Subida a un par de tacos, vestido azul hasta el suelo ingresa la representante de Coronel Belisle. Está seria, pero intenta sonreír. En fila le sigue otra mujer. Ella es de Fernández Oro. El locutor se entusiasma: “postulante número tres, cuatro y cinco”. Entra la representante de Ingeniero Huergo, la de Cervantes con bucles de muñeca y la de Luis Beltrán. Al ritmo de los aplausos, ya están sobre el escenario, jóvenes, blancas, delgadas, las 13 postulantes. Todas anhelan lo mismo: la corona. Ese objeto que vale por la plata y las incrustaciones, pero más por su símbolo: popularidad, orgullo y dos pasajes todo pago a Europa. Es febrero de 2019 y en Río Negro llueve. Falta poco para que Teté Coustarot aclame a la nueva Reina Nacional de la Manzana. Aunque no lo sepan ni ellas ni nadie de los que están aquí, en Fiske Menuco – Roca, será la última.
Para esa época María Emilia Soria era diputada nacional y tenía una tarea: coronar a la reina. Cuando ella era chica veía a las postulantes y suspiraba. “Me ilusionaba al verlas y poder ser como ellas”, dice. Y agrega: “la Reina de la Manzana siempre fue una mujer muy importante”. El puesto daba prestigio, porque eran embajadoras de la fiesta, representantes del valle y de la fruticultura. Si en ese momento, a Emilia Soria le decían que ella iba a ser la responsable de destronar tantos años de monarquía manzanera, no lo hubiese creído.
Aunque tiene pelo rubio, tez blanca, ojos marrones claros y es delgada, Soria nunca compitió para ser reina. En 2019 asumió otra clase de trono más mundano: la intendencia de General Roca. Es la primera intendenta mujer en la historia de la ciudad y con 34 años, la más joven. Y no solo eso, a solo dos días de tomar el cargo ejecutivo, cambió para siempre la coronación de Roca: borró de un plumazo a la reina de la manzana, junto a una tradición de más de 50 años. “Necesitamos desnaturalizar la cosificación de la mujer al ser valorada, exhibida, y premiada por sus cualidades físicas”, dijo Soria cuando anunció el fin del reinado. Y así, desató en la ciudad patagónica una discusión histórica.
A lo largo de todo el país hay cerca de 200 fiestas nacionales y regionales. Y cada vez son más las ciudades que eliminan la elección de la reina. Según la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género, ya son 65 las localidades en todo el país que decidieron dejar atrás este certamen.
La primera ciudad registrada en hacerlo fue Chivilcoy en diciembre 2014. Y la última Maciá, en la provincia de Entre Ríos, el 10 de febrero del 2020. Roca fue la número 50. Después le siguieron: Carhué, Concepción del Uruguay, Comodoro Rivadavia, General Viamonte, la Fiesta del Ternero en Feliciano, Aldea San Antonio, y San Juan entre otras. Y este año se dio una particularidad: la primera sección de la Ciudad de Mendoza no presentó ni eligió candidatas para la reina de la Vendimia.
La primera ciudad registrada en hacerlo fue Chivilcoy en diciembre 2014. Y la última Maciá, en la provincia de Entre Ríos, el 10 de febrero del 2020. Roca fue la número 50. Después le siguieron: Carhué, Concepción del Uruguay, Comodoro Rivadavia, General Viamonte, la Fiesta del Ternero en Feliciano, Aldea San Antonio, y San Juan entre otras. Y este año se dio una particularidad: la primera sección de la Ciudad de Mendoza no presentó ni eligió candidatas para la reina de la Vendimia.
Muchas festividades reemplazaron la elección de la reina por distinciones a vecinxs o grupos de ciudadanxs que llevan adelante alguna actividad noble, comunitaria o solidaria. Este fue el caso de la Fiesta Nacional de la Manzana: lo llamaron Concurso de Ideas Emprendedoras y habilitaron a lxs vecinxs a elegir al lxs ganadores a través de las redes sociales.
No se nace antiprincesa
María Emilia Soria es hija de Carlos “el Gringo” Soria. La cuarta, última y única mujer. Él fue quien empezó a construir el legado político que heredaron sus hijxs: primero fue diputado nacional por la provincia de Río Negro y después por la de Buenos Aires. Fue secretario de Inteligencia de la Nación (ex SIDE) en el gobierno de Eduardo Duhalde. Y a partir de ahí no pudo despegarse de cargos ejecutivos: fue dos veces electo en la ciudad de Roca como intendente. Y en 2011, le entregó el municipio a Martin, su hijo, porque fue electo gobernador de la provincia. Pero ese cargo lo dejó inconcluso, a los 21 días de asumir fue asesinado por su propia esposa.
“Cuando era chica en el almuerzo en casa se hablaba de política y sin embargo a mí me tocaba poner y sacar la mesa, lavar los platos”, recuerda la ahora intendenta de Roca en diálogo con LATFEM. Un día se cansó, dejó la esponja de lavar y se secó las manos. Lo miró al padre, los miró a los hermanos y se plantó: “yo no hago más esto, ni yo ni mamá hacemos más esto. Acá se terminó. Mi papá y mis hermanos me miraron como diciendo ¿y a esta que le picó?”.
