Fotos: Sol Avena
“Antes sabía manejar básicamente bien, pero no era la conductora que soy hoy”, dice Silvia. Tiene 52 años, nació en Santiago del Estero y vive en Buenos Aires desde hace más de dos décadas. Es enfermera, está a cargo de sus dos hijos y es jefa de hogar. Hace tiempo el sueldo no le alcanza para mantener la casa. Comenzó a manejar a los 18 años, uno de sus ocho hermanos le enseñó por un problema de discapacidad de su mamá y ella tuvo que aprender para poder trasladarla. Era un Chevy año 76 con el cambio al lado del volante. Si bien cuenta que siempre tuvo auto, dice haber manejado poco ¨siempre me he visto en la típica de tener un hombre al lado y ceder el manejo, como que te quedas y ellos tampoco te estimulan, como que quieren ser los que tienen el poder¨.
En 2009, ya en Buenos Aires, se separa del padre de su segundo hijo. En ese momento hubo un cambio en su trabajo y le disminuyeron el salario, se puso a buscar una opción que complementara sus ingresos. Silvia relata que un día tomó un Uber manejado por una mujer y le preguntó cómo era eso de ser conductora, cuenta que la animó, y ahí ¨me agarró las ganas de hacerlo”. Pero fue recién un tiempo después cuando en una conversación casual con un conocido resurgió el tema de manejar para la plataforma. “¿Por qué no haces Uber? Las mujeres trabajan re bien y tenés un lindo auto”, le dijo. Ahí decidió ¨tomar la batuta¨ y comenzar a manejar.
Según los datos de un estudio presentado por la consultora Grow, Género y Trabajo junto a Uber en 2020, las mujeres que se inscriben para manejar a través de la aplicación demoran más que los hombres en realizar el primer viaje. Entre los motivos que expresan se encuentra el temor de salir a la calle, manejar en ciertos horarios y la preocupación por quién se sube al vehículo.
Silvia maneja para una app desde hace 3 años, pero el comienzo no estuvo exento de temores, especialmente por la seguridad. Cuenta que al principio, llevaba tijeras y cuchillos en su auto, preparándose ante cualquier posible situación: “Me generaban mucha adrenalina y ansiedad las cosas que podían llegar a pasar, pero solo con el tema de la seguridad, que te paren, que te apunten”. Con el tiempo, no solo superó esos miedos, sino que comenzó a encontrar en el manejo una vía de desconexión del estrés que vivía en su trabajo como enfermera “Me siento bien trabajando, me desconecto. En atención de salud estamos siempre con los riesgos de la vida y la muerte, es un estrés muy agotador, te quema la cabeza y el tema de trabajar en el auto, por lo menos en fin de semana la gente tiene otro humor, me desconecto completamente del tema de enfermería.”
Silvia trabaja los fines de semana, extendiendo sus turnos hasta la madrugada: “Trabajo viernes y sábado hasta las 3 de la mañana, o 4 como mucho, porque la gente ya empieza a estar alcoholizada, se ponen densos, quieren subir al auto con bebidas, te vomitan el auto, no me gusta… empiezo tipo 7 de la tarde hasta las 10 de la noche, luego retomo a la medianoche, porque tengo que dar de comer a mis hijos “, señala.
El auto es ahora un terreno conocido, dice saber mucho más y estar más atenta al cuidado del aceite, del agua, de las ruedas, ante cualquier ruido extraño que escucha en los cambios, en las frenadas consulta con su mecánico, ¨pero estoy queriendo aprender cómo trabaja el motor, me da mucha curiosidad”, agrega. “ Yo le decía al mecánico que a veces se parece al funcionamiento del cuerpo humano y yo a ese funcionamiento lo conozco perfectamente¨.
Para Silvia, manejar ha sido una actividad históricamente subestimada para las mujeres, pero la plataforma le permite tener control sobre su tiempo y sus clientes. “La aplicación te permite manejar tu auto y tener la independencia de elegir vos a tus clientes, te da la opción de llevar solo a mujeres o a cualquier persona, y el hecho de que vos como mujer al tener un autito puedas producir plata si no tienes otra opción ¨.

La mecánica del entendimiento
“Creo que cada uno tiene un don, ¿viste? Y a mí me gusta escuchar a la gente”. Fernanda tiene 59 años, estudió profesorado de educación física, nació en Morón, provincia de Buenos Aires, donde vivió hasta los 27 años cuando se mudó a CABA por trabajo. Hija única, vive sola con su perra, maneja desde los 21 años. Le enseñó su padre que era una persona enferma y a quien había que llevar seguido al hospital, aprendió para eso: ¨Nunca me gustó demasiado manejar. Lo hacía porque lo tenía que hacer. No era una cosa para mí muy importante, la verdad¨.
