“En Brasil está en juego el vínculo entre Iglesia y Estado”

¿Cómo fue la transformación de la política brasileña en la última década? ¿Qué rol tuvieron las iglesias evangélicas en esa transformación? ¿Cómo influyeron en la campaña electoral? Para entender cómo influye el evangelismo en el proceso electoral en Brasil, conversamos con Vinicius Do Valle, doctor en Ciencia Política e investigador especializado en política y religión.

Vinicius Do Valle es Doctor en Ciencia Política y director del Observatorio Evangélico. Durante la última década se dedicó a la investigación de la Asamblea de Dios, un grupo de más de 144 iglesias autónomas y autogobernadas que juntas forman la organización pentecostal más grande del mundo. En la recta final hacia la segunda vuelta en Brasil, conversamos con él sobre el vínculo entre política y religión y por qué el evangelismo se convirtió en un actor político fundamental en el país carioca. “Hoy los partidos políticos precisan dialogar con los evangélicos porque son el 30% de la población brasileña. Es un contingente electoral realmente muy poderoso, muy fuerte. Un partido o un candidato no puede tener pretensiones de ganar elecciones sin conversar con estos grupos”, asegura.

– ¿Cómo explicarías la importancia que tiene la religión en la política de Brasil?

La religión en Brasil se ha vuelto más importante con cada elección. Buena parte del Brasil es cristiana. Casi el 90% del país es cristiano, y ahí contamos a los católicos y a los evangélicos. En las últimas décadas, hemos visto un crecimiento de grupos evangélicos del Brasil que llamaron la atención del activismo político y han crecido en la sociedad brasileña. En 1980 eran menos del 10% de la población y hoy están en torno al 30%. Ese es un dato es muy importante si nos ponemos a ver las consecuencias para el Brasil —y también si lo vemos como un caso para el mundo— porque no tenemos otro país que haya pasado por una transición religiosa del catolicismo al evangelismo tan rápido, y sin que hubiese una guerra civil o algo por el estilo. Estamos viendo eso suceder en el Brasil y parte de ese cambio tiene una fuerte influencia política. Hoy vemos a los evangélicos queriendo entrar en la política brasileña.

– ¿Podemos hablar de un grupo homogéneo o hay diferencias al interior del evangelismo?

Hay grupos muy diferentes, y tenemos que considerar esas diferencias, esa pluralidad, pero el evangelismo logró imprimir su cara en la política brasileña y modificar la forma en que se hace política en el Brasil. Entonces, yo diría que son un actor político muy importante.

– ¿De qué manera las iglesias evangélicas modificaron la política en Brasil?

En la forma en la que se hace campaña: hoy las iglesias son lugares muy importantes de campaña y también en las causas, en las agendas de la política, ¿no? Los evangélicos son conservadores en términos morales. Entonces, tienen una gran preocupación por temas como género, sexualidad, educación con relación a cuestiones de género en las escuelas, en relación al aborto, entre otros. Entonces, tienen una militancia muy fuerte dentro de esos temas imprimiendo un cambio en las agendas y en las formas en que se discuten en las elecciones brasileñas. Si vemos las últimas elecciones, esas causas fueron volviéndose cada vez más importantes, al punto de volverse casi centrales en el debate político que tenemos hoy.

– Para entender cómo funcionan, ¿cómo es la presencia territorial de estas iglesias?

Las iglesias evangélicas están principalmente en los lugares de mayor vulnerabilidad social. No solo ahí, claro, pero están principalmente en esos lugares porque son lugares en los que no existen otros espacios de cultura y de ocio, y la iglesia termina funcionando como un lugar de sociabilidad, como un lugar donde las personas escuchan música, aprenden a leer —muchas veces estudiando la Biblia—; también es un lugar donde las personas intercambian favores, puestos de trabajo, se ayudan entre sí. Entonces, las iglesias evangélicas terminan siendo muy importantes para la sociabilidad dentro de estos lugares de la periferia en Brasil. Parte de estas iglesias pequeñas están cerca de los barrios donde vive la gente. Eso es un fenómeno bastante importante para que observemos.

– Un fenómeno importante y preocupante. ¿Por qué empezaste a dedicarte a estudiar este tema?

Sí, es preocupante porque la forma en que la religión está entrando en el debate político preocupa en relación al Estado laico; preocupa en relación a la forma en que las personas están discutiendo la política en términos del bien y el mal, en términos de Dios y demonio, y ya no en términos de alianzas, en términos propiamente del universo político secular. El propio lenguaje político se ha transformado y eso nos trae una preocupación democrática también.

– ¿Cómo es el mapa de las iglesias neopentecostales en Brasil? ¿Cuáles son las más influyentes en la política?

