30 años de orgullo, 30 historias

El 6 de noviembre se realizó en la Ciudad de Buenos Aires la XXX Marcha del Orgullo. Como escribe Marce Butierrez en esta crónica: cada quien llega al orgullo con la bandera que puede sostener y ninguna de esas historias deja de ser política. “Por más minúscula y subterránea que parezca, cada historia está atando la trama de lo político y aportando color, volumen y complejidad a las historias mayores que luego quedarán retratadas en los libros”. Retratos de Sol Avena.

El orgullo es político, dicen. ¿Pero qué es “lo político”? A veces le reservamos el status de político a aquello que se nos presenta vestido con la ropa clara de un discurso militante y emergido desde la reflexión colectiva de las organizaciones. Lo político parece estar a veces reservado a aquellas reflexiones que hablan del bien común o al universo de prácticas partidarias y estatales que administran un orden para la sociedad. Incluso hay quienes se enojan porque “politizan la marcha” y arrancan a contramano una marcha paralela con consignas propias. También desde la vereda de enfrente, donde la política tiene forma de camión, bombo y pancarta nuestra marcha de maricones parece más un carnaval que una protesta.

Lo político tiene, como casi todo, unas fronteras muy lábiles. Tratamos de apresarlo en partidos y organizaciones y de darle la forma de una consigna fácil de repetir. Pero cada quien tiene un sentido de lo que es político para sí y la comunidad que lo rodea y lleva esa consigna inenarrable a la marcha. Por fuera de lo “estrictamente” político de cada marcha, cada quien lleva una consigna propia que hablá de lo que nos pasa. Esa consigna se traduce en lágrima o en cuerpo desnudo, en beso de tres o porrito de flores. Cada quien habita el mundo como le viene en gana y se sube al tren de lo político como su condición social se lo permite. Leidxs en nuestros contextos cada quien está traspasando un límite cuando llega a la plaza y se dispone a manifestar algo. Cómo dice siempre María Belén Correa sobre las primeras marchas: los gays y las lesbianas llegaban a la marcha con máscaras porque temían perder el trabajo o el apoyo de sus familias, pero nosotras dábamos la cara porque ya no teníamos nada que perder.

Cada quien llega al orgullo con la bandera que puede sostener: habrá quienes impregnados del debate político partidario vayan a militar su espacio y quienes embestidos en glitter y cerveza pongan el culo para disputar su demanda de sentirse libre. Habrá quienes quieran vestirse de los colores que lo representan y quienes prefieran ir desnudos porque nada los representa más que la carne y la piel. Habrá quienes vayan a defender el amor agarrado de la mano de su chongo o chonga y quienes quieran ponerle sexo a todo lo que tocan. Y ninguna de esas historias deja de ser política. Por más minúscula y subterránea que parezca, cada historia está atando la trama de lo político y aportando color, volumen y complejidad a las historias mayores que luego quedarán retratadas en los libros. Esta crónica va de eso: de la pequeña historia.

Son las 2 de la tarde y el sol empieza a picar con más y más fuerza. Una pausa entre feria y marcha permite a cada quien tomarse la pausa, abrir una birra y descansar a la sombra. La Catedral está vallada, todavía nos tienen miedo. Busco alguna cara conocida en la multitud pero entre tanta perfo es re difícil ver. Allá, sentados y tranquilos hay dos pibes de la mano. Me acerco y les pregunto “¿qué recuerdo tienen de su primera marcha?” medio a sabiendas que están aquí por primera vez y que ese recuerdo apenas se está construyendo:

“Esta es mi primera marcha”, dicen al unísono y se ríen. El pibe de lentes está sorprendido porque mucha gente cis acompaña a sus familiares: “Es hermoso ver gente grande que vos decis es muy dificil que sean abiertos y están aquí con sus hijos, sus hijes, sus hijas. Es hermoso, me encanta”. Su novio cuenta que en sus 22 años nunca le había podido decir a sus padres que es un chico trans y apenas salió hace unos meses del closet: “Para mí es muy fuerte encontrarme con tanta gente con la que me puedo identificar… Lloré como unas diez veces desde que llegué porque me hicieron sentir menos solo. Tantas veces uno se mira al espejo y la pasa tan mal y sentir que hay otras personas que tienen una sonrisa en la cara más allá de las complicaciones que sentimos día a día es un rayo de esperanza”.

Dalmiro es mi mejor amigo. Las últimas semanas estuvimos casi todo el tiempo juntos porque acaba de salir de una cirugía. Durante los 16 días de internación repetía “ojalá pueda ir al orgullo” y aquí estamos. “Mi primera marcha fue en el 2019 y después vino la pandemia. Fue hermoso poder ver tanta diversidad y tanta gente que estaba en la misma que yo. Atravesé un largo proceso de aceptarme y salir del closet y ahora sólo quiero divertirme después de un año bastante difícil”. Doy fe.

