Hay Babys entre nosotras. Hay más Babys de lo que creemos y sin embargo Baby es la excepción. Si todos fueran Babys no podrían existir las multitudes feministas, no se podrían usar los pañuelos verdes en la calle como insignia de comunidad y protección, ni siquiera podría estar este texto acá. Baby es la excepción que justifica la regla. La industria de los medios de comunicación se adaptó de forma progresiva a los cambios culturales que se impulsaron desde el movimiento de mujeres y feminista, por un lado; y desde diversos espacios que buscan democratizar la comunicación, por el otro o en conjunción. Pero Baby no. Como fruto de estas dos líneas interpretativas hay un marco normativo que contiene a los Babys con micrófono: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (26522) y la Ley de Protección integral a las mujeres (26485). Hay leyes para abortar a Baby, ahora, ¿por qué todavía no lo abortamos?
Decir “negras, mugrientas, tortilleras, culo sucio, taradas, idiotas, brutas, ladronas, locas, violentas, aborteras, con olor a menstruación” en un programa de radio, como lo hizo Baby Etchecopar el pasado 10 de septiembre, es violencia mediática según la ley 26485 y cualquier persona puede denunciarla en la Defensoría del Público, el organismo creado por la “Ley de Medios” para, entre otras cosas, recibir denuncias y reclamos.
En la Defensoría, Baby rompe récords. “El ángel del mediodía” es uno de los programas más denunciados en la historia del organismo. El protocolo indica que luego de los reiteradas denuncias se abre una instancia de diálogo, una interpretación interdisciplinar de los discursos y, en el caso que se crea conveniente, una reparación simbólica. La sanción punitiva es el último recurso. Pero, “El ángel del mediodía es un caso que desafía ese mecanismo de trabajo”, cuenta María Capurro, subdirectora de Protección de Derechos de la Defensoría. “Abogados de la emisora vinieron a nuestras oficinas y también nos reunimos en una ocasión con el conductor y en más de una con los directores de la radio. En todos los casos el diálogo fue infructuoso, por eso derivamos las denuncias y nuestro análisis a ENACOM para su fiscalización y sanción. Se trata de una licenciataria (Radio 10-Votionis S.A.) y un conductor (Baby Etchecopar) que se resisten a respetar los derechos que nuestra sociedad consagró”.
“La idea mía es terminar con toda esta mierda que tenemos en la puerta”, dijo Baby el 10 de septiembre, cinco días después Diana Broggi de Mala Junta, Mafalda Sánchez de La Dignidad, Daiana Anadón del Movimiento Evita y Alicia García Tuñón de Cienfuegos, presentaron la denuncia en el INADI y se contactaron con la UFEM, que ya había realizado una denuncia de oficio por discriminación y dichos violentos.
“Queríamos dar cuenta, con la denuncia, de que no se trataba de algo de una organización, en este caso las compañeras del Movimiento Evita, sino que también queríamos aportar desde una mirada que hable de la violencia sistemática que nos afecta al conjunto de las mujeres y diversidades”, explicó a LatFem Diana Broggi.
El torrente de insultos y agravios espectado por Etchecopar el 10 de septiembre tenía como referente a un grupo de mujeres y lesbianas que se manifestaban en la puerta de la radio contra los dichos del conductor, que días atrás había insultado a la dirigente del Movimiento Evita Silvia Ponce por ser beneficiaria de un plan social: “Vos sos una vividora, gusano, saquenla del aire, hijos de puta, 30 lucas y están pidiendo aumento”.
https://www.youtube.com/watch?v=15bgH0IGDgg
La socióloga Emilia Alfieri caracteriza a la posición de Etchecopar respecto a las víctimas de violencia machista como “una reelaboración de la teoría de los dos demonios”. En forma resumida sería la posición que asegura que el femicida es un monstruo, enfermo, delincuente, pero la víctima se lo buscó. En 2017, luego del femicidio de Micaela García, el conductor dijo al aire que “Si tu hija de 12 años sale mostrando las tetas con un tatuaje y haciendo trompita hay una provocación“.
Por estos dichos también se radicaron decenas de denuncias. Los reclamos recibidos desde 2017, por ejemplo los que objetan las expresiones sobre el femicidio de Micaela García o los que la Defensoría recibió por la violencia mediática contra las activistas, se encuentran en trámite ante ENACOM.
“En esos casos, como en otros que no han tenido cobertura mediática, las expresiones vulneran las pautas contra la discriminación de la normativa audiovisual (artículos 70 y 71 de la Ley 26.522) y la Ley de Protección Integral de las Mujeres 26.485. Esperamos que ENACOM los resuelva prontamente”, agrega Capurro.
Baby Etchecopar está desatado. A los insultos discriminatorios hacia las activistas, le continuó el llamamiento público a perseguirlas. Dijo que si a él lo escrachaban, él iba a escrachar y dio el número de celular de varias de las personas que se habían manifestado en la puerta de la radio. No solo se ejerció violencia mediática sino que se puso en riesgo la integridad física de las mujeres al brindar sus datos personales y alentar a que fueran acosadas. La presentación ante la Defensoría señala que al darse a conocer los números “comenzaron a colapsar sus teléfonos, recibiendo amenazas, y violencia de género desde distintos teléfonos y generalmente ejercida por hombres”. Es por eso que se dió intervención a la UFEM.