Maria Emilia Soria lo confiesa de entrada: ”Fui criada con una fuerte presencia patriarcal”. Su padre le decía que era la princesita de la casa. Y la trataba distinto, era la más chica y la única hija. Si bien le cuesta reconocer, sabe que tuvo beneficios: un dormitorio para ella sola y más muestras de cariño que el resto de los hermanos. Eliminar el tradicional concurso de la Reina de la Manzana no le fue fácil. La primera batalla fue contra su familia y contra sí misma.
La noche de año nuevo
Eran cerca de las 3 de la madrugada del 1 de enero de 2012. Los gritos y el brindis por año nuevo ya se habían apagado. María Emilia recogía copas y lavaba platos en la cocina. Estaba de visita, junto a su novio – hoy ya convertido en marido – en la chacra de su familia. Habían viajado desde Buenos Aires para pasar las fiestas en familia.
No se sabe bien por qué su madre – Susana Freydoz – y su padre comenzaron a discutir en la habitación matrimonial. Algunos medios locales aseguran que fue un tema de infidelidad, otros dicen que fue por inestabilidad emocional. Lo que se si quedó demostrado en el juicio fue que Freydoz tomó de la mesa de luz un revólver calibre 38. Apuntó a no más de 50 centímetros y le disparó a su esposo en la cara. La bala entró por el pómulo derecho y le provocó la muerte.
A la intendenta no le es fácil recordar esa noche. “Fue un momento que borré de mi cabeza”, dice.
En 2014 su madre fue trasladada a un pabellón psiquiátrico de la cárcel federal de Ezeiza. Antes había intentado suicidarse, y estuvo internada en el Hospital de Cipolletti y en la clínica porteña Avril. Con el correr de los años, su estado de salud empeoró mucho. Por eso la justicia, en enero de este año, le concedió trasladarse a la Patagonia.
Ahora se aloja en la casa de su prima, en Neuquén. La intendenta y su marido asumieron una responsabilidad: son los garantes de su prisión domiciliaria. María Emilia Soria, aunque no quiere explayase, cuenta que ya se reencontró con ella. Hoy su madre, tiene pulsera electrónica, y un régimen muy estricto que cumplir para recuperar su salud.
Disputar la decisión
María Emilia Soria se define, como si estuviera justificándose: “No soy feminista. Lo mío es un proceso de deconstrucción. Estoy en el proceso de poner otros objetivos, que no son los que me inculcaron de chica”. Durante 6 años, ella ocupó la banca del Frente para la Victoria – PJ en el Congreso de la Nación. La dejó en 2019 para asumir como intendenta de Roca. Durante los primeros años se sintió discriminada en el Congreso: “si eras mujer y levantabas la voz en el reciento eras una loca, en cambio si eras varón y levantabas la voz como Negri, decían ´¡Que carácter que tiene ese tipo!”. “Tuvimos que demostrar que veníamos al reciento a algo más que a sonreír”, dice, en relación a sus compañeras diputadas.
Durante esos años fue una diputada inclasificable. Hizo de todo: desde retar al entonces funcionario de la gestión de Mauricio Macri, Marcos Peña en plena sesión: “¿Sabe lo que es esto señor jefe de gabinete?”. Y con una manzana en alto se contestó: “Es una manzana de Chile”. Hasta revelarse frente a su propio bloque: fue la única diputada del kirchnerismo que votó a favor del desafuero del exfuncionario Julio De Vido.
La Comisión de la Reina de la Manzana fue la primera batalla que tuvo que dar a dos días de asumir como intendenta. Este grupo de mujeres, peluqueras, dueñas de locales de ropa, de la escuela de modelaje, maquilladoras, no se la hicieron fácil. Fueron las primeras en responderle cuando tomó la decisión de ponerle fin al reinado: “la definición de REINA, no deberá ser nunca sinónimo de mala palabra”, le recriminaron.
Pero su decisión venía cocinándose a fuego lento a lo largo de su vida. Soria se acuerda y enlista: ver a las postulantes derrotadas llorando, a las madres consolando detrás del escenario, sentir la rivalidad entre las candidatas. “¿Qué tiene que ver esto con la fruticultura?”, se preguntó en un momento. Se acercó a la Universidad del Comahue y al Consejo Local de Mujeres Diversas para que la ayuden a buscar los fundamentos.
En un texto no muy largo le explicaron a la intendenta: “Las reinas no representan la diversidad de mujeres de la Nación, tampoco se pierde la cultura ni la historia productiva de la ciudad por eliminar el certamen de belleza”. Y le dejaron en claro algo: “Seguir con esta práctica sería continuar avalando la competencia estética entre pares”. Este tipo de certámenes, según sostiene la Comisión Directiva del Consejo de Mujeres Diversas, “sigue fomentando la meritocracia, la gordofobia, la cosificación de la mujer y la mercantilización de los cuerpos feminizados”. Tras leer esto, María Emilia Soria tomó nota, coraje, y firmó el fin de la monarquía en su ciudad.
