Derechos laborales, resistencia a la flexibilización laboral en los ´90 y a la Corte Suprema Menemista: la Asociación de Abogados Laboralistas fue y es un faro para lxs trabajadorxs, los sindicatos y lxs abogadxs que vigilan que los derechos se cumplan en Argentina. Sin embargo, en los sesenta años de vida que lleva este colectivo nunca hubo una mujer ni en la presidencia ni en la vicepresidencia. Una historia de varones al frente que en 2020 tenía que quebrarse. Y así sucedió. En una asamblea multitudinaria, llevada a cabo de manera virtual, Cynthia Benzion, abogada de la Asociación Argentina de Actores fue proclamada presidenta de manera unánime en lo que hoy es la Asociación de Abogados (y Abogadas) laboralistas. Un cambio en el nombre que también implicó sacudir tableros. Pero no será la única en la conducción: estará acompañada por otras dos reconocidas abogadas laboralistas, María Paula Lozano (Federación Aceitera) como vicepresidenta y Mariana Amartino (ATE) en el rol de secretaria general.
Un cambio de paradigma que era necesario pero que no fue fácil ni lineal, incluso en una asociación tan vinculada a la igualdad de derechos. Benzion lo sabe bien. Empezó a militar en la Asociación a sus veintipico. Sin embargo, cuando se casó y tuvo hijxs se tuvo que ir. No podía compatibilizar su labor doméstica con el trabajo y la militancia: la triple jornada que intentan visibilizar los feminismos. Sus hijos tuvieron que ser independientes para que ella volviera a la militancia: algo típico en muchísimas mujeres, lesbianas y trans que transitan los ámbitos sindicales. En 2015, con la irrupción del movimiento feminista a gran escala a partir de Ni Una Menos, muchas abogadas laboralistas plantearon la necesidad de crear una Comisión de la Mujer Trabajadora y -para su sorpresa- fue muy resistido por sus compañeros varones y también, mujeres. “Acá somos todos iguales”, argumentaban para oponerse. Sin embargo, ella y otras de sus compañeras sabían que esa igualdad no era tal y pelearon puertas adentro. Hoy lograron ocupar la conducción. En diálogo con LATFEM Cynthia Benzion reflexiona sobre los desafíos y expectativas que tendrá en su nueva tarea que, lo dice y lo repite, será colectiva.
—Imagino que no fue fácil el camino hasta llegar a la presidencia, ¿Cómo fue ese proceso?
—En el 2015 formamos dentro de la asociación un espacio que llamamos Comisión de la Mujer Trabajadora, donde empezamos fuertemente a incluir una perspectiva de género en toda la tarea cotidiana de la Asociación. Nos formamos todas, cursamos especializaciones en diferentes facultades. Y hoy somos todos especialistas en temas de género y derecho al trabajo. En la Asociación somos somos una cantidad pareja de varones y mujeres pero fue un fuerte desafío cómo interpelar a nuestros compañeros varones, con una mirada muy comprometida con la inclusión y sin embargo, hubo que desandar un camino casi imperceptible discriminatorio.
—¿En qué consistían estos pequeños “micromachismos”?
—En primer lugar, bueno, pensar que es una asociación de 60 años y nunca en ningún cargo de presidente ni de vicepresidente había habido una mujer. Y esto es todo un posicionamiento. Y después, con el 2015, algunas nos animamos a decir que queríamos empezar a incluir perspectiva de género en la asociación y crear un espacio que se dedicara especialmente a desarrollar todos sus aspectos. Lo primero que apareció fue una resistencia muy fuerte, no sólo en compañeros varones, sino paradójicamente en algunas mujeres que decían ¿por qué si somos todos iguales? ¿Qué es eso de la Comisión de la Mujer Trabajadora? Bueno, hubo que empezar a argumentar. No podíamos creer algunas de las cosas porque para nosotras era tan obvio. Y sin embargo, empezamos a darnos cuenta que si no argumentamos bien no íbamos a convencer a nadie. Hicimos un recorrido bastante intenso y hoy podemos decir que estamos contentas porque alcanzamos la paridad real, no una paridad declamada. Nos dimos cuenta de que las cosas que para nosotras eran obvias había que decirlas. Hay que decir que si no vamos a los congresos es porque no tenemos quién cuide a nuestrxs hijxs porque nuestras organizaciones no ponen un dinero extra o no priorizan entre sus decisiones organizacionales la necesidad de contratar personal que cuide a los niños para que las mujeres podamos ir. Esto lo empezamos a poner en evidencia.
—¿Cuáles son las problemáticas que hoy enfrentan las mujeres, lesbianas y personas trans en el ámbito laboral?
