El femicidio de Paola Tacacho en Tucumán era evitable

El femicidio de Paola pone en relieve una problemática específica que son las situaciones de violencias machistas en el ámbito de la docencia: ella había sido su docente y él su alumno. La hostigó hasta matarla. Paola presentó 13 denuncias en los tribunales tucumanos. Su familia hizo otras 4 más en Salta, su provincia natal. No hubo respuesta estatal a sus pedidos de ayuda. María Cecilia López fue colega de Paola. Enumera en este texto cómo se podría haber evitado este crimen.

En la calle, en pleno centro de San Miguel de Tucumán, Mauricio Parada Parejas mató a puñaladas a Paola Estefanía Tacacho el viernes 30 de octubre. Paola había sido profesora del femicida, que después del crimen se suicidó. Ella tenía 32 años. Había llegado a Tucumán a estudiar.

Paola era, también, mi colega. Mauricio fue alumno nuestro en el año 2015 en un traductorado de inglés durante apenas 4 o 5 meses. Fue poco tiempo pero abrió una historia de hostigamiento que duró 5 años y que tuvo como víctimas a Paola y a dos compañeros más, aunque con diferente escala de intensidad. Este femicidio, a todas luces, podría haberse evitado de múltiples maneras.

En primer lugar, si la institución educativa donde trabajábamos hubiese tenido un gabinete psicopedagógico que diera una respuesta a tiempo al acoso.

En segundo lugar, si las autoridades hubiesen acompañado institucionalmente la demanda contra él cuando Paola y otrxs colegas les manifestaron el asedio virtual con mensajes misóginos y racistas seguidos de amenazas de muerte que habían comenzado a recibir. Lejos de acompañar, se desentendieron desamparándolos completamente bajo el argumento que a ellos ya no les competía porque el alumno había dejado la carrera.

En tercer lugar, si el Ministerio de Educación y de Trabajo de Tucumán regularan como corresponde las instituciones educativas, sobre todo privadas, y las condiciones en las que trabajamos los docentes, no permitiendo bajo ningún punto de vista que nos sometan a la infinidad de atropellos a los que nos suelen someter. Muchas veces estas situaciones no las denunciamos por la escasez de fuentes laborales y por miedo a que otros privados nos “marquen” y no nos contraten. El listado de malestares varios va desde la precarización laboral, las condiciones infraestructurales deplorables, la sobrepoblación de las aulas, al sometimiento incluso a la violencia y amenazas dentro y fuera de las aulas por parte de alumnos y padres porque son los que pagan la cuota y la ausencia de una estructura de contención psicopedagógica tanto para estudiantes como para docentes.

En cuarto lugar, si el Poder Judicial y quienes administran la justicia hubiesen tomado sólo la primera denuncia que hizo Paola cuando ya tenía las suficientes pruebas y el suficiente terror. Y no dejaran que se acumularan 13 denuncias que quedaron durmiendo en un escritorio sin ningún tipo de respuesta.

Fueron un total de 13 las denuncias que Paola hizo en los tribunales tucumanos. Su familia hizo otras 4 más en Salta, su provincia natal.

En quinto lugar, si le hubiesen dado protección concreta a Paola: desde una perimetral con una pulsera o tobillera digital que se pueda monitorear a través de una app y no en papel en plena era digital. Sólo tenía una restricción de acercamiento que no impidió que el acosador, la atacara.

En sexto lugar, si el juez penal Francisco Pisa hubiese notificado a la decena de testigos que vimos al acosador rondar infinidad de veces por la casa de Paola, a un especialista en delitos informáticos para rastrear los IP desde donde la amenazaba, y hubiese unificado la causa con los otros antecedentes de acoso hacia otras mujeres, porque los había, antes de revocar el juicio por “falta de pruebas” y para “no dilapidar presupuesto”.

Y por último, si la familia del femicida, a la cual recurrió nuestra colega acompañada de un vecino ya como último recurso en su desesperación, le hubiese dado una respuesta responsable civilmente como comprometerse a acompañarla a la justicia, poniéndose a disposición para una internación dispuesta judicialmente, y no simplemente decir que no podían hacer nada porque él era adulto y no lo podían controlar, con el agravante de que en junio de este año ya tuvieron un diagnóstico explícito.

A las personas que creen que este es un caso cerrado porque el femicida se suicidó les digo que no: que esto no terminó, que hay mucho por exigir para que esto deje de pasar.

El femicidio de Paola pone en relieve una problemática específica que son las situaciones de violencias machistas en el ámbito de la docencia. Expone el pésimo funcionamiento de las instituciones educativas y el desamparo hacia los docentes en general, y las docentes en particular, cuyo bienestar mental y físico importa menos que las ganancias porque no se invierte.

Visibiliza la urgencia de trabajar en las aulas desde una perspectiva de género, de respeto a la diversidad, y desde la Educación Sexual Integral. Pone en relieve que la vida de las mujeres en la provincia de Tucumán y en este país están en constante riesgo.

Denunciar puede convertirse en un riesgo más si no hay una intervención integral. Nuestra otra colega, a la que también atosigó el femicida de Paola, hoy está viva tal vez por no hacerlo, porque de ese modo el agresor no se enteró dónde vivía como pasó con Paola a través de las notificaciones de las denuncias, porque siempre caminaba cuadras de más para despistarlo cuando salía del trabajo y él también la esperaba, porque su pareja la tenía que ir a buscar cuando ella lo veía afuera, mientras desde la institución la trataban de exagerada porque él no hacía nada, sólo estaba ahí parado.

El femicidio de Paola muestra que para los medios también nuestras vidas valen menos que una primicia cuando rápidamente y sin chequear titulan que se trataba un discusión de pareja, cuando la víctima ya está muerta y no puede defenderse, e insistiendo en un vínculo sexo afectivo falso porque es una fórmula que vende, cuando ponen el foco sobre la víctima con una nota que escarba cómo era su vida alimentando el morbo de la gente e intentando encontrar alguna fisura en su autobiografía que justifique su muerte atroz.

Las organizaciones sociales contaron 4 femicidios en el mes de octubre en Tucumán, la última provincia del país en adherir a la Ley Micaela. Este lunes 2 de noviembre Ni Una Menos Tucumán convocó a una concentración frente a la Casa de Gobierno. Marchamos porque no nos resignamos. El Estado y todas sus instituciones defectuosas, indiferentes y cómplices son responsables y deben responder ante esta brutalidad. No queremos ser remeras, queremos respeto por nuestras vidas, tenemos derecho a existir.