¿Qué onda el acuerdo con el FMI?

Desde la economía popular y la academia, desde el Congreso y el campo que alimenta, cinco referentas sociales, militantes feministas y expertas responden a la pregunta que nos hacemos todxs.

Natalia Zaracho
Trabajadora de la economía popular y diputada nacional por el Frente de Todxs

Nuestra posición es muy clara frente al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional: no estamos de acuerdo. Yo estoy convencida de que cualquier acuerdo con el Fondo va a ser malo porque lo viví en carne propia en el 2001 y fueron momentos muy difíciles; sabemos que es un retroceso. Sabemos y tenemos bien en claro que esta consecuencia que estamos viviendo hoy la generó el gobierno de (Mauricio) Macri, de (Horacio) Rodríguez Larreta y de (María Eugenia) Vidal, y no nos tenemos que olvidar de eso. Tenemos que decir que ellos fueron los que tomaron esta deuda, que fue una estafa para nuestro pueblo, porque esa plata se usó para la timba financiera, no se usó para generar ninguna escuela, ni se invirtió en salud ni en trabajo. Y nosotros queremos reveer esa estafa y hacer que los que se llenaron de plata paguen la deuda. Los sectores populares no podemos pagar ese costo. Venimos sufriendo la pandemia del macrismo, que se fue con una emergencia alimentaria. Después tuvimos la pandemia del COVID y hoy frente a esta situación tenemos que tener bien en claro quiénes son los que tienen que pagar esa deuda. Esta es nuestra posición desde el Frente de Patria Grande, dentro del Frente de Todos: no votar el acuerdo.

María Julia Eliosoff
Economista e integrante de la Sociedad de Economía Crítica – Espacio de Economía Feminista

¿Qué implicancias tendrá “en la calle” llegar a los números acordados con el Fondo? El FMI impone condiciones para garantizarse el pago de la deuda que tienen efectos concretos en el pueblo. Pagar puede implicar vulneraciones a los derechos humanos más básicos como la educación, la alimentación, la vivienda y la salud. Más pagos de una deuda ilegitima e irresponsable implican menos dinero para políticas públicas que redistribuyan el cuidado, que garanticen ingresos y salarios mínimos dignos, que contribuyan a mejorar condiciones de vida de quienes peor la pasaron antes de la pandemia, y ahora vieron profundizar las desigualdades, especialmente mujeres, lesbianas y personas trans. Desde los derechos humanos, desde los feminismos en los #3J y #8M y desde las organizaciones sociales nucleadas en asamblea sobran argumentos políticos y técnicos para discutir la deuda. Hay más caminos que pensar, hay más proyectos que discutir. El FMI violó sus propios estatutos y le dio un préstamo excepcional al gobierno de Mauricio Macri. ¿Por qué entonces no pensar un escenario de negociación también excepcional? ¿Por qué un préstamo de carácter político debe resolverse de manera técnica? Estos acuerdos definen nuestras vidas de manera sustancial, ¿no es momento de empezar a revisar cómo se debaten? No es suficiente la discusión en el Congreso. Los términos de los acuerdos se discuten de manera secreta y cerrada a la sociedad civil. Las organizaciones sociales, feministas, sindicatos, la comunidad académica, las universidades no conocen, no son consultadas ni son parte de la discusión. La deuda está en nuestras vidas, y no hay peor escenario que pensar lo que existe como único camino.

Rosalia Pellegrini
Referenta de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT)

Existe una vinculación directa entre la confirmación de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional para cumplir con esta deuda ilegítima contraída por el gobierno de Mauricio Macri y el fortalecimiento del modelo del agronegocio, del modelo extractivista, del modelo responsable del aceleramiento de la crisis climática. Mayor desarrollo agroindustrial del modelo de la soja transgénica, mayor desmonte y por ende profundización de los efectos del cambio climático: sequía, fuertes vientos e inundaciones. Actualmente familias de la UTT están padeciendo estas consecuencias: la sequía que tuvimos hace aproximadamente 15 días se llevó puestas nuestras producciones, perdimos toneladas de verdura en tierras que no son nuestras, en donde se producen alimentos, muchas veces, atados a un modelo de producción basado en insumos a precio dólar. ¿Cuál es la propuesta de los distintos gobiernos y del sistema mundial? Pagar estas deudas. Conseguir más dólares, más agronegocio.

