El retorno de Trump a la Casa Blanca: Make América Great Again?

En enero de 2025, Donald Trump asumirá su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. En la noche del martes 5 de noviembre arrasó en las elecciones. En esta nota, Biole Weber analiza el triunfo y sus efectos.

El próximo 20 de enero, Donald Trump asumirá un nuevo mandato como presidente de Estados Unidos. En la noche del martes 5 de noviembre arrasó en las elecciones: el candidato republicano consiguió más del 50% del voto popular, 292 votos en el Colegio Electoral y mayoría en el Senado. Aún faltan definir los números finales de la Cámara de los Representantes, pero todo apunta a que allí también tendrá mayoría. 

Mientras se terminan de contar los votos que faltan, Trump va camino a un triunfo en todos los Estados pendulares, como se conoce a los aquellos que pueden cambiar su tendencia y por ende, definen la elección (Pensilvania, Carolina del Norte, Michigan, Wisconsin, Georgia, Arizona y Nevada). Además, en la Corte Suprema también hay mayoría republicana, debido a las fichas que movió Donald durante su primer mandato en la Casa Blanca (2016-2020), cuando reemplazó tres jueces y devolvió a la Corte su tradicional mayoría conservadora 6-3 (6 republicanos, 3 demócratas). Algo que podría expandirse potencialmente en este segundo mandato. 

Es decir, desde el próximo enero, el Partido Republicano, absorbido por el trumpismo, tendrá la última palabra en los tres poderes de gobierno de Estados Unidos. La fantasía de Donald de tener el control total se vuelve palpable.

¿Quiénes votaron a Trump?

El principal titular que dejó esta elección es sin dudas la ampliación de la base electoral de Donald Trump, aun en el marco de sus constantes y violentos mensajes de odio. La incorporación de una porción latina entre las filas de Trump -aumentó en 13 puntos su apoyo y alcanzó el 45 por ciento de este electorado, por encima del récord entre candidatos presidenciables republicanos- explica la gran ventaja que le sacó a Kamala Harris, quien no pudo separarse de la gestión de Joe Biden. La candidata demócrata y actual vicepresidenta falló en conquistar al electorado con el que comparte -en mayor o menor medida- algunas categorías identitarias. En cambio, una vez más, ganó el hombre blanco rico. Este resultado tiene consecuencias concretas sobre la vida de las mujeres y diversidades, los migrantes y las minorías en general. 

A diferencia de las campañas anteriores, Trump cuenta con un aliado clave: Elon Musk. En el reino de la extrema derecha, donde la narrativa se alimenta  a base de noticias falsas, tener al dueño de X (ex Twitter) de su lado resulta un atajo significativo. Todo apunta a que Musk formará parte del gobierno, como una suerte de ministro de desregulación. De hecho, Musk prometió cortar 2 trillones de dólares del gasto público. Quizás use la misma motosierra que Javier Milei. Estos recortes recaerán, tal y como pasa en nuestro país, en las políticas de Estado que buscan cubrir algunas de las carencias de la población más vulnerable.

Las propuestas del compromiso republicano

La migración fue uno de los temas nodales de esta contienda. En su campaña, Donald Trump habló de hacer campos de detención gigantes para migrantes y deportaciones masivas como nunca antes se habían hecho en el país. El presidente electo promete ampliar el cuerpo de agentes de frontera y la seguridad de la misma. No descarta restaurar la política “Permanecer en México” (Remain in Mexico) que implementó durante su primer mandato para retener en ese país a los solicitantes de asilo hasta que se apruebe su permanencia en Estados Unidos. 

Respecto a la educación, la plataforma de campaña de Trump sostiene que cortarán los fondos federales para los programas de género y raza en las escuelas. También menciona que prohibirán a las mujeres trans participar de los equipos de deportes de mujeres y que deportarán a estudiantes internacionales con posiciones pro Palestina sobre la guerra en Medio Oriente. Esta agenda va en concordancia con la que mantuvo en su primer mandato, cuando restableció las Normas de Título IX que, entre otras cosas, implicaba que las escuelas debían reportar estudiantes que tuvieran “malas conductas sexuales”. Es decir, una guía básica para la transfobia y la homofobia. 

