Una de las premisas transversales de los feminismos es cuestionarlo todo. Como lectora y comunicadora popular antipatriarcal estoy bastante #harta de tener que fumarme titulares nefastos en medios masivos, notas basadas en supuestos, o explícitamente en mentiras. La desinformación me genera indignación y hasta muchas veces una risa incómoda cuando no puedo creer el nivel de racismo con el que se eligen las palabras. Da mucha impotencia que sean tan cínicxs, pero una vez que empezaste a tirar los ladrillos no hay vuelta atrás.
¿Cómo se le puede ganar al mensaje blanco colonial patriarcal capitalista y antropocéntrico? ¿Por qué llevarlo a un terreno de disputa? Simplemente porque nos arrebatan el derecho a la información. No es justa la impunidad histórica de decir cualquier cosa por sobre la verdad. Es momento de quebrar el pacto machista, donde todo el mundo sabe determinadas cosas pero nadie las dice.
Nos instalan que es la época de la post verdad, nos manipulan para que aceptemos la mentira como válida, nos mienten tanto que la naturalizamos. Los hechos pueden tener varias perspectivas, pero la verdad es una sola, aunque siempre compleja. Más que distintas lecturas, creo que se trata de omisiones, se trata de recortar la parte que mejor le quede a los intereses del sistema dominante, en lugar de narrar el cuadro completo.
Un ejemplo de racismo comunicacional
Une niñe murió por desnutrición en Tartagal, provincia de Salta, y un medio decidió contarlo de esta manera:
Otro niño wichí murió por desnutrición en el chaco salteño
Se trata de un nene que falleció mientras era trasladado en una ambulancia que se rompió en el camino.
Cuando esto ocurre, y ocurre en muchos medios, nosotres nos preguntamos la cantidad de verdades que están siendo omitidas en este titular y su bajada. Aún creyendo que quieren denunciar un hecho totalmente injusto y desgarrador, señalamos que lo hacen desde un lugar deshumanizante, superficial o, en el mejor de los casos, ignorante.
Veamos: empezar con la palabra “otro” le quita importancia a esa vida, es una falta de respeto hacia ese niñe y hacia su familia, que está intentando sobrevivir a un Estado genocida y racista. Son las naciones preexistentes (pueblos indígenas) al Estado argentino quienes viven el mayor empobrecimiento sistematizado, despojándoles de territorios donde podrían tener una vida sana y desarrollar su manera de habitar este suelo argentino, que se supone es de todes —pero hace más de 200 años que los derechos son privilegios de clase y de etnia—.
Cuando relatan que murió por desnutrición pensamos directamente que es porque son “pobres”, el derechoso pensamiento aparece con el clásico: “son pobres porque quieren”, sin conocer lo que pasa en ese territorio, lo cual es hacer un recorte parcial y segregacionista de la realidad. Luego, no podría faltar en el imaginario machista que la responsabilidad es de la madre, que no lo alimentó bien, o que tiene muchos hijes para cobrar una asignación, porque siempre se juzga primero a las madres, pero nadie expresa que hay millones de padres que no se hacen cargo de sus hijes. Tampoco se habla de padres que sí se hacen cargo, pero que trabajan en las estancias de los poderosos de este país, que casualmente cuantos más billetes y cuentas en el exterior tienen, más trabajadores informales tienen a su cargo. Cuanto más grande es la finca, estancia, campo, chacra, más trabajo esclavo sostienen. Inclusive explotando a menores de edad.
“Si no te gusta, no vengas más” o el famoso “andá a cantarle a Gardel”: así se siguen manejando estos señores, antes y hoy. Se creen propietarios de la vida en toda dimensión, la vida de humanes y no humanes. Se lo creen porque hay todo un sistema que los cuida, que los encubre, que les hace favores y viceversa. Y esto es así aun cuando lo único que poseen es un papel que vaya a saber una cuál es la procedencia; se trata de un robo territorial disfrazado de boleto compra y venta que data de la repartija que se mandaron sus antepasados igualmente genocidas y criminales.
A esto me refiero con el pacto machista, a ese entramado corrupto lleno de hijos de yuta, con responsabilidades menores o mayores pero todos a favor de sostener lo que los hace sentirse poderosos y privilegiados. Se sienten triunfantes mientras haya alguien a quien oprimir, un billete que robar, una hectárea de tierra que contaminar, un animal que asesinar. Con el objetivo supremo de la acumulación de capital.
