diseñar e implementar los programas de educación en periodismo con perspectiva de género.

Para los medios la recomendación, entre otras, es establecer políticas internas con disposiciones específicas en materia de violencia y acoso sexual, que incluyan procedimientos internos y mecanismos independientes de denuncia y rendición de cuentas. La CIDH señala que la elaboración de estas políticas debe involucrar la participación activa de las mujeres.