En menos de una semana el gobierno nacional, la Asamblea de Diputados y la Corte Suprema de Justicia de Panamá actuaron de manera articulada para presentar y aprobar una ley que amparaba el contrato para la operación de la Minera Panamá, una mina de más de 13 mil hectáreas y que, desde 2019, extrae cobre, plata, oro y molibdeno dentro de una franja de bosques conocida como el “Corredor Biológico Mesoamericano”.
Este corredor se encuentra en una zona protegida ya que cuenta con una composición biodiversa clave para la vida de la región. Tras la aprobación de la ley de forma express e inconsulta, comunidades y movimientos sociales salieron de manera masiva a las calles para exigir el cese de la explotación minera. Bajo el lema “En Panamá el oro es verde” sostuvieron la importancia de defender al medio ambiente y argumentaron que la riqueza del país no radica en sus reservas de oro y cobre, sino en su biodiversidad.
Cuando Canadá te visita…
La empresa Minera Petaquilla, adquirida posteriormente por la empresa canadiense First Quantum, obtuvo la concesión del yacimiento en 1997. En 2017 la explotación minera fue declarada inconstitucional por la Justicia panameña por encontrarse en una zona de protección. En ese contexto, la misma Corte de Justicia había declarado al área donde se encuentran los yacimientos como protegida. Al mismo tiempo, la empresa avanzaba con la aprobación de los informes de impacto socioambiental y se disponía a continuar con su plan.
Durante esos años, First Quantum avanzó con el centro de procesamiento y la construcción del puerto mientras que la justicia resolvía si el contrato era o no constitucional. Es así que, en cuatro años, la transnacional continuó explotando minerales y exportó al menos 4 mil 900 millones de toneladas de cobre concentrado a Canadá, China, España, Japón, Corea del Sur y Alemania. La empresa generó 2 mil millones de dólares y Panamá ni siquiera recibió el pago de los impuestos por las ganancias obtenidas. Finalmente, a principios del mes de noviembre de 2023, el gobierno aprobó el contrato y desencadenó las manifestaciones.
El accionar implementado por First Quantum en Panamá se replica en toda América Latina y el Caribe con las diferentes empresas canadienses. Según el informe presentado por el Grupo de Trabajo sobre Minería y Derechos Humanos de América Latina a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos durante 2014, la minería representa el 4% del PBI de Canadá y se despliega ampliamente en la región: de los 148.7 mil millones de dólares en activos mineros de empresas canadienses en el exterior, 66% (99.1 millones) se encuentra en territorio latinoamericano. Mientras Canadá se lleva ganancias millonarias, a los pueblos de la región solo les queda el deterioro ambiental.
¿Transición para quién?
Si bien el cobre siempre ocupó un lugar destacado en la industria minera, durante los últimos años y tras la crisis mundial de los hidrocarburos, su extracción comenzó a ser central. Además de poseer capacidades de resistencia a la corrosión y flexibilidad, el cobre es conductor de electricidad. Por ese motivo, es un componente clave para el almacenamiento de energía en las baterías que se utilizan para los automóviles eléctricos.
El caso de Panamá expone de manera gráfica cómo, en la actualidad, quienes impulsan la transición energética lo hacen para sostener sus privilegios: un modelo de saqueo que sólo beneficia al norte global en detrimento de los países del sur. Una transición que tan sólo se propone como un cambio de una matriz energética a otra, ya que replica aquellas formas de explotación implementadas para la extracción de hidrocarburos. Esas mismas que nos trajeron a la actual crisis energética y climática.
El estallido social impulsado por organizaciones campesinas y ambientales, sindicatos y parte de la ciudadanía autoconvocada de Panamá, así como su reciente triunfo, fue un respiro para los movimientos socioambientales de toda la región. Su accionar es un ejemplo para los pueblos que hoy resisten a las no tan nuevas formas de explotación minera que se implementan para la transición energética.
Para conocer la mirada de las organizaciones que motorizaron la resistencia y pensar junto a ellas futuros posibles, LatFem dialogó con Ronaldo Ortíz, subcoordinador nacional del Frente Nacional por la Defensa de la Soberanía de Panamá (FRENADESO).
— Los últimos meses estuvieron marcados por una fuerte presencia del pueblo panameño en las calles contra la ley de minería de cobre, ¿qué implica este tipo de minería y porqué es importante frenarla?
— En primer lugar, tenemos que indicar que la lucha en contra de los proyectos extractivistas en Panamá viene desde muchos años atrás, podríamos decir que desde hace décadas. Panamá es un territorio, comparado con otros países, pequeño. Además tiene su propia composición geológica, nuestra flora, fauna y biodiversidad es considerada una de las principales del planeta según la proporción que tenemos en territorio. Eso también ha marcado mucho: el tema del cuidado de la vida, la tierra y la biodiversidad entra mucho ese sentido patrio o nacionalista que tenemos como pueblo. Por ese motivo, la extracción no puede ser impuesta ni mucho menos venir desde afuera.
Ese es uno de los principales ejes de la resistencia, la oposición a aquellos proyectos que solo favorecen a quienes hacen el negociado y, por ende, la corrupción que conlleva. Ese sentido de defensa de nuestros intereses como pueblo logró la movilización de todos los sectores del país que se movilizaron durante el último tiempo. Logramos un avance en la lucha para que se declarara inconstitucional una ley que ha violado 45 artículos de la Constitución Política de Panamá. Este tipo de proyectos, en el caso panameño, no favorece de ninguna manera ni en lo social ni en lo ambiental, mucho menos en lo económico a nuestros pueblos. Solamente es para esos grupos empresariales que les interesa su negocio.
