El domingo 28 de noviembre terminó, después de diez días de fiesta ininterrumpida, el Festival de Cine de Mar del Plata, un festival de categoría “A” reconocido por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos (FIAPF) junto con festivales como Cannes, Berlín, Venecia o San Sebastián. Como en éxtasis o como en un salto después de las olas, los diez días de programación pasaron como por un tubo de emociones en la montaña rusa.
Esta fue la 36ava edición del Festival, pero es la primera vez que se realiza combinando las formas virtual y presencial. Después de casi dos años con los cines vacíos debido a las restricciones que impuso la pandemia por el Covid-19, la clásica ciudad balnearia se llenó de realizadorxs, productorxs y cinéfilxs que llegaron de visita un mes antes que los turistas. También se adelantaron los vendedores de barquillos, sourvenires y delfines que predicen el tiempo. En estos días de calor de verano en noviembre, Mar del Plata compartió dos refugios: la oscuridad del cine y el brillo del mar.
¿Qué pasa con el cine ahora, después de un año sin contacto, con pantallas individuales que controlan nuestro tiempo? ¿Qué imágenes quedan por mostrar? Como el cine tiene fecha de nacimiento, hay una alerta constante por su final y durante el 2020 y 2021 pensamos que podría ser ese. Sin embargo, las salas cerradas y funcionando nos devolvieron una idea: el cine no es solamente la película en la pantalla, el cine es la experiencia completa. La película, la sala, su público formaban casi una performance. Al cine en bikini y con una nueva visión post pandémica.
Durante el festival, la sala se convirtió en parte del espectáculo, espacios donde pasaban cosas, donde las emociones de la pantalla se expandían al público y se contagiaban haciendo olas entre la gente. Así fue que durante la segunda función de Titane de Julia Ducournau, ganadora de la Palma de Oro, vivimos un efecto 4D: mientras muchas personas nos tapábamos los ojos de la impresión por los primeros planos de sangre, dolor y piel, un chico se desmayó y tuvieron que frenar la función. Muchxs aprovecharon para irse y lxs que resistimos vimos el nacimiento del futuro que viene (alerta spoilers): un cuerpo sin género y de tianio.
¿Qué imágenes nos muestran el cine hoy? ¿Ya está inscripta en todxs lxs realizadorxs la perspectiva de género? En casi todas las películas hay una reflexión sobre la juventud, la vida, la muerte. Lo que implica crecer, ser adultx, ser más adultx y más viejx. El encuentro con lxs xadres, con lxs referentes. Los límites en el género, lo cyborg.
Ana Katz, Celine Sciamma, Julia Ducournau, Malena Solar son algunas de las creadoras de los nuevos imaginarios que a su vez conviven en el festival con Paolo Sorrentino, director de Fue la mano de dios, una ficción sobre su historia con Maradona, y Gaspar Noe, uno de los directores contemporaneos más polémicos por sus representaciones: un sexo largo, una violación y todas sus imágenes explícitas. La generación de espectadores que llega ahora a Mar del Plata creció con el Ni Una Menos, acampó en las vigilias por el aborto legal y tiene desde hace varios años los anteojos violetas y de todos los colores: distinguimos la representación de un machismo de época con la creación de nuevos imaginarios que ya no se cargan de presiones y enseñanzas patriarcales y, en cambio, construyen espacios íntimos, relaciones y cuerpos híbridos.
Cine y perspectiva de género
El festival tiene espacios de conversación y reflexión y, en ese marco, el cuarto día se llevó a cabo el Foro de Cine y Perspectiva de Género. Este espacio existe desde 2018 y, como mencionó Analía Barrionuevo, su presentadora, este año el foro existe con la ley de aborto legal, con el Cupo Travesti Trans y el decreto por el nuevo DNI dentro de la Ley de Identidad de Género como logros obtenidos y materializados en nuestro país.
El foro sigue siendo necesario como una búsqueda de acompañamiento: un *no estás solx* mientras la industria y el destrato avanzan como una ola digital. Las invitadas este año fueron Kekena Corvalán (investigadora, docente, escritora y curadora), Jazmín Stuart (actriz, guionista y directora, integrante del colectivo Actrices Argentinas) y María Galindo (cofundadora del colectivo Mujeres Creando, psicóloga y activista). El diálogo fue muy interesante, cada una desde su lugar como crítica, realizadora y militante trajo reflexiones sobre las perspectivas de género en el campo audiovisual. Como dijo Kekena: “la imagen es una moneda que sostiene el capitalismo, se trata de territorializar el deseo y las organizaciones sociales.” El cine y el imaginario que crea sigue siendo propiedad del sujeto propietario hetero cis. La lucha es por un lugar dentro del set, un espacio cómodo de trabajo y sin jerarquías patriarcales, y por un cine que afine las miradas y transforme la realidad.
El Festival de Mar del Plata devuelve un ritmo cultural al galope y la atención está en recuperar la agenda feminista y mantener un estado de foro permanente.