Elizabeth Duval: “La izquierda tiene que ocuparse de ofrecer un horizonte de certeza”

Este 23 de julio hay elecciones generales en España y la extrema derecha de Vox se acerca al poder de la mano de un cantado pacto con el conservador Partido Popular, primero en las encuestas. “Una parte de esa voluntad punitivista y del castigo es la forma de responder a la demanda de cierto orden en un momento de incertidumbre” dice Elizabeth Duval, en diálogo con LatFem. La joven escritora y activista feminista hace poco fue nombrada Portavoz de Sumar, la coalición de izquierda que se disputa la tercera fuerza en el Congreso. En Madrid, conversamos con ella en la previa de los comicios del próximo domingo.

España atraviesa su tercera ola de calor del verano: las temperaturas en el centro del país oscilan los 40º diarios y en Andalucía, hace algunos días, varias provincias superaron los 45º. La convocatoria a elecciones en pleno julio, con la mitad de la población de vacaciones, hizo que se disparen los pedidos para votar por correo: las oficinas postales están desbordadas y, una semana antes de los comicios, aún faltaban miles de sobres que enviar a los colegios electorales. Alberto Núñez Feijóo, candidato a la presidencia por el Partido Popular (PP), llegó a insinuar un intento de fraude. El clima electoral en el país peninsular no dista demasiado del termómetro ambiental.

El 28 de mayo la derecha dió un batacazo en las elecciones municipales: el PP desplazó al PSOE como principal fuerza territorial al imponerse en 9 de las 12 comunidades autónomas y el presidente Pedro Sánchez decidió adelantar las elecciones de diciembre a julio. Vox duplicó los resultados de 2019 y Yolanda Díaz se insertó con Sumar, el nuevo espacio de izquierda a donde acudieron todos los partidos de ese universo, incluido Podemos, el último en firmar la incorporación.

El contexto es el de la avanzada de los discursos conservadores, negacionistas y penalistas, un oficialismo golpeado por las elecciones municipales de mayo y una fuerte agenda mediática contra los movimientos y leyes vinculadas al colectivo LGBTIQ+. “Creo que caemos en un error como movimiento cuando entramos en esta especie de visión de túnel a través de la cual todo se resuelve con una reforma del Código Penal o con mayores penas, que es algo que la criminología nos demuestra, además, que no es así”, dice a LatFem la escritora y activista Elizabeth Duval, Portavoz de Feminismo, Igualdad y Libertades de Sumar, la coalición de izquierda liderada por la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Está hablando de la polémica alrededor de la ley conocida como “Sólo sí es sí”, una norma sobre violencia sexual presentada por el Partido Socialista (PSOE) e impulsada por la ministra de Igualdad, Irene Montero, que sitúa el consentimiento en el centro y que, a fines de 2022, encendió la alarma social debido a una indeseada consecuencia: la rebaja de condenas a centenares de agresores. 

Todo el peso del cuestionamiento le cayó encima a Irene Montero y al Ministerio de Igualdad, además parecía por momentos que provocaba más reacción la pulsión punitivista que una preocupación real por las víctimas…

Creo que en un momento de auge de la reacción, ha habido una cierta manera de punitivismo social, que también tiene sus vertientes en muchas de las propuestas (electorales). Hay muchos componentes a los que no se les presta atención, y que es a los que deberíamos y recogemos en Sumar, que tienen que ver con los recursos para las víctimas y la implantación de una justicia restaurativa que vaya más allá de las lógicas del castigo. Porque ni con la lógica del castigo ni con la política carcelaria vamos a acabar con la violencia machista. Y también tiene que ver con que una parte fundamental de esa voluntad de castigo, punitivista, es la forma de responder a una demanda de cierto orden en un momento de incertidumbre. Y es un deseo al cual también la izquierda puede responder. La izquierda tiene que ocuparse de, para que el orden no sea una cuestión de derechas, no sea castigo y represión, ofrecer un horizonte de certeza, de estabilidad. Una forma de ordenar la vida que vaya en el sentido de hacer vidas mejores y no vidas más represivas, reprimidas y castigadas.

Elizabeth Duval nació en Alcalá de Henares en 2000, se licenció en Filosofía y en Filología Francesa en la Sorbona de París y en la actualidad es secretaria de Igualdad del Sindicato de Periodistas de Madrid. Dice que como Portavoz sólo está para transmitir mensajes, políticas, formas de hacer y de llevar la conversación en los debates, pero que no le interesa ni dirigir, ni ir en listas en el Congreso, ni ocupar cargos orgánicos de ningún partido. “Yo estaría mucho más tranquila de no haber aceptado este rol (la portavocía). Es una decisión que no me sale rentable. Mis motivos para aceptar fueron morales y éticos: si he insistido tanto en la necesidad de los debates y diálogos feministas y de pensar de qué forma queremos que la juventud se implique en la transformación de su país, pues lo coherente, lo que debo hacer, es aceptar”.