Comenzó a trabajar como profesora de educación física, pero debido al bajo salario, decidió cambiar de rumbo y entró en una agencia de publicidad como asistente, luego como secretaria y, finalmente, coordinadora de producción gráfica durante 16 años para continuar en una productora de contenido durante los 9 años siguientes. Sin embargo, después de la reestructuración de la multinacional donde trabajaba, la despidieron con 52 años. “A esa edad es muy complicado conseguir empleo, por no decirte imposible. Y las posibilidades que se te abren de repente no encajan con lo que vos necesitás.” Tras esta experiencia, Fernanda ingresó en una empresa de hotelería, donde se encargaba de auditar, pero las condiciones laborales no eran las mejores, volvió a quedar sin trabajo a fines de 2018. “Me sentí tan maltratada que dije basta, no voy a estar trabajando para otros, prefiero trabajar para mí, y
cambié mi auto y me puse a trabajar como conductora de una app, con un montón de incertidumbre, con miedo, sin saber si me iba a bancar el ritmo de la calle, que es fuerte y machista¨. Y agrega, ¨Yo estoy sola, no tengo marido, compañero que aporte en la casa¨.
Fernanda lleva siete años trabajando a tiempo completo como conductora de la plataforma, y señala que uno de los aprendizajes fue darse cuenta de la paciencia que no sabía que tenía: “Me descubrí con un carácter diferente, dentro del auto es mi dominio, es mi casa.” Para ella, el auto es su espacio personal y, aunque la calle pueda ser peligrosa, se siente segura en su vehículo. “Me encanta llevar extranjeros, aprendo mucho de escuchar todas las experiencias¨, dice Fernanda y señala la importancia que le da a escuchar a los pasajeros, ya que muchas veces se abren con ella y cuentan detalles íntimos de sus vidas. Siente que su rol va más allá de ser una conductora. “Es como si fueras una especie de psicóloga que escucha, uno aprende de todo.”
Ha aprendido a evitar áreas que no le resultan seguras. En un momento, escuchó sobre una aplicación sólo para conductoras mujeres, pero dice que no le interesó porque necesitó trabajar, y si achica el mercado, se achican los ingresos. Toma el pasajero que le sale en el viaje, no importa el género, se adapta, la única restricción son las zonas: “No voy a zonas donde no conozco, manejo por zona oeste, zona norte, la zona sur no la toco¨.
Fernanda explica que establece objetivos de ganancias y ajusta su horario en función de lo que quiere lograr: “Me pongo objetivos semanales, yo quiero ganar, no sé, entre 400 y 500 lucas por semana.” Si no alcanza su objetivo el sábado, lo compensa trabajando el domingo. Sin embargo, se toma ciertos descansos cuando es necesario.”Si no tengo ganas de salir, no salgo. Después siempre pienso cómo lo compenso.” Sus horarios son desde las 7 de la mañana, si empieza a caer la demanda se vuelve porque su auto es naftero y no le rinde. Vuelve a salir a la tarde desde las 4 y hasta más o menos entre las 19:30 y las 21:30 como máximo. Dice que lo máximo que ha trabajado son 8 horas por día, la app más conocida permite hasta 12 horas de jornada de manejo.
Cuerpo, manejo y precarización
Para Fernanda ser conductora de la plataforma es su trabajo al 100 por ciento, su cuerpo ya lo siente: ¨El cuerpo te lo destruye, tengo problemas en el hombro, en el codo derecho por los cambios, no es automático, la cintura… bueno, te vas haciendo pelota el cuerpo¨. Son cosas que ha ido notando estos años. Cuenta que en poco tiempo se jubila, cuando eso suceda dice que manejará menos, pero que a la vez es complejo porque está sola y si no trabaja no come. Cuando sube a chicas y le preguntan sobre el manejo ella les dice: ¨Empiecen los fines de semana, un par de horitas, de a poquito se empieza. Si tenés un auto y querés hacer una guita extra, aprovechalo.¨
Según un informe realizado en 2022 por La Caja, se percibe un aumento de la participación de las mujeres como conductoras de vehículos: 7 de cada 10 personas encuestadas observa más mujeres al volante, ya sea de forma particular o laboral (taxi, remís, uber, colectivo, etc.). La situación es más visible en el interior que en el AMBA y es principalmente reconocida por mujeres y por jóvenes.