— El cobre es un mineral estratégico para la llamada “transición energética”. Sin embargo, los pueblos advierten que su tipo de extracción no tiene nada de limpio. En ese sentido, ¿qué lectura hacen de la transición energética tal como es planteada en la actualidad?
— Primero que entender que estamos en un sistema capitalista con un modelo neoliberal puro y duro. Si bien han querido “humanizarlo” en realidad lo están empeorando y vemos que es este mismo sistema el que solo ha favorecido a una fracción minúscula de la población mundial a costa de las grandes mayorías. Unos pocos imponen, hacen y deshacen el planeta en contra de más de siete mil millones de seres humanos. Nuestras luchas van por la vida, por la tierra, por los seres humanos, en fin por los seres vivientes en general y este tipo de transición, en el caso del cobre tiene alternativas. Formas que son de hecho renovables a partir de lo que ya existe, como el sol, el aire, los mares que tendrían otras formas de explotación y que no son tan dañinos como lo que es con la explotación minera en el caso del cobre que no es renovable ni limpia aunque así la presenten.
— ¿Cómo se ven afectados los pueblos por este tipo de discursos?
— Lo que sucede es que el cobre se ve como algo inmediato y que ha servido por muchos años pero para esa fracción minúscula de seres humanos que son los que controlan las riquezas del planeta. Ese es el tema que tendríamos que discutir y ver cómo este momento de lucha también nos sirve para analizar como pueblos. Tenemos que pensar cuál es nuestra real oportunidad de bien para todas y todos en función de esos aspectos de “transición energética” como se dice. Aquí hay un negociado, hay corrupción, hay interés en solamente explotar a las personas sin importar si se mueren o como viven. Así es como nos pasó y nos está pasando ahora, cuántos minerales imponen sus agendas y qué desafíos se presentan.
— ¿Cuáles son los pasos a seguir y qué desafíos se presentan?
— En lo específico de este proyecto minero lo que pedimos es un cierre planificado y ordenado para todas y todos los panameños. Queremos que se garanticen los derechos laborales de todos los trabajadores que tiene el proyecto, que sean contratados en otros puestos y que sean ellos mismos los que lleven adelante el cierre de la mina. Y en el caso general, como pueblo es seguir luchando seguir luchando para que este tipo de proyectos de extractivismo en territorios como el nuestro no sean favorables ni efectivos. Son nuestros recursos y somos los pueblos quienes debemos definir qué hacer con ellos. Un verdadero Proyecto Nacional de Desarrollo Humano obviamente debe derivar en lo económico, en lo social y en lo ambiental de manera articulada.
— ¿Qué implica el cierre del proyecto minero?
— En lo inmediato que la empresa se vaya ya desde este país y que el Estado asuma la responsabilidad. Pedimos que la empresa pague y cumpla con todo lo que conlleva el cierre ordenado de un proyecto minero de esta magnitud. Pero también pedimos que paguen los que violentaron la Constitución de la República de Panamá. Hablamos desde el Gobierno Nacional pasando por la Asamblea de Diputados hasta la Corte Suprema de Justicia. Porque muchas de esas figuras que tuvieron que reaccionar a la lucha del pueblo en las calles también estuvieron involucrados en todas estas anomalías y que afectaron al país.
— En el actual contexto de crisis climática la resistencia de Panamá y el freno a los proyectos extractivistas dieron un poco de esperanza a los movimientos ambientalistas y pueblos originarios de la región, ¿qué mensaje les quisieran transmitir?— A nuestros hermanos y hermanas de los pueblos de los pueblos originarios, de nuestras negritudes, todo el pueblo humilde, honesto y trabajador que lucha por la defensa de la vida, decirles que este paso que dimos como pueblo es un aporte a toda esa lucha que llevan todos nuestros pueblos desde mucho tiempo atrás. Primero, por la definitiva liberación de estas cadenas de opresión y de explotación en la que nos tiene un sistema económico, político y social impuesto en nuestro caso de América Latina. Así como nos han enseñado nuestros pueblos originarios y ancestrales con todo lo que han pasado por esta tierra que hoy conocemos como Abya Yala entendemos que hay que defender la patria a partir de su territorio, a partir de su vida y su naturaleza. Ese es nuestro humilde aporte en esa gran lucha y además de eso entre todos seguiremos hermanando esfuerzos para lograr lo que realmente merecen nuestros pueblos que no es más que felicidad, amor, igualdad y justicia social. Por eso esta lucha en contra del proyecto minero y contra estos intereses transnacionales nefastos que solo buscan explotación, miseria y muerte tenemos que seguir luchando y defendiendo. Sepan que en Panamá hay hermanas y hermanos que seguimos en esa misma línea de lucha y de defensa de nuestra Madre Tierra. En Panamá vamos a seguir resistiendo el embate del sistema económico y seguiremos promoviendo esos grandes planteamientos de nuestros libertadores, nuestros pueblos originarios y nuestros todos los pueblos que han luchado por la tierra y la patria. En Nuestramérica deben vencer los pueblos y como decimos acá en Panamá sin luchas no hay victoria y la pelea es peleando.