Son miles las iglesias evangélicas que tenemos en el Brasil. Y no exagero, son realmente miles. Si nos pusiéramos a ver el censo demográfico y viéramos el conjunto de denominaciones que son registradas, veríamos que todos los días se abren centenas de templos en el Brasil. Entonces, es una cosa muy fuerte de ver. La mayor parte de esas denominaciones son pequeñas, pero existen también grandes denominaciones como, por ejemplo, las Asambleas de Dios —que tienen diferencias muy grande entre ellas—, la Iglesia Universal del Reino de Dios, la Congregación Cristiana del Brasil, la Iglesia Renacer, la Iglesia Cuadrangular. Esas son las iglesias más importantes, además de los bautistas, que son los evangelistas históricos —es decir, esos evangelistas que vinieron por el efecto de la migración en Brasil y que tienen un tipo de culto más tradicional—. Entonces, son muchas denominaciones evangélicas que tienen representatividad en el escenario político y social brasileño.

– Basta ver un rato la televisión para ver la cantidad de canales y programas que tienen esas iglesias. ¿Cómo es el vínculo del evangelismo con los medios de comunicación?

En Brasil, las iglesias evangélicas tienen esa práctica de comprar canales o espacios en los canales de televisión para promocionar sus cultos y prácticas religiosas, para dominar el debate en relación a sus intereses económicos y políticos, y para conquistar más fieles. Ciertamente, los canales de televisión son negocios y en el gobierno de Jair Bolsonaro vimos cómo él facilitó la regulación en cuanto la grilla de horarios en la televisión y las radios para las iglesias y para cualquiera que quisiera comprarlos. Además de eso, en este último gobierno hubo un interés por facilitar la apertura de las iglesias y la legalización de los templos, hubo una mayor excepción a los impuestos que pagan los pastores, las iglesias y los templos, entre otras medidas que los favorecieron. Entonces, vemos que existen esos intereses en la relación con el poder y con el Estado en Brasil.

– ¿No es un Estado laico?

Es complicado que clasifiquemos a Brasil como un Estado no laico porque legalmente es laico. Tenemos tribunales que garantizan cierta separación entre Iglesia y Estado, pero vemos que esas líneas están siendo traspasadas en todo momento. Obviamente, no es sólo en el Brasil que eso sucede, la influencia de la religión en la política está en todos lados. Podemos discutir cómo es que surge ese concepto de laicidad, cómo aparece en diferentes países y configura una relación entre Iglesia y Estado. Pero, ciertamente, desde un pensamiento tradicional, hoy vemos que ciertas líneas en la relación entre religión y política están siendo traspasadas. 

– ¿Cómo impacta esto en la vida cotidiana de las personas, por ejemplo, en la obstaculización de los derechos sexuales y reproductivos?

Brasil ya tiene una legislación bastante restrictiva, por ejemplo, cuando se trata del aborto: sólo es permitido en casos de violación y en casos en que la mujer o el bebé corren riesgo de vida. Y hoy estamos viendo que incluso esos casos están siendo relativizados por quien está en el poder. Entonces, eso dificulta mucho el acceso a derechos y se ponen obstáculos para que se garantice el derecho al aborto, incluso en esos casos permitidos por la ley a través de complicaciones jurídicas, intervenciones de ministros para intentar postergar la realización de un aborto legal, etc. Además de eso, vemos un intento de restringir el combate a la LGBT-fobia y la homofobia en las escuelas, el avance de un discurso que dice que eso no se debe enseñar en las escuelas, que es una cuestión de las familias, que cada uno tiene derecho de tener su propio pensamiento sobre eso. Y eso es un problema porque el combate a la intolerancia debería ser una práctica del Estado, ¿no es cierto? Es el Estado el que debería desincentivar prácticas de intolerancia y la escuela es el lugar para eso, pero vemos que existe una militancia de las iglesias más conservadoras que quieren impedir esa discusión y ese combate a la intolerancia en las escuelas. 

Una política que va a contramano de ciertos avances que hubo en los últimos años en la región.

Sin duda. Si pensamos en el avance en relación a las causas de derechos humanos, vemos que esa política religiosa está actuando en contramano de esa dirección. Y Brasil, por consecuencia, está caminando en contramano del avance en los derechos humanos. En esta elección también se pone eso en juego.

– ¿Por qué son tan importantes estas elecciones para la democracia brasileña y, sobre todo, para el vínculo entre política y religión?

Ciertamente tienen una importancia muy grande, no sólo en relación al vínculo entre política y religión, sino en relación a la propia democracia. Hoy vemos al Brasil frente a amenazas democráticas, vemos instituciones que están siendo atacadas en todo momento y, de cierta forma, estas elecciones van a marcar cómo es que Brasil se va a configurar institucionalmente en el futuro. Si vamos a tener un retroceso democrático fuerte o si vamos a conseguir mantener los recursos institucionales democráticos que tenemos hoy en día.

– Teniendo en cuenta la diversidad que hay entre las distintas iglesias evangélicas, ¿cómo es el vínculo entre los partidos políticos y el evangelismo?