“Mi auto fue como mi casita me permitió hasta hacer terapia, era como mi lugar de refugio”, dice Nancy. Tiene 53 años, nacida en Caba, y madre de mellizos mayores de edad que continúan viviendo con ella. Empezó en el ámbito gastronómico a los 18 años, trabajando en diferentes áreas de la cocina y la pastelería, servicio y capacitación de empleados. Maneja desde los 15 años, le enseño su papá, recuerda que fue muy paciente con ella. ¨Soy hija de paraguayos, nosotros hacíamos muchos viajes a Paraguay, como ya a esa edad no quería ir más, y ya sabía manejar, mi papá me dejaba manejar a la noche en la ruta, si había controles policiales, yo dejaba de manejar¨, cuenta. Cumplió 18 años y tuvo su registro.
En 2020, pandemia mediante, se quedó sin trabajo en relación de dependencia, llevaba 20 años en el rubro gastronómico: ¨Toda la zona donde estaban instalados los locales se vio muy afectada, en Tribunales y el microcentro, y entonces el primer año de pandemia decido quedarme como guardada, haciendo algunas cosas, cocinando un poco, shockeada también por lo que había pasado¨. Cuenta que se fue con una indemnización que fue muy peleada porque no estaban dispuestos a pagar lo que correspondía dado que había estado muchos años con trabajo no registrado. Ya para el 2022 decide comenzar a manejar, y como forma parte de una comunidad de vecinas santelmeñas primero ofrece sus servicios en ese grupo (grupo wp con unas 200 integrantes a la fecha) y usaba la app de Uber como referencia. Tenía un auto nuevo ¨ fue como mi casita durante toda la pandemia porque me permitió hasta hacer terapia, análisis ahí, era como mi lugar de refugio en una casa, yo estaba completamente tomada por la convivencia¨.

Aunque al principio no le convencía mucho la idea debido a la precarización laboral que puede implicar este tipo de trabajo, decidió intentarlo a pesar de prejuicios propios y ajenos, y dice que hay lugares en los que no cuenta que maneja Uber “Me daba bastante vergüenza, había mucha gente que me decía, ¿Por qué tenés que rearmarte? Uber es precarización, no estás trabajando para alguien, trabajas para una aplicación que se desentiende de cualquier cosa.” Agrega que algunos comentarios señalan que si a los cincuentas manejas Uber es como si no hubieses hecho nada en útil en tu vida por no tener un sueldo fijo pero al mismo tiempo sostiene que ¨a veces me resulta mucho más fijo hacer panes orgánicos o verduras en escabeche, hay días que prendo la aplicación y digo, “ni en pedo salgo, me quedo en mi casa, porque la demanda y los valores están bajos, se ensucia el auto”.
Experiencias al volante
Cuando maneja dice que no habla si no le hablan y cuenta que cuando lleva a chicas sub 25 dicen ¨qué suerte que sos una mujer porque a veces los choferes varones empiezan preguntar, tienes novio, con quién vives, qué linda que sos, y es incómodo” o hay situaciones que la avasallan ¨cuando se quieren sentar al lado, primero porque yo tengo un libro para cada semáforo. ¿Viste que una vida transcurre en el semáforo? Entonces a veces en tres días me leo un libro. Y tengo mi agua, mi fruta, mis cosas, mi ropa. Se quiere sentar adelante y digo, “No, adelante no llevo.”
Suele trabajar muy bien los días de recitales, y cuando tiene un objetivo como por ejemplo si aumentaron las expensas o se rompió el lavarropas, se dice ¨ bueno, a ver, esta semana tengo que juntar tanto, entonces voy a manejar más y hay días que es hermoso andar por la ciudad, por ejemplo, día del padre el día de la madre.¨
Nancy dice que sería bueno que tanto choferes como choferas se puedan juntar y hacer alguna queja colectiva, armar algún tipo de comunidad para que sea más baja la comisión con la que se queda la plataforma. Antes hacía las estadísticas cuenta ¨después dije, bueno, Nancy, es la que hay, yo tampoco tengo un auto de gas y ahora la nafta está un poco estable.¨
Lejos de romantizar la experiencia de manejar para una plataforma sobre todo en épocas de multiempleo y precarización laboral, al hacer foco en estrategias posibles llevadas adelante por algunas mujeres, el volantazo es un camino. Abordar la calle como espacio de circulación y producción económica, asumir el rol activo de conductora históricamente destinado a las masculinidades, es un desafío que tiene sus particularidades sobre todo cuando en el acceso al mercado laboral confluyen la identidad de género, la franja etaria y la crisis económica.