Había una vez…una bióloga molecular
Las tribunas del estadio Brisbane están en silencio, expectantes. Las selecciones de Inglaterra y Nigeria se enfrentan por el pase a cuartos de final, empatan 0 a 0 y los noventa minutos del tiempo reglamentario se escurren. Sin embargo, un hecho en el medio campo detiene el partido. En el minuto 86, la delantera Lauren James le comete una falta sin pelota a la nigeriana Michelle Alozie. Pero eso no fue lo que llama la atención de la árbitra, sino que cuando la rival aún está caída en el piso, James le pisa las lumbares. La inglesa ve la tarjeta roja. Luego será penalizada con dos partidos fuera de las canchas. Europeas y africanas empataron ese partido, pero Inglaterra avanzó a cuartos por la definición en penales. La foto de Alozie sobre el césped con el botín de James en la espalda recorrió los portales deportivos. “¿Quién es Alozie?” fue la pregunta que apareció frente a esa imagen para recuperar el contexto. Y así llegamos hasta su historia.
La jugadora, de padre y madre nigerianxs, nació hace 26 años en Estados Unidos. El amor por el fútbol la acompaña desde su infancia. Y en la adolescencia empezó a combinar esa pasión con el interés por la medicina. En la Universidad de Yale encontró lugar para hacer ambas cosas: jugar a la pelota y estudiar lo que le gustaba. Cuando terminó su carrera -con honores- se especializó en biología molecular y celular. En el año 2020, recibió una propuesta futbolística que no rechazó y se fue a jugar a la liga femenina de Kazajistán, en Asia. Pero un año después, el Houston Dash de la liga estadounidense la quiso en su plantel y Michelle volvió a Norteamérica. Ahí, en el estado de Texas donde el equipo tiene su estadio, la futbolista también tiene la posibilidad de desarrollar su carrera de medicina. Hoy trabaja como técnica de investigación del cáncer y la leucemia infantil en un hospital de la capital estatal.
Había una vez…una velocista
Tenía seis años cuando ganó la primera carrera en la que compitió. Fue en el parque José Antonio Labordeta de Zaragoza. Esa fue la primera vez de muchísimas que Salma Paralluelo atravesaría la línea de llegada primera y con lágrimas en los ojos. De padre español y madre guineana, la atleta nació hace 19 años en la capital de la región española de Aragón.
Durante muchos años de su vida, Salma se despertó a las cinco de la mañana para poder estudiar, ir a la escuela y después, entrenar atletismo y también fútbol ¿Por qué elegir entre dos amores si podía sostener ambos? A los ochos años, la velocidad atravesaba sus días: corría al ritmo del viento y jugaba en piso rápido, al futsal. “Entiendo que me pregunten siempre por cuál me decantaré, pero yo sigo concentrada en los dos”, respondió Salma durante años. Mientras jugaba en el Zaragoza Club de Fútbol Femenino, disputaba carreras para el club de atletismo Simply Scorpio. Mientras jugaba en el Villarreal, competía para el Playas de Castellón.
Salma entrenaba y entrenaba. Ya había representado a España en atletismo, en el Festival Olímpico de la Juventud donde había quedado primera. También en el Campeonato Europeo por Naciones. Pero Salma, esperaba, noche y día, la llamada de la selección nacional de fútbol. Y esa convocatoria llegó en 2017.
En 2018, en la Eurocopa Sub17, Salma fue campeona con la selección española. Meses después consiguió dos medallas de oro en campeonato nacional de atletismo en la ciudad de Castellón. Ese mismo año, llegó a Montevideo con la certeza de que sería titular en el equipo nacional para disputar el Mundial Sub17. Esa sería la prima vez que Salma disputara una final mundialista y además, levantara la copa.
Fue en 2022 cuando la decisión que Salma postergaba, finalmente llegó. “En atletismo me pongo más nerviosa porque es un deporte individual y sientes la responsabilidad. Con el fútbol estás con tus amigas y es más divertido”, reflexionaba la deportista en Revista Líbero en el año 2018. Salma lo dijo en voz alta, fuerte y contundente. Abandonaba el atletismo. Se dedicaría al fútbol. Ese mismo año, la Sub20 de España la convocó a ser parte del plantel que disputaría el mundial en Costa Rica. Salma no fue titular, sin embargo, en la final contra Japón marcó los dos goles decisivos para que su selección se quede con el título. Segunda final mundialista, segundo trofeo.
¿Y después? Ese mismo año, fue convocada por el club Barcelona. Y casi al mismo tiempo, recibió la llamada de Jorge Vilda, entrenador de la selección mayor. A Salma le faltaban diez días para cumplir 19 años, cuando debutó con el equipo nacional el 11 de noviembre en un amistoso frente a Argentina, donde anotó, nada más y nada menos, que tres goles en el estadio municipal Álvarez Claro de Melilla.
Son los cuartos de final. España y Países Bajos empataron 1 a 1 en los noventa minutos reglamentarios y ahora están en alargue para definir el pase a semis. Van veinte minutos cuando Salma recibe un pase en el mediocampo, encara las defensoras y define con la zurda al palo más lejano. La pelota se mete dentro del arco. Acaba de convertir el gol que despeja el camino hacia la Copa. Unos días más tarde, España enfrenta a Suecia en la semifinal. Paralluelo ve el partido, que su selección empata en cero, desde el banco en el primer tiempo. Y en el segundo entra para desequilibrar el área rival. Tiene varias oportunidades hasta que cuando sólo faltan diez minutos para los noventa, toma un rebote que queda boyando y define con la derecha al primer palo, la pelota entra acariciando la red. Así abre el marcador y de nuevo, despeja el camino hacia la Copa.