Hoy los partidos políticos precisan dialogar con los evangélicos, primero, porque son el 30% de la población brasileña, es un contingente electoral realmente muy poderoso, muy fuerte. Un partido político o un candidato no puede tener pretensiones de ganar elecciones sin conversar con estos grupos. Entonces, ellos tienen una relación con casi todos los partidos políticos, pero ciertamente están más presentes en los partidos de derecha en el Brasil y hoy están bastante aglutinados en torno del actual presidente Jair Bolsonaro. Esto se ve incluso en el slogan de campaña del presidente: “Brasil por encima de todo. Dios por encima de todos”. Esa cuestión religiosa, como si una versión de Dios debiera ser impuesta para toda la población, es lo que está en juego también dentro de esta elección porque nosotros somos un país mayoritariamente cristiano, pero tenemos un Estado laico, la práctica de otras religiones y también un conjunto de personas que no son religiosas y que deben ser respetadas en un Estado democrático. Por eso, creo que en estas elecciones también está en juego el vínculo entre Iglesia y Estado.

– En Argentina hay un crecimiento de estas iglesias, ¿esto está ocurriendo también en otros países de la región? ¿Es un fenómeno al que deberíamos prestarle atención?

Brasil hoy es un exportador de iglesias y vemos iglesias que existen aquí alcanzar espacios en varios países de la región. Creo que es importante tener una preocupación por el carácter democrático de la sociedad, siempre entendiendo que vivimos en una sociedad con libertad religiosa y está bien que así sea. Estas iglesias tienen varias características que inclusive son positivas en términos de sociabilidad y de creación de lazos sociales, pero una sociedad democrática es siempre una sociedad también alerta, vigilante, de sus principios democráticos. Esto no quiere decir que si tenemos iglesias evangélicas que están llegando a otros países, esas iglesias sean una amenaza a la democracia. No podemos ser deterministas en ese punto, pero es importante estar alerta con respecto a los valores democráticos de nuestros países.

– Es decir, hay que estar atentos y atentas a cómo se vinculan con la política y los Estados, pero sin prejuicios.

Claro, es muy importante saber observar ese universo evangelico y no tener un prejuicio con él, no creer que se trata siempre de personas muy conservadoras, que van a ser violentas, que van a atacar a los principios democráticos. No se trata de eso. Tenemos un conjunto de iglesias que es bastante plural. Los evangélicos son muy heterogéneos y si vemos problemas en relación a la convivencia democrática entre algunos sectores del evangelismo, no podemos hacer esa extrapolación para ese conjunto como un todo. Y, claro, tenemos que combatir ciertas prácticas específicas que suceden dentro de algunas iglesias específicas. Por eso sostengo que tenemos que estar en estado de alerta democrático, pero no podemos caer en otro problema democrático, que es la intolerancia religiosa contra los evangélicos o contra cualquier otro grupo religioso en Brasil o en cualquier lugar.

– Se habla mucho de la colaboración de las iglesias evangélicas con los partidos políticos. ¿Cómo fue esa colaboración concretamente, por ejemplo, en la candidatura de Jair Bolsonaro?

Le dieron un apoyo muy fuerte, ofreciendo sus templos para que el presidente haga campaña e, incluso, muchos pastores fueron portavoces de la campaña de Bolsonaro. Entonces hubo en los propios cultos religiosos un esfuerzo muy grande para defender al presidente y su candidatura. Por eso, cuando vemos las encuestas electorales, vemos un porcentaje muy grande de evangélicos, casi la mitad de ese grupo, apoyando la reelección de Bolsonaro. Eso refleja un poco esa campaña hecha por las iglesias evangélicas que fueron piezas fundamentales para la campaña del actual presidente, inclusive aprovechándose de la poca regulación sobre lo que se puede y lo que no se puede decir sobre política dentro de los espacios y cultos religiosos. Existe una fiscalización y una regulación muy baja en el Brasil en torno a eso, y los pastores se aprovechan para utilizar el púlpito religioso para hablar sobre las elecciones y defender abiertamente a un determinado candidato.

– ¿Qué significa Lula Da Silva como principal opositor a Jair Bolsonaro para estos sectores conservadores?

Lula está siendo tratado actualmente como un enemigo, a pesar de que durante sus gobiernos él siempre tuvo una relación muy armoniosa con los evangélicos. Sin embargo, por la alianza de estos sectores con Bolsonaro, crearon una imagen de Lula como alguien anti-cristiano y muchas personas están reproduciendo ese discurso en los templos, como si Lula realmente fuera un adversario o pudiera hacer algo contra las iglesias. Eso no es cierto. La propia Constitución brasileña no permite que nada sea hecho en contra de cualquier religión, pero instalaron ese tipo de fake news respecto a Lula que vienen causando un efecto electoral importante. Inclusive varios pastores salieron a decir que Lula es el enemigo de los cristianos. Todo esto es parte de lo que está en la discusión política en el Brasil hoy, con un Estado muy degradado, y de lo que se define en estas elecciones.


Entrevista realizada en el marco del programa SIC. Periodismo textual, que se emite los viernes a las 21 por la TV Pública Argentina, con la conducción de Flor Alcaraz y Luciano Galende.
Dirección periodística: Juan Alonso
Producción periodística: Gastón Rodríguez
Producción: María Paz Tibiletti
Realización: Cristian Ubait y Ramiro Domínguez Rubio