Estas propuestas forman parte del compromiso del republicano por erradicar las políticas públicas y privadas sobre diversidad, equidad e inclusión . La ONG American Civil Liberties Union identifica tres estrategias de la extrema derecha para materializar el objetivo de terminar con las políticas identitarias. En primer lugar, censurar discusiones académicas sobre discriminación por raza y género. Luego, abandonar los intentos de facilitar el acceso a los derechos civiles por parte de grupos históricamente marginados. En tercer lugar, utilizar el poder federal para atacar las iniciativas de igualdad de oportunidades. 

Manifestación durante la primera presidencia de Trump contra sus políticas discriminatorias hacia las personas trans (Crédito: EFE).

Del aborto y la salud 

Si bien Trump negó sostenidamente que fuera a prohibir el aborto a escala nacional, en 2022 celebró la anulación del fallo Roe Vs. Wade que garantizaba el aborto como un derecho constitucional en Estados Unidos. Esta anulación, solo posible gracias a la Corte Suprema de mayoría conservadora diseñada por el mismísimo Trump, fue una luz verde para los Estados más conservadores, que pusieron grandes trabas en el acceso al aborto. 

Pero las mujeres de estos estados no dejan de abortar. La diferencia es que ahora las que tienen plata viajan a otros Estados donde es legal abortar, para hacerlo de manera segura. Las que no pueden, están condenadas a la clandestinidad. Como siempre, la línea conservadora se afirma negacionista de los hechos. 

En términos de salud, Donald Trump prometió a Robert F. Kennedy Jr. la cartera de salud y dijo que le permitiría “descontrolarse” en salud, comida y medicinas. Hablamos de un político abiertamente antivacunas, que prometió “curar” al país con medicinas alternativas y recortando a rolete medidas de seguridad con amplio consenso científico como, por ejemplo, la fluoración del agua pública para la prevención de caries, vigente en Estados Unidos desde 1940. Esta medida facilita el cuidado dental de manera transversal previniendo los enormes gastos en odontología frecuentemente inaccesibles para la población más pobre. 

Manifestaciones contra la anulación del fallo Roe Vs. Wade, 2022 (Crédito: AFP).

Por una América blanca, conservadora, heterocis

El desmantelamiento de las políticas de inclusión y la promesa de deportación masiva prometen un escenario terrorífico para el mandato que empieza en 2025. Con Elon Musk a su lado, Estados Unidos vota en forma masiva a un líder que se posiciona como abanderado del negacionismo científico en todas sus batallas. Esto se traducirá, como sucedió en el mandato anterior, también a las políticas contra el cambio climático que afecta de manera más rápida y violenta a las poblaciones más vulnerables.

El fracaso de Kamala Harris de alguna manera es representativo del momento histórico del mundo, en el que crecen los discursos de odio y la violencia contra los sectores minoritarios, en nombre de la protección de una identidad pura y anterior. Cabe preguntarse si efectivamente alguna vez existió. 

En el país donde hay más armas por persona del mundo, los mayores impactos recaerán inevitablemente sobre la población que no entre dentro de esa imagen de la América que se quiere recuperar blanca, conservadora, heterocis. En la narrativa trumpista, el rol de las mujeres es el de ser sus esposas, como se ve en el discurso triunfal de Donald la noche del 5 de noviembre. 

La apuesta del Partido Demócrata ahora es barajar y dar de nuevo. Perdieron y por mucho en la contienda electoral. Pero también en la batalla cultural. Apelar a la empatía, la inclusión, la ciencia y la igualdad de oportunidades no fue suficiente en la era de la posverdad.