El primer laboratorio sin patrones del mundo enfrenta la pandemia fabricando productos esenciales

Farmacoop es el primer y único laboratorio recuperado por sus trabajadores en el mundo. La justicia los habilitó como cooperativa en 2019. Sobrevivieron a la crisis económica que dejó el macrismo organizándose. Ahora están haciendo su aporte a la emergencia sanitaria gracias, entre otras cosas, al apoyo estatal del Programa Recuperar. Fabrican alcohol en gel, van a producir tiras reactivas para detectar COVID-19 y planean comprar maquinarias que les permitirán producir 150 tipos de medicamentos. Edith Pereyra es la empleada con mayor antigüedad de la firma.

“Siempre amé mi trabajo, pero ahora mucho más porque esto es nuestro”, dice Edith Pereyra en una mezcla entre orgullo y nostalgia. Para ella Roux Ocefa era como “su segunda casa”. Entró a trabajar al laboratorio cuando prácticamente era una adolescente, a los 18 años. Ahora tiene 55 años y 3 hijxs, uno de ellxs es su compañero de trabajo. En 2016, cuando la despidieron, Edith sintió una doble traición: además de quedarse sin trabajo, se enteró que no le habían hecho todos los aportes patronales. “Fue un abandono muy triste”, recuerda. Sólo le daban seis meses de seguro de desempleo. “Primero fue que nos fueron pagando de a poco, en cuotas. Después ya no nos pagaba. Nosotros seguíamos cumpliendo y yo siempre creí en el dueño que nos decía que teníamos que seguir estábamos pasando por un mal momento pero éramos una gran familia. Después descubrimos que fue todo una gran mentira”, cuenta en diálogo con LATFEM

Hoy es vocal en Farmacoop, el primer laboratorio recuperado del mundo. Una empresa sin patrones que orbita entre la segunda ola de recuperadas, una treintena de fábricas que lxs trabajadores sostuvieron a pesar del macrismo. Farmacoop tiene su casa central en el barrio porteño de Villa Luro y también una sede en Lugano. Fundada hace 84 años, la firma no sobrevivió a la crisis económica que impuso la gestión del ex presidente Mauricio Macri. En 2016, la empresa entró en concurso de acreedores y en la triste secuencia conocida: suspensiones, despidos y un pasivo de 50 millones de dólares. “Caí en depresión. Fue terrible porque de tantos años de trabajo de repente no tener nada, ni sueldo, ni trabajo, ni nada. Caí en depresión hasta que, bueno, decidimos seguir con la lucha”, rememora Edith. 

Los y las trabajadores resistieron y propusieron la conformación de una cooperativa, pero el sindicato sugirió un comprador, que se hizo cargo del laboratorio pero que más tarde los estafó. “Tomamos la empresa todos juntos. Nos quedamos adentro con tal de que no se lleven las maquinarias. Nos decidimos a cuidar nuestro puesto de trabajo”, recuerda Edith Pereyra. Fueron días de quedarse a dormir en el laboratorio, de comer picadillo y reciclar cartones y papeles viejos para poder conseguir dinero para cargar la SUBE.

“La época del gobierno de Macri fue terrible, terrible, terrible”, enfatiza . Y agrega: “estábamos ahí luchando, peleándola y sin ayuda de nadie. Erámos un grupo reducido de trabajadores que nos propusimos  levantar un laboratorio, que era como levantar un imperio, que era una gran empresa, ¿cómo nosotros íbamos a tomar y íbamos a levantar ese proyecto de querer retomar el trabajo? Teníamos muchísimas contras. Pero bueno, resistimos, resistimos y nunca bajamos los brazos”. 

Después de tres años repletos de obstáculos ahora están aportando a la primera línea contra el coronavirus. En abril de 2019 la Justicia los habilitó como cooperativa. Y la pandemia los puso al servicio de la crisis: hoy producen entre 8.000 y 10.000 frascos de alcohol en gel por día que venden a precios populares. Además controlan y distribuyen más de 20.000 barbijos de otras cooperativas textiles. Además, van a producir las tiras de diagnóstico rápido que desarrolló un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata. Estos tests que permiten detectar anticuerpos en 10 minutos.

El Ministerio de Desarrollo Social de la Nación les dio un subsidio del Programa Recuperar por 6 millones de pesos para comprar tres máquinas de última generación para hacer control de calidad de medicamentos, que les permitirán producir 150 marcas de medicamentos para los cuales ya tienen la autorización pero no el desarrollo técnico. 

Farmacoop fue una de las tres empresas recuperadas seleccionadas en la primera etapa del Programa Recuperar, al que ya se presentaron 70 proyectos y es parte del plan Potenciar Trabajo. La selección tuvo que ver con la actividad esencial que desarrollan en este contexto. 

Con la ayuda económica del Estado podrán ampliar su planta de trabajadores. En la cooperativa son 100 asociados pero ahora solo hay trabajo para la mitad. La proyección de acá a un año es que estén trabajando todos y todas.

Además de ser vocal de la cooperativa, en Farmacoop Edith desarrolla distintas tareas. En 37 años de trabajo aprendió una variedad de actividades. Hoy llena los frascos de suero, toma el aire de las zonas estériles y si tiene que cocinar al mediodía para todxs sus compañerxs también lo hace, como todxs en este laboratorio sin patrones. “Hoy cociné fideos con tuco para 24 compañeros. Nos repartimos entre todos las tareas. También estoy llenando y etiquetando bidones de alcohol y aprendiendo todo lo que tiene que ver con lo administrativo: llenando bitácoras y otras cuestiones”, cuenta. 

“Fue una emoción enorme cuando empezamos a fabricar el alcohol en gel después de todo lo que pasamos”, señala Edith. El alcohol que produce Farmacoop viene en dos presentaciones: 250 ml y 5 litros. Lo comercializan a precios populares a través de distribuidoras y también mediante canales de venta directa en sus redes sociales. Empezaron a hacerlo por una propuesta del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. Hoy, algunas áreas del Ministerio de Desarrollo Social y del Gobierno de la Ciudad se cuentan entre sus clientes.

“Ahora estamos cosechando toda la lucha sembrada”, dice Edith Pereyra con una sonrisa. En el laboratorio, los recuerdos de los años de resistencia están por todos lados. Una bandera resume lo mismo que señala la trabajoda con más antiguedad del lugar: “Luchamos y ganamos”

Este año la cooperativa inauguró un centro cultural y un bachillerato popular que funcionan en el edificio de Villa Luro. A su vez, desde Farmacoop donaron barbijos al Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, el CeSAC N°5, la Fundación Basso, el hospital Muñiz, el Sardá y el Garrahan, entre otros. Como la mayoría de las empresas recuperadas empujan transformaciones que van mucho más allá de los puestos de trabajo. Para todxs, todo.