“No tenemos por qué pagar esta crisis política con nuestras vidas”, afirman las feministas frente al actual escenario político chileno. Después del triunfo del “Rechazo” al proyecto constitucional, el 4 de septiembre de 2022, la propuesta en que se habían depositado amplias esperanzas de cambiar la Constitución dictatorial, comenzó a crecer la influencia de sectores ultraconservadores, al alero del Partido Republicano fundado por el ex candidato presidencial José Antonio Kast.
Una muestra del crecimiento de la ultraderecha fueron los resultados de las elecciones a consejeros del nuevo proceso constitucional en curso —un proceso deslegitimado por numerosas organizaciones sociales dada la exclusión de las doce bases constitucionales establecidas—, en las cuales los representantes ultraconservadores obtuvieron el 35,6% de los votos, con 23 consejeros electos y, por tanto, con poder de veto dentro del Consejo Constitucional.
Los representantes ultraconservadores obtuvieron el 35,6% de los votos, con 23 consejeros electos y, por tanto, con poder de veto dentro del Consejo Constitucional.
Es en este contexto que preocupa la regresión en el avance en las agendas de derechos que históricamente han sido obstaculizadas y boicoteadas por la derecha tradicional, y ahora por la ultraderecha. Esta última con la distinción de ser un sector radical en sus planteamientos, de un conservadurismo moral, roles de género preestablecidos y un importante componente populista. Esas características que también se observan en el partido nacionalista-populista Vox, actualmente el tercer partido más grande en el parlamento español, que se ha convertido en una amenaza para las feministas, diversidades sexuales y para inmigrantes. Frases del tipo “no somos machistas ni feministas, somos mujeres”, acompañadas por la dependencia de la imagen masculina tradicional son parte de estos idearios sumamente peligrosos.
Ultraderecha y antifeminismo
La irrupción de la ultraderecha lleva consigo su propia agenda antifeminista, es decir discursos contrarios a que las mujeres podamos ser sujetas de derecho. Discursos que justamente aparecen cuando estos sectores ven atacados sus privilegios patriarcales en todo orden, económico, social, mediático y cultural que ha subordinado a las mujeres.
En el marco del proceso constituyente en curso, hace pocas semanas finalizó el plazo para el ingreso de enmiendas al Anteproyecto constitucional, para proponer modificaciones al texto emanado por la Comisión de Expertos. Con el objetivo de eliminar el derecho al aborto, la ultraderecha incorporó en el primer artículo “todo ser humano es persona”, agregando en el artículo 16: “Se protege la vida del niño que está por nacer y la maternidad”. De esta manera, buscan robustecer la “protección a la vida” argumentando engañosamente que los tratados internacionales de Derechos Humanos protegen la vida de todo ser humano. Sin embargo, esto tiene matices al interior de la derecha. Desde la UDI (Unión Demócrata Independiente), partido de la derecha tradicional, han manifestado que no van a retroceder respecto a lo que establece la Constitución sobre la protección a la vida, pero que tampoco buscarían declarar inconstitucional la actual ley que permite el aborto en tres causales.
Con el objetivo de eliminar el derecho al aborto, la ultraderecha incorporó en el primer artículo “todo ser humano es persona”, agregando en el artículo 16: “Se protege la vida del niño que está por nacer y la maternidad”.
Dada la cantidad de escaños que tiene el Partido Republicano en el Consejo Constitucional, que se pueden alinear con los intereses de algunos representantes de Chile Seguro, no es imposible que esto quede establecido en la nueva Constitución. “Sería un retroceso excesivamente perjudicial para las mujeres y personas con capacidad de gestar en general, ya que la penalización del aborto tiene consecuencias negativas en cuanto al acceso a servicios de salud para estos grupos y, por ende, perjudica derechos humanos fundamentales, que, irónicamente en relación con la propuesta de Republicanos, se sustentan sobre el concepto de persona en tanto que seres humanes”, sostiene Bárbara Barraza, cientista política y participante de la Red de Politólogas.
Asimismo, también señala que la propuesta restrictiva sobre el aborto tiene una arista económica, ya que se ha estudiado que el acceso a abortos seguros disminuye la inestabilidad económica de muchas mujeres, especialmente frente a la ausencia de una red de beneficios y protecciones sociales pública. “No debemos olvidar que restringir el aborto, especialmente en todos los casos, abre la puerta al ejercicio de violencia de parte de profesionales de la salud y la penalización de mujeres en casos de abortos espontáneos, dejando desprotegidas en este caso, a las mujeres y personas gestantes”.
Desde la Red de Historiadoras Feministas sostienen que el antifeminismo que observamos está vinculado, por una parte, al discurso que encarna esta derecha, que es anti derechos sociales, y también contraria a la presencia de un estado que promueva y garantice políticas sociales. “El antifeminismo es una respuesta a cómo los movimientos feministas han instalado la necesidad de profundizar en una agenda de derechos sociales amplios”, señala Karen Alfaro, integrante de la Red.
Frente a eso, peligran los derechos que, en suma, resguardan las condiciones para una vida sin violencias. Sin estos derechos se perpetuarán los abusos y vulneraciones sistemáticamente. Lo afirma la Coordinadora Feminista 8 de Marzo (CF8M): los republicanos han hecho de la violencia de género su principal foco político. “Nos han cuestionado el derecho a voto, han dicho que una mujer violada no se desviola al abortar, han estado involucrados en casos de acoso o abuso sexual. Por supuesto que son una amenaza para nosotras”, señala Carolina Rubilar, integrante de la organización.
¿A dónde vamos?
Frente a este escenario, se plantean algunos desafíos. “Lo que hoy tenemos claro es que no vamos a ceder nuestros derechos ganados, ni tampoco detener aquellas luchas que aún nos quedan por dar (…) Debemos estar alertas”, sostiene Carolina Rubilar de la CF8M, con el deber, aclara, de mantenerse alertas a lo que esté sucediendo, independientemente de que como organización consideran del todo ilegítimo y antidemocrático este proceso.
Lo que hoy tenemos claro es que no vamos a ceder nuestros derechos ganados, ni tampoco detener aquellas luchas que aún nos quedan por dar (…) Debemos estar alertas.
Carolina Rubilar
Una de las condiciones para la elaboración de una Constitución feminista es la transversalización de género en los poderes del Estado y la desconcentración del poder. Sin esto, no se avizoran cambios profundos. “Las últimas reformas constitucionales latinoamericanas ampliaron muchísimo los derechos, pero muchas dejaron intacta la sala de máquinas del poder”, dice Julieta Suárez-Cao de la Red de Politólogas.
Otra visión aporta Karen Alfaro: “Frente a la posibilidad cierta de tener una nueva Constitución en la que retrocedamos y que profundice el legado dictatorial pinochetista, lo que cabe es recuperar el poder soberano que ha sido secuestrado por la clase política. El movimiento feminista sabemos que permanentemente tiene que defender los derechos conquistados. En el caso de las mujeres también sabemos que no todas las esperanzas estaban puestas en la Nueva Constitución porque las constituciones generalmente están hechas desde la mirada androcéntrica y no todo se agota en la norma”.
Mientras el proceso constituyente sigue su curso, con una adhesión sustancialmente menor a la que concitó el anterior, las alertas se mantienen ante la arremetida de los ultraconservadores y la amenaza de una regresión en derechos fundamentales para pensar una sociedad que avance en igualdad de género.