El impacto que va a tener pagar la deuda significa más deuda ecológica y también más ajuste. Y eso en la vida cotidiana de nosotras, las mujeres agricultoras, va a tener consecuencias: vamos a tener que seguir endeudándonos para pagar esos paquetes tecnológicos para producir alimentos, mientras el Estado hasta ahora no tiene ningún incentivo concreto para promover la agroecología y el acceso a la tierra. 

Este escenario empeora nuestra situación económica, se recorta la autonomía económica de las mujeres y nosotras lo sabemos, lo vivimos. Si no tenemos acceso a la tierra, si no tenemos recursos económicos para poder producir de otra manera, para poder vender de mejor manera, de una manera justa, lo que nosotras producimos, estamos muchas veces atadas a círculos de violencia, a dependencia de varones violentos y a relaciones patriarcales. Más violencia económica hacia nosotras y nuestros territorios muchas veces deviene en más violencia en nuestros hogares.

Flora Partenio
Docente e integrante de la red feminista DAWN

Las obligaciones financieras con el FMI se imponen por encima de la vida de la población, ¿por qué debería ser diferente ahora? Pensando en el acuerdo al que se llegó con Argentina, ¿cómo se va a garantizar la senda de recuperación económica sin que ello afecte (como sucedió en el pasado) los derechos económicos y sociales? En la agenda y en el intercambio colectivo con organizaciones ambientalistas, sindicales, sociales y feministas debemos recuperar el debate en torno a los lastres que nos dejó el acuerdo anterior, como las reformas que fueron parte de las condicionalidades a las que accedió el gobierno de Macri, y que menoscaban aún hoy los derechos de la seguridad social. Con esto nos referimos a la situación del sistema previsional y a los lastres que pesan desde el acuerdo anterior, y si no ¿qué salida le vamos a encontrar a la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM)? ¿Quienes permanecen fuera de toda cobertura del sistema actual?  Pensando en la sostenibilidad del sistema previsional, ¿cuáles son las posibilidades de un sistema de seguridad social que alcance a todes?

El otro punto para sumar en la agenda es el que introduce el mismo FMI en el acuerdo referido a los subsidios energéticos, pero no es nuevo para nuestros bolsillos. La agenda energética es mucho más que el control trimestral del FMI en cuanto a los subsidios. Es mucho más porque implica debatir sobre la soberanía energética, el doble filo de las energías renovables que son acaparadas por el sector privado, las dinámicas de un modelo extractivista (sobre el cual se apalanca la recuperación económica post pandémica) que no discute sus fuentes de energía. En el día a día, es discutir las tarifas de servicios públicos esenciales en clave inteserccional y feminista, es hablar de la pobreza energética que impacta de manera desigual sobre las mujeres e identidades feminizadas, aumentando la carga de las tareas de cuidado y, por tanto, la pobreza de tiempo.

Eva Sacco
Economista e integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA)

Partamos del hecho de que el acuerdo con el FMI es completamente injusto porque el préstamo en sí mismo fue básicamente una estafa perpetuada por el gobierno de Mauricio Macri en connivencia con el propio organismo. Pero la evaluación, aunque nos revuelva el estómago, se debe hacer desde el pragmatismo y no desde una posición principista.

Arreglar con el Fondo —que representa lo más nefasto del capitalismo financiero y del imperialismo internacional— no responde a un criterio de justicia sino a una evaluación y control de daños. Como país, estamos en una situación de amplia desventaja y escuchar los cantos de sirena de quienes llaman a responder desde los principios morales sólo sería ampliamente perjudicial especialmente para quienes dependen de un Estado presente, como las mujeres pobres, les jubilades y les niñes. Romper con el mundo —lo que básicamente representa entrar en default con el Fondo— es empujar al Estado a un abismo  y con el Estado nos caemos muches.

¿Significa que tenemos que abandonar y conformarnos con lo menos peor? De ninguna manera: ahora más que nunca es el momento de la organización, de mirar con lupa de dónde salen los recursos para pagar la deuda. Exigir al Estado y funcionaries que los recursos no los pongan los colectivos más vulnerables y denunciar si esto sucede. Organizarnos para exigir un sistema impositivo más eficiente, progresivo y con enfoque de género. Organizarnos para que los responsables del endeudamiento no queden impunes, porque una cosa es arreglar una deuda desde el pragmatismo y otra muy diferente convalidar a quienes le abrieron la puerta al lobo. Fundamentalmente, como feministas organizarnos para explicar y aprender de los peligros del neoliberalismo, para que nunca más un gobierno democráticamente elegido vuelva a endeudarnos y a estafarnos.