—Los números son sumamente claros respecto de la exclusión. Las mujeres somos las que tenemos trabajos más precarios, las que permanecemos más tiempo en el desempleo, las que tenemos los trabajos menos calificados y peor remunerados. Vemos esta brecha en los ingresos, a la que se suman también otras brechas. No solamente el famoso techo de cristal que nos impide acceder a cargos de conducción, sino todas aquellas brechas que tienen que ver con conectividad. La pandemia, también ha dado muestras claras de que las mujeres estamos en la primera línea de defensa y somos las más expuestas. Incluso esto ha quedado también demostrado a partir de las encuestas que se realizaron a consecuencia de la imposición forzada del teletrabajo, donde muchas mujeres decían esta idea falsa, este mito de que el teletrabajo nos permite compatibilizar mejor el trabajo de cuidado con el trabajo remunerado. Este es un castigo porque no podemos cortar y porque recién nos podemos poner a hacer nuestra tarea en la computadora cuando la familia se fue a dormir y cuando ya terminamos de atender las necesidades de todo el mundo.
—En este momento se debate una reforma judicial y se puso en evidencia el tinte patriarcal y machista. ¿Qué pensás de esto?
—La justicia tiene un sesgo conservador y patriarcal mucho más marcado, sobre todo porque los trabajos de los jueces son trabajos hechos en soledad donde aunque hacen un esfuerzo enorme porque no se note el interés que defienden o la ideología que los alimenta, esto queda muy en evidencia con sus actos, con su sentencia. Hubo una cantidad importante de avances en materia jurisprudencial, no sólo en el fuero del Trabajo, sino también en el fuero civil, en temas de familia y también en temas penales, con la reforma del Código Penal, incluyendo el femicidio como un agravamiento al homicidio. Pero todavía tenemos jueces que siguen impunemente juzgan sin perspectiva de género y con, digamos, con consideraciones en general sobre las mujeres que atrasan siglos. Tenemos el caso de Lucía Pérez, que recientemente se ha reabierto el caso, lo cual nos dio una enorme satisfacción a todo el arco feminista, especialmente de militantes de los derechos humanos, porque en su momento fue una sentencia vergonzosa. Lo mismo nos pasa también en derecho laboral. Muchas veces esto se ha ido modificando gracias a la mirada de muchas juezas feministas. Y lo que sí es muy auspicioso es la Ley Mikaela. Es una ley que apareció como una ley inocua, aparentemente sin consecuencias muy significativas, pero que creo que lleva el germen de la transformación muy fuerte, porque significa dar estos debates en los tres poderes del Estado e incluso los sindicatos de alguna manera también se la han apropiado y han empezado a diseñar sus propias capacitaciones en perspectiva de género, como para empezar a modificar también la vida de los sindicatos hacia adentro y también hacia afuera.
—Se ratificó hace poco en nuestro país el Convenio 190 de la OIT contra el acoso y la violencia laboral. ¿Qué pensás de esto?
—Tengo una posición bastante crítica frente a la eficacia de los organismos internacionales. El convenio 190 puede significar un avance enorme en materia de derechos laborales para las mujeres y disidencias, sobre todo porque la OIT nunca había incluido tan claramente la perspectiva de género en un convenio internacional de estas características, donde claramente se está diciendo bueno, hay una violencia que es estructural, que tiene que ver con la violencia que se comete contra las personas por su pertenencia a determinado género y la tolerancia frente a esto es cero y vamos a usar una frase tan potente en un convenio internacional. Pero puede significar algo declarativo en la medida que esto quede ahí. Ahora, si se toma seriamente el trabajo que implica ratificar un tratado o un convenio, que es empezar a adecuar toda la vida nacional al contenido del tratado que se ratificó o del convenio que se ratificó, eso sí es otra cosa. A mí me parece que la creación del Ministerio de Mujeres y Diversidades también es una decisión política fuerte y quienes están trabajando a cargo de ese ministerio tienen un compromiso enorme con las políticas de género, tanto en el eje cuidado como en el eje violencia. Ya han lanzado dos planes nacionales muy ambiciosos. Ahora también es cierto que esto va a depender mucho de cuestiones presupuestarias, porque digamos que todo esto se lleva a cabo con dinero y eso es la decisión que se tome en ese sentido.
—¿Qué impronta querés que tenga tu gestión al frente de la Asociación?
—La Asociación tiene una posición fuertemente defensiva de los derechos de los y las trabajadores y las organizaciones, y nuestra misión siempre fue señalar cuando se viola un derecho e intentamos incidir en políticas del Poder Judicial, en el nombramiento de los jueces y en la mejora de la justicia. Por eso lo que queremos es ir por todas las inclusiones posibles.