En las últimas semanas todas las encuestas ubican al PP por delante del PSOE, aunque ninguna da una diferencia suficiente como para que el partido de Núñez Feijóo pueda gobernar sin el pacto con Vox. Según los sondeos, el PP conseguiría entre 136 y 154 escaños, y el umbral de mayoría absoluta para un gobierno en solitario (es decir, sin la conformación de un gobierno de coalición, como lo requiere España) es de 176. Ésta sería la primera vez en más de 40 años de democracia que la ultraderecha llega a un proceso electoral con posibilidades de formar parte del gobierno. Abascal declaró que ésa será su condición para permitir que Feijóo sea el nuevo presidente: tener ministerios.

Por otra parte, la puja por ser la tercera fuerza entre Vox y Sumar ubica en los últimos días al partido de Yolanda Díaz un poco por encima del espacio de Abascal. Estos resultados podrían haberse profundizado luego del último debate oficial en la televisión pública al que asistieron Díaz, Sánchez y Abascal, con ausencia anunciada de Feijóo. Mientras que en el primer debate entre Sánchez y Feijoó, el líder del PP fue nombrado ganador, en esta ocasión las miradas estuvieron puestas en el desempeño de la dirigente de Sumar. 

Por la batalla cultural: ¿qué se juega con un pacto entre el PP y Vox?

Hace un mes, la calle Alcalá del centro de Madrid amaneció con una lona gigante firmada por Vox: era la imagen de un gran cesto de basura con una mano que tiraba dentro de él papeles con el símbolo del feminismo, del movimiento okupa, la bandera LGBTIQ+, la de Catalunya, la comunista de la hoz y el martillo y hasta la Agenda 2030. En la imagen se podía leer: “Decide lo que importa”.

A principios de julio, personas y colectivos del mundo de la cultura denunciaron la censura ejercida por el PP y Vox en varios municipios de España, luego de una oleada de vetos y cancelaciones promovidos por concejalías tras los pactos de esos dos partidos en los gobiernos locales. Algunas de las obras suspendidas fueron la representación teatral de Orlando, de Virginia Woolf, la proyección de la película infantil Buzzlightyear y otras como la de una obra de teatro que cuenta la historia de un maestro republicano fusilado, o una que trata de trastornos alimentarios.

La semana pasada, la diputada de Vox María Ruiz llamó “enferma crónica” a Duval, en medio de un debate organizado por la Agencia EFE sobre políticas de igualdad. Ruiz expresó su voluntad por derogar la “Ley Trans” debido a la preocupación que le provoca el futuro de los niños y menores que deciden hormonarse y “convertirse en enfermos crónicos de por vida”. Duval le preguntó, entonces, si la consideraba a ella una enferma crónica. “Si tiene que medicarse constantemente, quizás sí” dijo Ruiz, argumentando que eso “es negativo para vuestra salud”. Duval le respondió contundente: “Más negativo es que un 67% de personas trans pensaba en el suicidio antes del tránsito, también tránsitos médicos, y un 3% lo sigue pensando después”.

—Hay una obsesión en la derecha con la Ley Trans, al menos durante esta campaña. ¿Qué es lo que prende tanto de este discurso en cierta opinión pública?

Creo que han sabido jugar muy bien con ciertos miedos específicos, como el miedo vinculado al deseo de los padres de proteger a sus hijos, que es un deseo razonable y comprensible. Cuando tú a esos padres les dices que a sus hijos los van a mutilar, los van a hormonar, es normal que entren en pánico. Lo que pasa es que eso es una mentira. Se han aprovechado de esa mentira para inducir ese pánico moral. Y creo que lo que tenemos que hacer en parte tiene que ver con otra forma de pedagogía y de dirigirnos a esa gente que ha sentido miedo, asegurándoles tranquilidad, diciéndoles que no es cierto.

—Tu incorporación al equipo de Sumar puede leerse como un llamado a la representatividad en varias líneas identitarias: joven, mujer, trans…

¡Y lesbiana! Creo que hay una gran desafección con la juventud que tiene que ver con esa falta de representatividad, con no encontrar gente como ellos. Es algo que hace unos años se encontraba un poco más, y que generó una gran ilusión con ese momento de cambio después del 15M y la aparición de Podemos. 

—¿Y cómo fue el pedido para la portavocía?

Bueno, ¡fue en un contexto particular! El día que Yolanda Díaz me ofreció la portavocía fue en la marcha del orgullo. Era la primera vez que una vicepresidenta del gobierno acudía a una carroza, y a mi me habían invitado a la de Sumar. Entonces, en medio de la manifestación, con masas de gente alrededor y banderas de arcoíris, me dijo: “Cuando puedas acércate, que quiero hablar contigo un cuartito de hora”. Y me lo pidió. Yo estaba con mi pareja. Lo hablamos, y al rato acepté.