Las ciudades Cervantes, Lamarque y Allen también se opusieron. “Estas interrumpiendo una tradición”, le decían a Soria sus pares intendentes. Claro, cada municipio tenía la intención de enviar a su reina a competir a la Fiesta Nacional de la Manzana.
Las críticas también llegaron desde otros espacios y, por supuesto, de la oposición. Para Carlos “Beto” Castro, excandidato a intendente de Roca, este anuncio, tomado así, de forma aislada sin mediadas que lo acompañen “no modifica mucho”. Para él Soria se perdió la oportunidad de avanzar con casas refugios, con un Consejo de la Mujer autónomo del municipio, con mejorías en la comisaría de la mujer. “Sin estas medidas”, remata Castro, “se queda en una medida simbólica”.
Castro trae a la charla el caso de las reinas de la vendimia que se opusieron y se declararon en contra de la megaminería en Mendoza. “Las reinas de por sí, por pertenecer o adherir a modelos tradicionales de belleza no son estúpidas como muchas veces nos hacen creer. Sino y como muchas en este caso, se pusieron al frente de la lucha”, dice. E insiste, “el fin de la reina de la manzana solo no sirve, tiene que estar acompañada por un conjunto de medidas”.
El negocio detrás de las reinas
La reina de la manzana representa un universo millonario y globalizado. En el valle de Río Negro y Neuquén hoy se trabajan 32.000 hectáreas frutícolas. Y se producen, al año, cerca de 500 mil toneladas de manzanas -entre los exportadores de manzanas, Argentina está en el puesto 11-.
Para Agustín Argibay, presidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados, que haya reina o no, para el sector, en términos económicos, no es relevante. “La decisión no afecta al sector productivo ni al consumo de manzanas”, dice a LATFEM.
La producción de manzanas del valle está por cumplir sus 100 años, y la Fiesta Nacional de la Manzana tiene una antigua tradición. “Es una fiesta de agradecimiento de productores y trabajadores por producir un fruto extraordinariamente noble y saludable”, explica Argibay.
Pero no todos piensan así, hay quienes creen que la festividad no refleja la situación de lxs trabajadores de la fruta. “Poco se habla de la precariedad de los trabajadores golondrinas, de su situación de semiesclavitud. Las trabajadoras rurales en esta Fiesta de la Manzana también están invisibilizadas”, analiza Carlos “Beto” Castro, excandidato a intendente de Roca por el FIT, en diálogo con LATFEM. Y recuerda el caso emblemático de Daniel Solano, un trabajador salteño que fue a trabajar a Choele Choel a la temporada. Y que por protestar contra la empresa Expofrut por las condiciones precarias en las que trabajaba, en la madrugada del 5 de noviembre del 2011, fue detenido por la policía rionegrina. Y desde entonces permanece desaparecido.
María Emilia Soria no es buena para las fechas, pero cree que fue en 2018 “había una postulante de reina que era excelente: sabía mucho de fruticultura, era la hija de un chacarero, sabia lo sacrificante que son las tareas en la chacra”. Sin embargo, “por una cuestión de belleza, de estereotipo no quedó”. Toda la comunidad roquense había votado para que sea ella la que gane, pero el jurado eligió otra. A ese momento, la intendenta de Roca lo reconoce como un punto de inflexión: “no gustaba porque era gordita”. “Ahí dije: no sigamos falseando la realidad, esto es un mero concurso de belleza”, cuenta.
Es que para postularse a reina había que cumplir con determinadas características y con un reglamento muy estricto. Muchas de esas obligaciones se transmiten de boca en boca, como conocimiento popular: no pueden tatuarse, no pueden ser madre ni quedar embarazadas, deben ser delgadas, altas, bonitas, en fin, cumplir con los parámetros hegemónicos de belleza. Otras estaban escritas en el reglamento: tener entre 17 y 24 años, ser argentinas, tampoco portar celulares, ni ingerir bebidas alcohólicas, no fumar, ni bailar o hacer manifestaciones de afecto con amigos, novios o con parientes mientras dure su responsabilidad en los eventos. También se les pedía que tengan que estar informadas sobre aspectos de la historia, de la actualidad, geografía, industria, actividad frutícola y turística de la Provincia de Río Negro.
María Emilia Soria se acuerda de un caso emblemático, que también la hizo reflexionar: la de la reina boxeadora. Hace una pausa y elige las palabras: “le quisieron plantear que no boxeara más porque no era apropiado”. Oficialmente dejó de boxear, pero confiesa “todos sabíamos que seguía boxeando. Son parámetros muy estrictos”.
Este año en la Fiesta Nacional de la Manzana hubo bendición de los Frutos, concursos de embaladores, un triatlón y hasta una tarta de manzana de 60 metros de largo que comieron 2500 roquenses. También premios al vecino Silvio Rodríguez que por adivinar el peso de la manzana se llevó una casa amoblada. Y shows en vivo de Wos, Tini y Los Palmeras.
Pero, claro, ni reina, ni princesas, ni chicas jóvenes desfilando. La corona con la banda, capa y cetro se convirtieron en piezas de exhibición del museo de Roca. Testigos de viejos tiempos donde esa belleza sin más, recibía aplausos, poder y brillo.