Este domingo, Salma jugará su tercera final mundialista en cinco años. ¿El final será el mismo que en las dos anteriores?
Había una vez… las ‘Reggae Girlz’
Cedella Marley heredó de su padre el talento y la pasión por la música, compartió con todxs sus hermanos la banda Ziggy Marley and the Melody Makers entre finales de los 80 y principios de los 2000. Pero no sólo heredó eso del mayor difusor del reggae en el mundo, sino también el reconocido amor por el fútbol que tenía el músico. Y ese vínculo estrecho con la pelota, ella se lo transmitió a sus tres hijos.
Fue poco antes del Mundial de Canadá 2015, cuando su hijo SKip le acercó un folleto donde la selección de fútbol jamaiquino solicitaba donaciones para poder desarrollar la disciplina y entrenar para llegar a la Copa. “Hice unas llamadas para ver qué pasaba y cuando me fueron contando me di cuenta de que era necesario más que una donación de 10 o 15 dólares”, cuenta Cedella a la FIFA.
Además del fútbol y la música, la actriz y diseñadora de moda heredó de su padre también el interés por defender y promover los derechos humanos. Entonces, Cedella se comprometió con las ‘Reggae Girlz’ y desde la plataforma de la ‘Fundación Bob Marley’ buscó apoyo para que el equipo pudiera clasificarse a la Copa Mundial. No lo logró en 2015. Sin embargo, insistió. Junto con sus hermanos Damian y Stephen compuso una canción llamada ‘Strike hard’ y crearon la fundación ‘Football is freedom’ (Fútbol es libertad). En 2019, Jamaica se convirtió en el primer país centroamericano en disputar una Copa del Mundo en Francia. Pero no todo era alegría. Porque la federación jamaiquina seguía sin invertir fondos para su selección femenina. Y antes de viajar rumbo a Europa, las ‘Reggae Girlz’ se desviaron hacia el sur de Florida, en Estados Unidos, donde Cedella había organizado un festival para recaudar más fondos. Artistas de Jamaica y Haití animaron la fiesta, en la que el equipo debía reunir 400 mil dólares. Ya en Francia, las ‘Reggae Girlz’ perdieron todos sus partidos y volvieron sin pasar la fase de grupos.
Sin embargo, otra fue la historia en esta edición. Pero antes de llegar a ese momento la selección tuvo que volver a pedir fondos y donaciones para lograr viajar. Dos de sus jugadoras más reconocidas, Khadija Shaw y Cheyna Matthews publicaron un extenso comunicado en redes sociales para incentivar campañas de apoyo. Así llegaron a Sidney.
Tres días después del inicio del Mundial, en el estadio de la capital australiana, las ‘Reggae Girlz’ debutan contra Francia, una de las favoritas para quedarse con la Copa. El partido termina empatado en cero. Acaban de escribir una nueva página en su historia. El primer punto conseguido en un mundial. Pero no se quedarán contentas con eso. El segundo encuentro lo ganarán frente a Panamá y conseguirán entonces su primer triunfo. ¿Ir por más? ¿Contra Brasil, otra de las favoritas? ¿Por qué no? Las jamaiquinas no se achican, juegan de igual a igual contra una de las mejores selecciones del mundo y sacan otro punto. Pero además, le arruinan la fiesta a Brasil. Se quedan con el segundo lugar y junto con Francia pasan a octavos. Segunda cita mundialista, primer empate, primer triunfo, primera vez que avanzan de ronda. Y se vuelven a casa con una derrota por la mínima frente a Colombia. Suena el reggae en el vestuario y las futbolistas bailan y se abrazan y celebran. La despedida de la Copa no es entre lágrimas, es una fiesta por todo lo conseguido.
Había una vez…una aquera
La guerra de Bosnia comenzó en abril de 1992 y terminó en diciembre de 1995. Zećira Mušović nació cinco meses después en la ciudad de Falun, en Suecia, donde su padre, su madre y sus tres hermanos vivían como refugiados, tras salir de Prijepolje, un pueblo serbio de once mil habitantes, durante el conflicto bélico. Zećira se crió en Escania, una ciudad que linda con el mar Báltico, en el límite sur de Suecia. Allí fue donde empezó a jugar a la pelota. Ir al arco no le parecía un plan entretenido a esa nena que encontraba mucho más divertido e interesante hacer goles. Pero fue en su adolescencia, cuando tuvo que reemplazar a una arquera que se sentía mal, cuando encontró en ese puesto el lugar que no dejaría hasta el día de hoy.
Cuando Peter Gerhardsson la convocó a disputar este Mundial con la selección nacional, Zećira jugaba como suplente en el club inglés Chelsea. No intuía siquiera lo que sucedería en la Copa. El técnico no dudó y desde el primer partido fue titular. Sobresalió en cada partido, fue aplaudida desde las tribunas y celebrada por sus compañeras, pero el reconocimiento de la FIFA se lo llevó en el partido contra Estados Unidos. Las suecas dejaron afuera del campeonato a las últimas campeonas y Zećira batió el récord mundialista de más atajadas durante un partido: once. Después de definir ese encuentro por penales, la arquera se fue con el premio a mejor jugadora del partido.
Además de ser activa en la cancha, la arquera activa en las redes sociales y se sumó a la campaña de su club en respuesta a la discriminación recibida hacia las futbolistas. Desde el humor, cambió su biografía en Twitter y escribió: “”Futbolista profesional. Bueno, realmente no porque soy una chica. Por eso soy ama de casa, principalmente en la cocina. Mi novio es el profesional. Como hobbie soy portera del Chelsea, pero una vez que he lavado los platos”.
Nos encontramos en la próxima postal, que será la última.