Oda a la Marroneidad: voces desde el sur global

A sala llena y con localidades agotadas se presentó “Oda a la Marroneidad: Voces desde el sur global o El flash antirracista: Devuelvan el oro” en Centro Cultural Recoleta. Una creación de artistes del colectivo Identidad Marrón que busca celebrar las identidades y reinventar la vida desde la visibilización política de las existencias marrones en Argentina

“¿Por qué la utopía se constituye primero en el reino de lo estético?”, se preguntaba hace más de 30 años el sociólogo Anibal Quijano y planteaba que la búsqueda de otra sociedad, de otra historia, de otro sentido, no es  únicamente porque se sufre materialmente el orden vigente, sino porque genera disgusto, incomodidad y además es el responsable de la crisis socioambiental que vivimos. “Por eso toda utopía de subversión del poder implica también, una subversión estética”, decía. ¿Y qué compone una subversión estética y artística en el escenario argentino, -casi- post pandémico del siglo XXI? 

“Oda a la Marroneidad: Voces desde el sur global o El flash antirracista: Devuelvan el oro” es la propuesta del colectivo Identidad Marrón que pone en escena cuerpos y autores por fuera del “canon literario” para visibilizar las huellas del racismo en nuestro país hacia las personas de origen indígena y crear así un sentido de identidad distinto. Se estrenó el jueves 29 de julio en el patio del Aljibe del Centro Cultural Recoleta. En esta propuesta la composición habla de viajes, de migraciones, de empleadas domésticas, de trabajos en la construcción o en la producción de alimentos, el campo. También se nombra a la escuela pública y aquellas primeras escenas de desigualdad, recuerdos de lenguas maternas con vocablos quechuas y guaraníes. Siempre prestando un servicio para que otres se lleven el oro. Siempre llevando el cartel y nunca siendo candidate. Esas son, entre otras, las memorias de millones de marrones que habitan este suelo. 

¿Hace falta decir otra vez qué color tiene la pobreza y la precarización? Eso ya está representado. Los marrones protagonizan las publicidades de UNICEF, las fotos de las copas de leche, los afiches de las colectas Más por Menos, las noticias de cortes, piquetes y “planes sociales”, y la foto de las comunidades indígenas corridas de sus territorios por los avances empresariales. 

Ahora bien, ¿qué pasa cuando habla una cineasta hija de la empleada doméstica a la que no le pagaron los aportes? ¿Qué sucede cuando el hijo marica del albañil se convierte en actor?; ¿Qué denuncia una trabajadora sexual marrona en un escenario del sur global y no desde Netflix?; ¿Qué proyectos de ley llevaría al Congreso una mujer con ascendencia indígena y trabajadora de la tierra?; ¿Cómo se convierte lo estético en político?.

Con el mismo deseo y la confianza en el futuro que les que padres y madres migrantes internxs y externxs que se levantan a las 5 de la mañana para ir a la feria, al mercado central o a les trabajos siempre sacrificados y precarios, este grupo de artistes componen una de las posibles y necesarias propuestas artísticas dentro del canon estético decolonial con su cuerpo, voz e historias.

Una Oda porque la marroneidad también es celebración

En América Latina, la lucha contra la dominación de clase, contra la discriminación racial, por portación marrón o  contra la dominación cultural pasa también por el camino de devolver el orgullo a todo lo que el sistema de blanquitud dominante deshonra.  

A partir de allí “decidimos resignificar muchos de los símbolos que conforman nuestra identidad cultural, nuestros saberes y los de nuestras familias”, explica a LatFem, Fabián Leguizamón uno de lxs artistxs de esta puesta. “Se trata de liberar lo que nos obligan a esconder y parte de ello es recrear los procesos históricos, reivindicar les protagonistas de la cultura y trabajar con ella los materiales que devuelvan a la fiesta su espacio privilegiado en la existencia”, explica. Y agrega que una “oda porque es necesario que tenga ese carácter tan magnificante porque la construcción estética negativa/peligrosa/despectiva sobre esta marroneidad es abismal. Sólo desde los recursos artísticos, desde lo simbólico y potente es que se puede instalar una nueva perspectiva”.

El ambiente, la música, las luces y la energía predisponen a eso que hace meses falta: la fiesta.  La identidad marrón va mas allá del estado nación moderno donde se haya nacido o del origen de les padres, lo marrón trasciende esas fronteras y es por eso que el encuentro se hace a modo de celebración. 

En ese sentido, la actriz, bailarina y performer Valo señaló: “queremos invocar el espíritu festivo que tienen nuestra raíces, el orgullo que tenemos de ser lo que somos, lo que aprendimos de nuestros ancestres y compartirlo”.

La pacha es el otro

Las lecturas performáticas, los poemas eróticos y cada pieza despertó en el público diversas reacciones: risas, abrazos, sonrojos y hasta algunas lágrimas. Momentos de distensión y de aplausos para todes les artistes. 

En una de las escenas se escucha: “Todes somos antirracistas hasta que no pedimos la libertad de une dirigente racializade prese de este sistema judicial, racista y clasista”. A la declaración le siguen minutos de silbidos.

La que enuncia ese manifiesto Rebeca Lopez, trabajadora sexual y activista antiracista, quién cuenta que es la primera vez que lee y performatiza un texto propio en un centro cultual. “Jamás en mí vida lo podría haber imaginado”, dice más tarde.  

