El acoso sexual en tres actos

El acoso sexual funciona como una manera de sacar de la competencia a las mujeres que disputan poder. La abogada feminista Sabrina Cartabia Groba reflexiona sobre el potencial disciplinante que tiene esta práctica social sobre los cuerpos no dominantes (mujeres, adolescentes, travestís, trans y varones que no encarnan el estereotipo del macho que todo lo domina).

Primer acto: una mujer política discute con un varón político. El corta la discusión con una frase tan desubicada como efectiva “¿También gritas así cuando te cogen?”

Segundo acto: una mujer joven es invitada a un evento de networking. Son todos varones menos ella. Durante las presentaciones, cuando se da el intercambio protocolar de tarjetas, en tono jocoso uno de ellos le dice adelante de todos los asistentes “No le des tu tarjeta a él. Te quiere invitar a salir.” Otro de los presentes le elogia las piernas.

Tercer acto: un medio argentino publica una columna de opinión donde se escribe que votar por una candidata es una invitación a complacerla sexualmente, preparándola para un coito exitoso.

¿Cómo se llama la obra? Acoso sexual.

El acoso sexual tiene múltiples manifestaciones. Sin embargo existe una explicación hegemónica que lo asocia con la virilidad y el supuesto irrefrenable deseo sexual masculino que la acompaña. Esa interpretación elude el potencial disciplinante que tiene esta práctica social sobre los cuerpos no dominantes (mujeres, adolescentes, travestís, trans y varones que no encarnan el estereotipo del macho que todo lo domina). La manifestación sobre la que quiero profundizar es la que funciona como una forma de sacar de la competencia a las mujeres que disputan poder.

Los tres actos narrados más arriba tiene un componente común. Se deja de lado el núcleo de la existencia de esas mujeres en un espacio de poder para colocarlas dentro de escenas siempre heterosexualizadas de imaginación porno donde se repone un rol estereotipado, pasivo y sin poder que grita “no te olvides que sos un objeto sexual”. Los objetos no disputan poder, son consumidos por quien tiene el poder. Este golpe busca sacarnos del juego y deshacer nuestras posibilidades de pelear como iguales en la arena del poder.

Analizar el acoso sexual desde esta óptica es una oportunidad de desarrollo de potencias, nos permite reconocer cómo nuestras bombachas serán utilizadas como tecnologías opresivas en el debate público. Entonces podemos prepararnos para recibir estos golpes y evitar el Knock Out simbólico.

Analizar el acoso sexual desde esta óptica es una oportunidad de desarrollo de potencias, nos permite reconocer cómo nuestras bombachas serán utilizadas como tecnologías opresivas en el debate público. Entonces podemos prepararnos para recibir estos golpes y evitar el Knock Out simbólico.

Estamos dando un gran salto, el salto político, donde el poder está en juego tanto dentro de las relaciones íntimas como las públicas. Como lo personal es político y lo político es personal nos toca endurecer el cuero y aprender a esquivar los golpes para mantenernos ágiles y en pie. Esto se logra con preparación. Ensayemos una y otra vez nuestras respuestas, siempre colectivas, que con la sororidad y la astucia que estos tiempos de revolución feminista requieren, nos permitan seguir dando la pelea. Esta en juego nuestra vida y nuestra libertad.