¿Hace falta abordar la oración “la ambulancia que se rompió en el camino” como si fuera algo circunstancial y no estructural? ¿No deberíamos debatir más acerca de la negligencia política? Un grupo de personas que fue elegido para llevar un cargo público, un trabajo y una responsabilidad que afecta a millones de personas. Pero pareciera que en muchos casos el trabajo es no hacer, es desmantelar, es vaciar, es negar derechos. Me pregunto si es falta de capacidad de gestión o es ser funcional a los ejes racistas del Estado. Esta gente viaja en avión ida y vuelta a Buenos Aires, pasando gastos irrisorios para cumplir con sus obligaciones parlamentarias, donde se supone vienen a representar a esa familia a la que se le muere une hije porque no tienen acceso a un trabajo digno, ni a la vivienda que le prometen cada vez que se acercan las elecciones, o porque toman agua contaminada que sale de una manguera a 10 kilómetros de su casa, o sacan agua con un tacho vacío de glifosato de un tanque comunitario que el municipio carga cuando se le canta.
El agua contaminada provoca infecciones y diarrea, que colabora al cuadro de desnutrición y deshidratación. Une niñe llega a la desnutrición porque no hubo voluntad política de que eso no suceda. Acceder al agua potable es un derecho básico. A todo esto, los señores más poderosos de las provincias del norte (en este caso) están atrincherados hace décadas en el poder, creyendo que nada ni nadie los va a tocar, como si no supiéramos que son la peor lacra machista antiderechos. Someten a las personas a vivir como a ellos les conviene que vivan, o que mueran. ¿Hasta cuándo?
Entiendo que el cuadro completo no entra en un titular pero sería importante que dejen de ser tan hipócritas en la elección de las palabras que usan para comunicar. Me di la oportunidad de leer la nota completa y solo empeoró.
Pueden hacer el ejercicio de googlear “otro niño wichi” y verán los resultados de la búsqueda, como si fuera una categoría. Esto se da porque el discurso racista y colonial se reproduce permanentemente.
A descolonizar
Descolonizarnos es un ejercicio, y lo hacemos para dejar de colaborar con el sistema opresor. Tiremos un par de ladrillos de esos que sostienen los pilares de la patria:
• Genocidio indígena. El concepto de genocidio comprende cualquier acto que consista en la matanza y lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, el traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.
No admitir que el genocidio indígena continúa hoy, bajo esta democracia, es ser negacionista. El genocidio indígena es el más terrible y numeroso de la historia de la humanidad. El sistema se ha encargado de que lo naturalicemos, y solo lo leamos en términos de “desigualdad social”, no es desigualdad: es racismo y prácticas genocidas.
• El pueblo indígena wichi es uno de los más de 36 pueblos preexistentes al Estado argentino. El artículo 75 de la Constitución Nacional sobre los derechos de los pueblos originarios (de 1994), dispone: “17. Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones” (cláusula ésta que ahora es complementada por el art. 18 del Código Civil y Comercial).
• Cuando nos referimos a “la comunidad wichi” de donde proviene una familia hay que preguntar y averiguar el nombre. Cada comunidad tiene su nombre particular, así podremos referirnos con respeto y precisión. No hay una única comunidad wichi, les hermanes wichi son del pueblo nación wichi. Y cuando se dice “pueblo” no se refiere a un único lugar geográfico, sino justamente a todes aquellos que pertenecen a ese pueblo, que supo ser libre y habitar diversos territorios. Tienen una historia más antigua que el pueblo argentino, y sus tierras ancestrales ocupaban territorios desde Paraguay hasta Bolivia atravesando parte del norte argentino. Vale aclarar que wichi no lleva plural, al igual que el pueblo mapuche. No se dice ni se escribe mapuches ni wichis. La “s” viene de la Real academia española y su imposición es winka y colonizadora. Que alguien le avise a wikipedia, o winkapedia.
• Cuando reivindiquemos la importancia de los Derechos Humanos en nuestro país, sepamos que estos se están violando mientras escribo estas palabras, a toda hora, ya sea en comunidades o en barrios populares, la opresión no da tregua. El genocidio indígena es un hecho vigente.
Estamos encontrando otras formas de vincularnos, mi deseo y mi trabajo como comunicadora es que sea hacia el Buen vivir para todes: “El Buen Vivir como derecho es vivir en armonía, reciprocidad y respeto entre los pueblos y para con la naturaleza”, proclaman desde el Movimiento de mujeres indígenas por el buen vivir, desde su lucha antipatriarcal y apartidaria.
Nos educaron con demasiadas mentiras. Nos negaron la posibilidad de conocer otra forma de vivir. No hay tiempo para titubeos, es urgente tejer redes para responder más fuertes, debemos conectar personas para colaborar en una red de cuidados y acciones, creando estrategias ante tanta injusticia. Los ladrillos caen sin parar en todas partes del mundo, lo estamos tirando, se va a caer.