Al igual que en las primeras marchas algunos todavía traen máscaras (diría ¿quién no?) y le ponen el cuerpo a la mirada excitada de quienes marchamos. Boy es de Venezuela y su primera marcha fue hace seis años “Yo llegué con nada, literal, vestido con la ropa del trabajo y me fui de aquí con una capa de arco iris y una corona, fue muy divertido. Cada año es mejor y traén mejores outfits”. El no es el único migrante, muchos llegan aquí buscando un horizonte para su economía y terminan encontrando otros saberes.

Diego también marchó desde lejos: “Mi primera marcha fue en Colombia, que es un país bastante conservador. Mi expectativa para el día de hoy es sólo amor, mucho amor” dice mientras se aleja con sus encantos caribeños.

Francisco llegó a Buenos Aires hace seis años. Me advierte que no habla español, pero nos re entendemos: “Mi primera marcha fue hace mucho tiempo en Brasil, yo allá vi que la marcha era una cosa festiva pero yo vi la importancia de la política y la conquista de derecho, eso lo aprendí en la marcha. Brasil este año está muy muy malo, el presidente de Brasil es un genocida. Acabó con todos los programas sociales. Este año Brasil batió records de muertes de personas trans, de mujeres y negros, la comunidad está muy maltratada en Brasil”.

En Argentina sabemos bien del peligro del avance de la derecha, por eso luchamos por sostener nuestros derechos firmes y robustecidos por políticas públicas, pero a veces hace falta más que voluntad política: “Si bien tenemos que celebrar que hemos logrado conquistas como la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y más recientemente el cupo laboral trans y el DNI no binarie, también es cierto que las leyes implican igualdad jurídica, igualdad legal, pero lo importante es transitar la igualdad social, hacia la verdadera transformación social” nos dice Jose María Di Bello, que marcha desde el 2005.

Una vocecita tucumana se avecina en una de las diagonales. Javier, está disfrutando de su segunda marcha. “La primera marcha a la que vine fue increíble y multitudinaria. Es muy importante visibilizarnos para que la gente sepa quienes somos, que hacemos y porqué luchamos”. Otras voces no porteñas se suman a esta marcha y traen a la reflexión la difícil tarea que aún le queda al movimiento del otro lado de Gral. Paz.

“Mi primer marcha fue en 2019, yo la pase bien..” dice Santiago y su amiga le interrumpe: “Mentira, la primera que fuimos, fuimos en Bahía…”. “Ay boluda, cierto… es verdad, somos de Bahia Blanca. La primera vez que fuimos a la marcha fue en Bahía y se sintió bien ver los colores en frente de la catedral”. Bianca dice “en Bahía no hay mucha movida que yo sepa, entonces vale la pena venir para acá y vivir la experiencia completa, ganar confianza en nuestra sexualidad”. A veces se nos olvida que ponerle el cuerpo a estas manifestaciones no es igual aquí que en las ciudades intermedias y pequeñas del país.

“Yo soy de Córdoba. Mi primera marcha fue ya hace tiempo, quizás 10 años. Allá es más chico, más simple. Me gustó mucho ver que la gente era tan libre y tan colorida. Me encanta que volvamos a recuperar la calle” dice Cristian mientras nos sacamos una foto entre un montón de globos.

Las pibas de Gral. Rodríguez también trajeron su colorido desde la Casa Trans. Son un montón desparramadas, dicen. “Pertenezco a la Casa Trans del Oeste, es la primera vez que estamos acá y podemos mostrarnos tal como somos nosotras y sin ningún prejuicio y sin  miedo a nada” dice Diana junto a sus amigas Valeria y Xiomara.

La marcha también es un lugar donde encontrar formas de resolver entre nosotres la economía cotidiana, aquí y allá hay cumpas vendiendo tragos, sandwichs, artesanías. “La gente está re abierta de mente y no tiene drama en acercarse” dice el pibe de los camparis.

“Este es un buen recurso para llegar a fin de mes y acá hay multitud de gente” dicen las pibas de @katapum.vegan que vienen hace tiempo a la marcha.

“Mi esposa labura en un vacunatorio y es parte del enorme esfuerzo que hace el gobierno para enfrentar la pandemia, más allá de eso nosotras siempre buscamos maneras de ganar algo más” cuentan estas dos mamás mientras hacen sándwiches para quienes se acercan a su puestito. “Es la primera marcha de nuestra hija y queríamos que ella recuerde esto, que decidimos formar una familia con dos mamás, y eso es el amor”.

Franco vino con ganas de revancha: “Venimos de un contexto de mucha recesión económica, con muchos golpes, muchos compañeros y compañeras muertxs… vine con muchas ganas de revancha porque este contexto nos demostró de que tenemos que seguirla peleando y una de esas cosas con las que tenemos que trabajar es el trabajo sexual”.

Ana Laura es trabajadora sexual, montada a la carroza de AMMAR recuerda que su primera marcha fue en 2009 y salió en todos los medios, tenía 17 años: “queremos más derechos para las trabajadoras sexuales, mas empoderamiento para nosotras que sufrimos muchos hostigamiento de las fuerzas policiales”.

