La historia de bell es la de una niña afroamericana nacida durante la vigencia de las leyes de segregación racial en Estados Unidos, en una familia de clase trabajadora en Hopkinsville, una pequeña ciudad en Kentucky. Su madre realizaba todas las tareas de cuidado y crianza y su padre era militar y diácono en la iglesia. La primera parte de su educación formal fue en escuelas públicas segregadas racialmente, situación que cambió al comenzar la educación integrada donde la mayoría de docentes y autoridades eran personas blancas.
El contexto político y social que vivió desde su infancia motivó las preguntas sobre la desigualdad, género, clase, raza. Esas preguntas que durante mas de cuatro décadas alentaron una carrera prolífica y fundamental para los movimientos feministas negros e interseccionales, pero también para las disciplinas de la educación, la comunicación y la política feminista.
Estudió la licenciatura en Inglés en la universidad de Stanford (California), realizó una maestría en Literatura Inglesa en la Universidad de Wisconsin y un doctorado en literatura en la Universidad de California en Santa Cruz.
“Crecí enfrentándome al pensamiento patriarcal, pero fue en la universidad donde tomé parte del feminismo. Era la única mujer negra en las aulas feministas, y en esa toma de conciencia di mis primeros pasos en la relación teórica entre raza y género, empecé a reclamar que el sesgo racista afectaba el pensamiento feminista y comencé a exigir un cambio”, cuenta la autora en uno de sus libros.
Veinte años después, la niña que habia nacido durante la segregación racial, debatía con las mujeres blancas que no estaban dispuestas a enfrentarse a la realidad del racismo y acusaban a las mujeres de color de “traidoras” porque pensaban que estaban desviando la atención de la cuestión de género. “En realidad lo que estábamos demandando era que se afrontase el status de las mujeres de una forma realista y que esa mirada sirviera de base para crear una verdadera política feminista (…) lo cual no destruyó el movimiento, si no que lo fortaleció”.
Fue profesora casi toda su vida y formó parte de universidades reconocidas como Stanford, Yale o la Universidad de la Ciudad de Nueva York (Cuny), y estos últimos años regresó a enseñar en una universidad del estado donde nació, Kentucky.
hooks, como otras feministas de la década del 70, adoptó el nombre de su bisabuela materna como seudónimo para honrarla y desacreditar la idea de que eran estas mujeres únicas y excepcionales. “Queríamos decir, en realidad, que éramos los productos de las mujeres que habían estado antes que nosotras”. Sobre su nombre en minúscula también ha dicho que lo más importante es su trabajo: la “sustancia de los libros, no lo que soy” .
Es autora de una colección de más de 40 obras, artículos académicos, ensayos, poemas y libros para las infancias. Brindó conferencias y realizó ponencias en diversas universidades, y su labor es reconocida en todo el mundo. Desde diversas disciplinas, su eje siempre fue proponer un feminismo con el potencial para cambiar no solo la vida de las mujeres sino de la todo aquel y aquella que busque la transformación social.
“El feminismo es para todo el mundo” se titula uno de sus libros publicados en el 2000. En el prólogo de la edición de 2017 la Doctora en Antropología social y activista decolonial, Ochy Curiel, enfatiza que la autora propone un “feminismo visionario y radical que debe analizar las experiencias radicales desde la posición de cada une, desde nuestros lugares de sexo, raza y clase para que entendamos nuestro lugar dentro del patriarcado capitalista supremacista blanco”.
En esa obra, hooks recorre diversos temas como belleza, educación, masculinidades, lucha de clases y amor. Todo desde un lenguaje sencillo, y colocando su propio standpoint -punto de vista- como uno de los ejes principales del libro “la experiencia como autoridad analítica, desde una posición crítica, constructiva y vivencial”.
“No existe un camino único hacia el feminismo, las personas de diversos orígenes necesitan teorías feministas que se refieran directamente a sus vidas”. Inspiradas en ese desafío, los feminismos negros, marrones, indígenas de estas latitudes hacen sus propias preguntas, desarrollan experiencias y marcos teóricos conceptuales tomando también la interseccionalidad para pensar y transformar las propias realidades.
Las lecturas del feminismo de bell hooks nos obligan a cuestionar la brecha salarial y los techos de cristal pero también nos obliga a pensar en los pisos de tierra. Su lectura nos invita a hacernos preguntas situadas y cuestionar el lugar de las personas racializadas y precarizadas en esta sociedad capitalista. ¿Qué lugares ocupan las mujeres indígenas, migrantes?¿Cómo es la situación de las trabajadoras de la agricultura que más que brecha salarial padecen condiciones de explotación y en algunos casos casi esclavitud? ¿Por qué la violencia institucional y el gatillo fácil apuntan a los sujetos pobres y racializades?
hooks nos deja su obra, su práctica política y un arquetipo, una posibilidad de ser: la imagen que quizá ella no tuvo en la infancia. Una mujer racializada e intelectual que sale de la violencia invisibilización o víctima que la sociedad patriarcal pretende darle y trasciende ese lugar de otredad o de objeto de estudio para convertirse en sujeta política, con cuerpo, voz y capacidad de agencia, su palabra ha sido acción y cuerpo, por eso mismo tienen esa gran potencia de plantear preguntas hasta sentir la incomodidad que genera la desigualdad de nuestros territorios.
La crítica al sistema patriarcal no se queda solo en la cuestión de género sino que avanza bajo la esperanza que la auténtica liberación reside en una cuestión de cambio social que cuestione el elitismo de clase: “si atendemos al aumento de la brecha entre ricos y pobres y la continua feminización de la pobreza, podemos afirmar masivamente que necesitamos un movimiento feminista masivo radical (…) un movimiento visionario que enraiza su trabajo en las condiciones concretas de las mujeres pobres y de la clase trabajadora”.
Ante la crisis socioambiental económica a nivel mundial y la reorganización de las derechas, la potencia de las reflexiones de hooks cobran actualidad, cuerpo y movimiento a través de las agendas feministas se trabajan en organizaciones, sindicatos, movimientos, colectivos y partidos políticos progresistas, quizás sean el punto nodal para potenciar las discusiones de la distribución de la riqueza, la participación política y generar los diálogos necesarios que pongan en el centro la vida y la ética del cuidado de la vida y de la naturaleza.
hooks ha criticado el sistema capitalista y cómo operan desde la interseccionalidad los diferentes mecanismos de poder y opresión, pero también ha dejado huellas para volver a repensar el amor -sí, el amor- como una práctica política feminista que conduce a la libertad. “El apoyo mutuo es la base del amor y la práctica feminista es el único movimiento por la justicia social en nuestra sociedad que crea las condiciones en las que se puede cultivar”.
En su libro “Todo sobre el amor” (2021) la autora retoma reflexiones de algunas de sus obras y profundiza en el tema para desafiar la generalizada idea de que el amor romántico es el único auténtico e invita a habitar todas sus manifestaciones en cada etapa de la vida -el amor a sí misma, a la comunidad, a la pareja y la espiritualidad- con honestidad, ética y compromiso.
Las preguntas, la inspiración y el amor que provoca su legado, motivaron y motivan compromisos individuales y colectivos con la vida y la comunidad de la que somos parte: “En el momento en que elegimos amar, comenzamos a movernos contra la dominación, contra la opresión. En el momento en que elegimos amar, comenzamos a avanzar hacia la libertad, a actuar de manera que nos libere a nosotros mismos y a los demás”.
Fuentes:
Afroféminas: bell hooks: “Lo más importante es lo que digo en mis libros, no quién soy”.
El feminismo es para todo el mundo – bell hooks