El Fujimorismo contra las mujeres

“Fue en dictadura que se creó el Ministerio de la Mujer, un ministerio que por mucho tiempo implementó políticas asistencialistas, paternalistas y heteronormativas hacia las mujeres, perpetuando la violencia de género y negando la existencia de personas LGTBI, lo que impidió que este ente rector se convierta en el gatillador de transformaciones más profundas que puedan minar las estructuras sobre las que se asientan las desigualdades y la violencia contra las mujeres”, escribe la feminista Vero Ferrari en esta columna de opinión.

En el Perú existe una corriente que intenta dejar en el olvido lo que fue el gobierno de Alberto Fujimori, esta corriente es tan fuerte y poderosa, que incluso logra instalar en el imaginario social que el Fujimorismo fue bueno y que por ello alguno de sus hijos debe tomar el legado que dejó el padre y gobernarnos. A pesar de que los hijos no tienen ningún mérito, el paso por el Congreso de ambos fue y es mediocre, y tienen relevancia solo por apellidarse Fujimori.

El fujimorismo fue un gobierno que se aprovechó de la agenda feminista para intentar pasar su impronta autoritaria, corrupta y genocida como democrática y preocupada por las necesidades de las mujeres. El caso de las esterilizaciones forzadas es la punta del iceberg de la política racista y genocida del fujimorismo, política que no ha cambiado actualmente cuando vemos que eliminan la protección para las personas LGTBI.

Entre 1990 y 2000 se aplicó una política de planificación familiar que incluía la anticoncepción quirúrgica definitiva. No habría problema con esta alternativa sino fuera porque el Ministerio de Salud impuso cuotas de mujeres esterilizadas en los centros médicos que tenían que ser cumplidas de grado o fuerza para evitar sanciones. Es así que miles de mujeres fueron intervenidas quirúrgicamente sin dar un pleno consentimiento, sin estar debidamente informadas, llevadas con dádivas, chantajes y amenazas, muchas secuestradas dentro de los centros de salud hasta que firmaran el consentimiento. La mayoría de estas mujeres eran indígenas, campesinas y quechuahablantes. El objetivo de la política, que era acabar con la pobreza, se convirtió en acabar con los pobres. Muchas mujeres murieron por las condiciones infrahumanas en las que se dieron estas operaciones, muchas más quedaron con secuelas. El proceso legal que se sigue hasta el momento solo les ha dado la espalda a todas estas mujeres y se niega a reconocer la responsabilidad de los principales ejecutores de esta política pública.

A pesar de que en el gobierno de Fujimori se dio la Ley contra la Violencia Familiar, Fujimori no dudó ni un segundo en torturar a su esposa, Susana Higuchi, luego de que esta denunciara que sus familiares estaban robando las donaciones para los afectados por los desastres naturales. Ella fue secuestrada y encerrada en un calabozo del Servicio de Inteligencia del Ejército y se le aplicaron electroshocks en la cara y el cuerpo. Otra mujer víctima de la insania fujimorista fue Mariela Barreto, quien fuera asesinada y descuartizada por su expareja, Martín Rivas, jefe del Grupo Colina, luego de que se enteraran que había filtrado información sobre los asesinatos a estudiantes de la Universidad La Cantuta y de vecinos de Barrios Altos, en los dos casos por los cuales Fujimori fue extraditado y sentenciado como autor mediato de estos asesinatos al financiar, respaldar y proteger a los integrantes de la organización paramilitar, encargada de asesinar a los enemigos políticos de este.

Fue en dictadura que se creó el Ministerio de la Mujer, un ministerio que por mucho tiempo implementó políticas asistencialistas, paternalistas y heteronormativas hacia las mujeres, perpetuando la violencia de género y negando la existencia de personas LGTBI, lo que impidió que este ente rector se convierta en el gatillador de transformaciones más profundas que puedan minar las estructuras sobre las que se asientan las desigualdades y la violencia contra las mujeres.

Fue en dictadura que se creó el Ministerio de la Mujer, un ministerio que por mucho tiempo implementó políticas asistencialistas, paternalistas y heteronormativas hacia las mujeres, perpetuando la violencia de género y negando la existencia de personas LGTBI, lo que impidió que este ente rector se convierta en el gatillador de transformaciones más profundas que puedan minar las estructuras sobre las que se asientan las desigualdades y la violencia contra las mujeres

Fue un ministerio que guardó silencio cuando se violaba continuamente la democracia en el Perú, y que sirvió de fachada al autoritarismo de los que gobernaban en ese entonces. Fue un ministerio que nunca se pronunció en contra de la violencia que vivían las personas LGTBI y que nunca dio paso a debatir el aborto como un derecho fundamental de todas las mujeres. Y a pesar de que muchas mujeres tuvieron un rol preponderante en el gobierno de Fujimori, estas mujeres negaban la violencia, ocultaban las violaciones a la democracia, respaldaban la misoginia y homofobia/transfobia institucionalizada, y negaban la necesidad de implementar el enfoque de género en las políticas públicas hasta la actualidad.

El Fujimorismo le hizo mucho daño al Perú, a las mujeres, a las personas LGTBI, a la democracia y no han cambiado nada.