Baby boom
Sin embargo Baby tiene banca. En un blog que levanta los audios de sus programas se refieren a su trabajo como “la gran tarea de concientización que realiza”. Quienes persiguen y hostigan adolescentes por llevar pañuelos verdes son bancadores de Baby. Quienes escriben con fibrón “con mis hijos no te metas” y hacen campaña contra la enseñanza integral de la sexualidad son Babys. Pero también son Babys no mediatizados los que escriben Ollas no en el cuerpo de una docente. Los que comparten estas noticias en redes sociales con declarado apoyo, o con suerte desde el cinismo, todos Babys. Porque lo que Baby representa como personaje complejo excede el insulto a una feminista abortera, Baby es la estrella de un equipo que defiende el racismo, el clasismo, el punitivismo, la propiedad privada y la familia tradicional a toda costa; Baby es el adalid de la mano dura con todo lo que se desvía (mató a una persona que intentó robar su casa y no fue imputado), Baby dice negra de mierda pero quiere decir también indio de mierda, chorro de mierda, judío de mierda, puta de mierda, pobre de mierda, lesbiana inmunda. Baby es un hater. Odiador profesional, de eso vive desde que en 1997 empezó con El Angel de la Medianoche.
Baby se llama Ángel, nada es casual, el significante no perdona. Un ángel facho, uno más (el Angel rubio) que aparece ahora en un contexto en el que ser una Baby desbocado paga (el diría garpa): en un escenario post voto negativo de la Ley IVE, con un montón de actores conservadores que se sienten victoriosos y están organizados, un complot internacional contra el avance de los derechos de género, con ajuste en todas las áreas del Estado que repercute especialmente en las mujeres pobres, con despidos en todos los medios de comunicación actuando de forma disciplinadora, con desjerarquización de la Defensoría del Público, con la avanzada neoliberal en la región sostenida con votos o con argucias, pero siempre con violencia, Baby posiblemente esté en su mejor momento.
Mala noticia: el mejor momento de Baby es nuestro peor momento.
En un colectivo repleto de chicas y pibas, en los días posteriores a que se hiciera pública la denuncia contra el actor y conductor, dos mujeres de cerca de 20 años conversan:
—Es el boludo al que dejan hablar para que nos calentemos. Pero no existe.
—No lo van a bajar, lo entregan como ofrenda.
—Es como la carne que le dan al perro guardián para que se entretenga.
—Baby es un cebo. Es un cerdo y un cordero.
Baby es la voz sonante de un fascismo latente. Pero, ¿está validado socialmente el discurso misógino? ¿Son los Babys de voz sonante los representantes de un movimiento antiderechos en expansión? “Las audiencias están muy atentas y no toleran este tipo de mensajes, al igual que lxs propixs comunicadorxs, que marcan su rechazo a dichos violentos o que pueden promover actos de violencia”, tranquilizan desde la Defensoría.
Según los datos sobre los reclamos de las audiencias, entre 2012 y 2018 las formas negativas de representación del género es la principal inquietud, el 44,3% de los reclamos motivados por representaciones corresponden a violencias, cosificación y sexualización de las mujeres, y el 17,5% a orientaciones e identidades sexuales.
A modo de ejemplo de las preocupaciones expresadas por las audiencias, los reclamos plantean que en el programa de Etchecopar se “denigra, discrimina y estigmatiza, insulta a las mujeres y a la diversidad sexual. Incita la violencia y el odio. Acusa sin pruebas y ejerce violencia con su tono y sus palabras”. Del mismo modo señalan que en el programa “en nombre de la libertad de expresión se ofende, denigra y discrimina a los sectores más vulnerados de la sociedad”.
El boom de excremento de Baby se nutre de otros elementos. En la Argentina, según un estudio de la organización civil Comunicación por la igualdad, el 70% de los trabajadores de medios son varones, el resto, mujeres y otras identidades, algo muy curioso ya que en este país las mujeres representan el 61.5% de quienes egresan de carreras relacionadas a la comunicación (Amado, 2017). Pero el problema no es solo quiénes hablamos, sino de quiénes: según la WACC, en 2015 en América latina el promedio de mujeres “sujetas” de las noticias fue del 29%. Ni hablamos las mujeres ni hablan de nosotras.
No anda suelto este Baby. Cuado Baby fue escrachado en la puerta de su lugar de trabajo, quienes llegaron al rescate fueron los taxistas. El taxista, esa figura degradada de ciudadano reactivo al cambio social, (sin dudas un estereotipo, que como todo reduccionismo, es injusto), apoya y escucha a Etchecopar. Ahí fueron un grupo de taxistas oyentes fieles a manifestarse caballeros de la orden de Baby. Nada es casual y el habitus no perdona: la Federación de Conductores de Taxis, liderada por el sindicalista macrista José Antonio Ibarra llamó a no adherir al paro general del 25 de septiembre.
En un país donde la exclamación Ni Una Menos está apoyada con jurisprudencia y peso específico en las calles, las casas y las organizaciones e instituciones sociales, donde el machismo se cuestiona inclusive en el lenguaje (el lenguaje inclusive) y la campaña por la legalización del aborto logró despenalizar socialmente la práctica e inició una bola de nieve verde en todo el continente, en este lugar donde el feminismo tiene más de un siglo de historia, ¿por qué todavía no abortamos a Baby?
Sin respuesta. Hay un Baby en cada país, en cada provincia, en cada ciudad, en cada familia. Con el tiempo sabremos si Baby es el paladín peladín del fascismo o es el cordero que la derecha decide sacrificar. Mientras tanto, el movimiento feminista activa desde la denuncia institucional a la acción directa, hasta que lo podamos abortar.