Continúa la performance y se escucha: “Todes somos antirracistas hasta que afirmás que los argentinos bajamos de un barco o hasta que haces un casting convocando marrones para apropiarte de nuestra cosmovisión para tu guión de salvadora blanca”.

La seguidilla de cuestionamientos que plantea la artista, permite ver parte del abismo, entre les que escriben, interpretan y protagonizan las grandes  obras de la humanidad y entre les que construyen el teatro, arman el decorado, limpian la basura que deja el show.

“¿Dónde están les autores a les que les gritaron negros de mierda? ¿Dónde están les autores que tuvieron pozos en lugar de inodoros?”, se pregunta en escena, el actor y dramaturgo David Gudiño, al momento que sostiene entre sus manos un ramo de lechuga.

¿Por qué un ramo de lechuga y no de rosas? “Sí, porque un ramo de puerro, lechuga, acelga, puede ser bello. Las cosas de la verdulería y el mundo de la verdulería es un mundo marrón donde también hay mucha belleza, conocimiento y trabajo, vemos que no está valorizado en términos de deseo y de trabajo justo”.  

La invisibilización artística ¿tendrá correlato en la política?, porque estos textos hablan de sistema judicial, falta de servicios básicos, trabajos precarios y apropiación cultural. Será válida la pregunta ¿Dónde están les indígenas, marrones y ambientalistas en las listas a senadores y diputados? ¿Qué espacios políticos los promueven? ¿Dónde están esas agendas y esos protagonismos?

O será como dice Rebeca que lo marrón es sólo convocado para escribir el guión de la película de lxs salvadorxs blanques.  ¿Cómo congeniamos la performance cotidiana del flyer de la Pachamama con el acto político decolonial, de la transformación y el cuidado real de la Tierra?.

Rescatar las prácticas y los saberes sin nombrar a lxs sujetxs, instituciones y formas culturales que les dan origen sólo para apropiarse y validar un discurso pseudo progre no es solo apropiación cultural sino parte del mismo extractivismo epistémico del que se alimenta el extractivismo económico y las consecuentes desigualdades. 

“Mal ahí que les pinte esa”, cierra Rebeca. Y todxs aplaudieron.

Le entrada es colectiva

En el marco de la crisis que atraviesa el país se ha hecho muy conocida la frase “la salida el colectiva”, pero “para nosotrxs la entrada al mundo también lo es” explica a LatFem Euge Choque, artiste y productora general de esta obra, “de ahí la importancia de “generar una voz común, compartir y  unir fuerzas”.

“Colectivizar nuestras luchas individuales, es lo que nos permitió  empezar a visibilizar los racismos y las luchas existentes. Nos permitió reconocernos en nuestras identidades, que antes no podíamos nombrar porque habíamos aprendido que lo no blanco es lo no deseado, lo sospechoso, lo precario”, plantea Sandra Hoyos, Licenciada en Ciencias Políticas y una de las performers en escena. 

Ella resalta el sentido de quién produce el arte: “Puede tomar dimensión antirracista, cuando es producido desde subjetividades que intentan descolonizarse, desde lecturas, imágenes, sonidos que interpelan la hegemonía blanca. Pero fundamentalmente cuando quienes lo producen son la subalternidad, la periferia y/o el margen”.

Pero la marroneidad no es lo único que caracteriza a este colectivo de artistes, la diversidad de género, de posiciones políticas, de clase y geografía de nacimiento -con los paisajes y experiencias que eso conlleva- son también algunas de las dimensiones que se ponen en juejo al momento de la creación. 

“Las formas de crear arte aún partiendo desde el concepto descolonial puede tener varias formas, modos distintos. Una puesta desde donde distintas personas racializadas puedan hablar desde la singularidad que le caracteriza, con su propio bagaje cultural y universos. Mostrar la diversidad dentro de lo no hegemónico”, reflexiona la productora audiovisual y creadora de @cinemarron, Florencia Mamaní.

Memoria e imaginación para un presente alternativo

“Desentramar la estructura hegemónica eurocéntrica colonial, no solo se trata de una revisión histórica y cultural sino de empezar a habitar esa frontera de la incomodidad desde esta región Sur que precisa pensarse desde sus formas, sus sentires, sus olores, sus saberes, sus estéticas, sus identidades, sus propios deseos y sus lenguajes”, expresa la artiste y docente antirracista Chana Mamaní. 

Artistes necesarios para la emergencia de nuevos protagonistas, con la densidad de la experiencia y el deseo de transformación: “El valor de ocupar lugares reservados para el arte blanco está en en el horizonte de posibilidades que se instala, cuando otras corporalidades habitan lugares y espacios que les son ajenos , extraños e inaccesibles”, dice Chana.

Oda a la marroneidad como celebración de lo bello, lo ancestral y lo colectivo. Desde este territorio, propone imágenes, textos y palabras para la construcción de esta utopía que guíe las prácticas de transformación, de lo estético a lo político. Donde el oro no es solo un patrón de intercambio, sino un espacio de orgullo desde donde ser actores para transformar el tejido social. 

Sobre la obra

  • Lugar: Centro Cultural Recoleta
  • Autores: @soy_rebebe, @la_valo, @davidangelgudino, @mermeladatricolor, @chanamamani_, @coyacareta @cine.marron, @niee.ko 
  • Producción gral: @eugevjchoque
  • Asistieron: @luisalejandroescano  @gabinotorlaschi 
  • Maquillaje: @inddulto
  • Musicalización: @rotpando
  • Fotografía: @wari.alfaro @chinafotos