Fotos: Sol Avena.
¿Qué estabas haciendo cuando sucedió Cromañón? Es algo que repito (repetimos) y que siempre, siempre, siempre obtiene respuesta. Escribir sobre Cromañón es escribir sobre mi vida, abordar mi propia historia. Es que Cromañón es mi vida, pero también es la vida de una sociedad y de una generación.
En Argentina, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en diciembre del 2004 murieron 194 personas, la mayoría jóvenes. Es que en su mayoría éramos jóvenes lxs que estábamos viendo a Callejeros esa noche. Entonces, para hablar de mi historia, que es la historia de un montón de personas, de una sociedad y de una generación, no podemos escindir Cromañón de su contexto social: 2001, crisis económica, un presidente que renuncia y huye en helicóptero y otros cinco que se suceden en once días. Hambre, falta de guita, descontento social, orfandad política y de esperanza y en el medio, creciendo contra todo pronóstico, las juventudes que buscábamos vorazmente “otro viento mejor, uno que nos devuelva la voz”. Y lo encontramos en el rock, en el contenido de canciones que cantaban lo que queríamos escuchar y lo que queríamos vivir: “todos nuestros hijos van a poder comer y en nuestras almas va a dejar de llover”, “al fin va decir la verdad el que escribe los diarios, al fin van a dejar de rezarle a la televisión”, “que el aborto sea legal y que no sea un pecado mortal”, “por fin el gobierno va a ser de una mujer y no habrá juicio por fumar sin joder, y va a haber jueces cumpliendo la ley”.
Cromañón es mi vida, pero también es la vida de una sociedad y de una generación.
Y así, como lo encontramos, lo abrazamos. Y empezamos a gritar, cantar y bailar nuestra bronca y nuestra esperanza que ahora tenían cauce en las letras de una banda que no paraba de crecer. Pero también había otras bandas cantando nuestras verdades, era un momento social, con sus propias necesidades y sus propias demandas. Frente un capitalismo salvaje y una crueldad naturalizada, los pibes y las pibas nos abríamos paso hacia el futuro cobijados con palabras y sonidos que nos decían que se podía otra cosa. Y mientras nosotrxs seguíamos en la “salsa de los que tienen poco pero bailan igual”, había otros haciendo más negocios con nuestra esperanza, metiendo el triple de personas en un lugar cerrado, cerrando puertas con candado para que nadie pase sin pagar una entrada, cortando el agua de los baños para sacarnos guita en la barra, coimeando funcionarios públicos para no perder un solo centavo, ni un solo día, contra todo y todos, incluso las vidas que les permitían vivir del rocanrol.

República de Cromañón fue una trampa mortal, un engaño, una puesta en escena, una épica de la crueldad.
A 20 años, hemos construido, colectivamente y en lucha, pisos de derecho que resultan hoy inobjetables para nosotrxs y me animaría a decir para la mayoría de la sociedad. Pero parece que todavía necesitan ser explicados dentro de los recintos institucionales donde las personas que no nos cuidaron en 2004 tienen problemas para reconocernos en 2024.
Hoy tenemos una Ley de Reparación Integral que contempla una mejora en la calidad de vida de las personas del universo Cromañón, que el 12 de diciembre pasado, después de 20 años y gracias a la lucha perseverante de las organizaciones, es al fin de carácter vitalicio y contempla la apertura del padrón para que muchos sobrevivientes, que quedaron todo este tiempo fuera, puedan ingresar al fin, siendo paradójicamente ellos quienes con más urgencia necesitan que el Estado les repare algo de lo que les ha quitado.
Hasta el 11 de diciembre del 2024 solo 1.600 sobrevivientes estábamos empadronados y la ley tenía un vencimiento cada tres años, lo cual resultaba completamente revictimizante. Desde la Coordinadora Cromañón presentamos uno de los proyectos que implicaba tener cubiertas todas estas demandas pendientes. Y a 20 años de esta masacre, gracias a la lucha de todas las organizaciones del universo Cromañón, logramos una ley más cercana a nuestras demandas y derechos.
Tanto yo como otros tantos compañeros y compañeras encontramos en la militancia y en la construcción colectiva la forma de caminar con nuestra historia de la manera que entendíamos el mundo cuando todavía la muerte no nos había tocado la puerta: con trabajo serio, comprometido y creativo, para tener voz, para intentar armar un mundo mejor, para el desarrollo de la memoria colectiva, para que nadie más tenga que pasar lo que nosotrxs vivimos.

A 20 años, con una serie recién estrenada que celebro venga a poner sobre la mesa y en la casa de toda la sociedad argentina, latinoamericana y en el mundo un atisbo de nuestra historia que nos permita abrirle paso a nuestra verdad: la solidaridad de una juventud que carga con muertos que dejaron su vida por salvar a alguien que no conocían, entrando una y otra vez a una trampa de monóxido de carbono; tenemos mucho de lo que seguir hablando, nombrando, recordando, con nuestra propia voz, no con la puesta en escena del morbo mediático, que solo buscó culpables en la sociedad civil, en quienes debíamos haber sido cuidados por personas que ni aún teniendo en sus manos la posibilidad de mirarnos a los ojos y cambiar la historia frente a lo irremediable han tenido la valentía de hacer algo mejor con sus propios errores, o sus propios egoísmos.
Cromañón nos pasó a todos, es de todos y será para siempre el recuerdo imborrable de que los pibes y las pibas del 2004 decidimos cometer el acto revolucionario más claro de todos: entregar la vida por personas que no conocíamos.
A 20 de Cromañón, 20 años de mi vida, de nuestra historia, que es la de todos, Cromañón emerge nuevamente como un recordatorio feroz de que nadie se salva solo. De que hay gente a la que le importa más la guita que cualquier cosa en el mundo, y que frente a esas oscuridades siempre hay personas dispuestas a escribir en la historia; que cuando todo está mal, alguien te sostiene la mano, te mira de frente, te salva la vida o pierde la suya en el intento.

Cromañón nos pasó a todos, es de todos y será para siempre el recuerdo imborrable de que los pibes y las pibas del 2004 decidimos cometer el acto revolucionario más claro de todos: entregar la vida por personas que no conocíamos. Solidaridad, compromiso y construcción de una mejor sociedad que fue truncada por la ambición desmedida de gente sin alma. Eso fue, es y será Cromañón.
A 20 años, quisiera decirle a esos sobrevivientes que sienten que nadie los ha escuchado, que sus necesidades concretas no están cubiertas, que en la Coordinadora Cromañón hay un grupo de gente que pisó ese mismo lugar, ese mismo día, esperándolos para caminar con ellos en todas las demandas, en las tristezas y en las victorias que logremos hacia adelante. “Entre todo y lo que falta” seguimos acá, hablando, escribiendo, nombrando, sin olvido: “sin atajos, los invisibles”.
*Sofía González forma parte de la Coordinadora Cromañón.