“Mi primera marcha fue a los 19, ahora tengo 30 y pico. A mi me moviliza mucho más que el glitter. Yo por lo menos quisiera posta que les importen los derechos más allá del brillo” dice Marcia junto a su novia.

“Mi primera marcha fue de lejos, tengo 50 años y me costó mucho participar… y ahora mirá: con mi marido! Soñada! 2021 resistiendo dos pandemias, la de Macri y el Covid” dice Gabriel y Juan que festejan dos años de matrimonio.

Somos Ruda Macho gritan los chicos con sus atuendos de rugby: “Después de haber estado un año encerrados y haber tenido encuentros así muy esporádicos la verdad que estamos con muchas ganas de estar de fiesta con todo el mundo y que nos unamos siempre un poco más”.

“Mi nombre es Pablito o Pablita como quieran llamarme, mi primera marcha fue en 2006 y al año siguiente volví y estuve en la carroza de América. ¿Expectativas? Yo no tengo expectativas porque me manejo así en la vida… luchar por la nuestra y seguir luchando para que no nos sigan matando. ¡Unides!”

“Ya no me acuerdo de la primera marcha, a mi siempre me gustó venir a pedir el cupo laboral trans y la visibilidad, todos los años vengo… desde el primer año hasta ahora siempre con la misma energía y alegría” nos dice la Tia Mary, artista de la cumbia trans.

Cada recuerdo también moviliza la reflexión sobre el lugar del que partimos y donde estamos, a veces transición de por medio. “¿Mi recuerdo de la primera marcha? Bueno, yo era CIS jajaja fui estando de novie y fue hermoso estar libremente con mi compa y tambien fui con una orga donde militaba. Ahora me encuentro sin militar, pero creo que tambien ponerle el cuerpo por más que uno no este agrupade es importante. Esto es una gran agrupación de monstrues hermoses que quieren cambiarlo todo” dice Lucas.

“Esta es mi primera marcha. Me encanta, me siento re yo, cómo que por única vez estoy en mi mundo y no llamo la atención. Estoy cómoda, re comoda, me re gusto venir… me tengo que ir temprano, pero esto está re lindo.” 

“La marcha es el lugar donde venimos a seguir luchando por nuestros derechos, porque no los conseguimos sentados en nuestras casas. Yo quiero celebrar el sacrificio de quienes lucharon por esto desde antes que nosotros. Me preguntas por la primera marcha y me emociono porque si bien es divertido también te acordás de gente que hoy ya no esta en la marcha y también por esa gente marchamos, por los que no pueden marchar y por los que todavía no se animan”.

“A la primera marcha vine con una remera rosa y un jardinero porque estaba muerta de miedo que me cagaran a piñas en la calle, y ahora estoy vestida literal de una bandera, la bandera trans” dice Louis Yupanqui mientras celebra que hayamos vuelto a las calles.

“Vine a la primera marcha siendo abiertamente bisexual y despues de haber cortado con muchos novios varones. Ahora soy lesbiana, estudio diseño gráfico. Necesitamos que aparezca Tehuel con vida y eso no está entre las consignas de la marcha y está mal.” dice Sofia.

“En la primera marcha canté y en esta canté también con mi banda, la banda del vip. Me re divertí”.

“Vengo y me sorprendo de todo, esta es mi primera marcha, él no, él ya vino antes” me dice Carolina mientras señala a Ángel, su novio. “La mía es la segunda y la verdad que cada año es una lucha continua que tenemos que tener y esto sigue, es un momento inolvidable”. Aunque parecen madre e hijo, están de novios hace un tiempo: “Una vez no lo querían atender en el hospital y me hice pasar por la madre para exigirle a los médicos” me cuenta Carolina mientras nos reímos por la confusión.

“Mi primera marcha fue en el 2015 creo. Vine con mi padre y su novio. Me emocioné muchísimo, yo tenía 15 años y me emocioné muchísimo. Vengo por el orgullo que siento de mis padres y de mí mismo” dice Belisario que está en pareja con Ana desde la pandemia. “Vinimos a darlo trolo, ja”.

“Mi expectativa es que la gente de la comunidad se despierte y se pregunte dónde está Tehuel. Es escandaloso que no sea una de las consignas principales de esta marcha. Tenemos que explotar después de esta pandemia de mierda” dice La Fer Escandalosa.

“Mi nombre es Paz Colucci. Me encanta la libertad que tiene la gente hoy por hoy. Estamos marcando tendencia desde hace mucho tiempo y eso me pone contenta. Cada día hay más libertad, más emoción y más gente. Es muy importante estar todos juntos”.

Gustavo es conocido como Olinda Eudora Trash “Es la primera vez que vengo dragueado” todavía recuerda su primera marcha cuando caminaba solito desde el costado “y ahora estoy acá animándome a todo!”.

Virginia cuenta que la primera marcha a la que vino fue con su mejor amigo, la persona con la que más se sentía acompañada. “La marcha siempre es un lugar de pertenencia, te sentís re en tu lugar” cuenta. “Ser discapacitada y LGBT es una doble opresión, es importante mostrar que estamos acá y que nos vean”.