Siempre nos leímos en segunda persona, siempre han escrito por y sobre nosotras, marcando como quien marca su territorio, ese donde no había cabida para nuestra pluma.
Ahora es necesario que las trabajadoras sexuales escribamos en primera persona. Tomemos este espacio, que suele ser muy elitista y excluyente con las putas y las marronas y que hoy nos convoca y nos interpela a visibilizar nuestras historias, vivencias y realidades como sujetas de derecho y no como objeto de estudio. Queremos contar nuestras vivencias con los clientes en la noche, en el día, para derribar toda la estigmatización y los prejuicios que se han creado sobre la prostitución y también para visibilizar a la sociedad.
Con una voz que emerge desde los márgenes, las calles, las zonas rojas, las invisibles.
Cada una de las que militamos en AMMAR hicimos nuestro proceso de empoderamiento y hoy con orgullo gritamos: somos trabajadoras sexuales.
Ojalá esta mesa compartida con travas, marronas y putas sirva de puntapié para que el arte nos reconozca históricamente como tal.
Somos orgullosamente putas y militantes. Nuestras voces merecen ser escuchadas, nuestra pluma merece ser leída.
Es hora de nuestra revancha.