Fue la primera en muchas cosas. En el 2004, en su ciudad natal en Rosario, fue la primera mujer en el país en recibirse de motorista naval. En ese mismo año también fue la primera mujer en afiliarse al Sindicato de Conductores Navales de la República Argentina (SICONARA). Y ahora, en noviembre de 2019 también es la primera egresada como conductora de maquinaria naval en Mar del Plata y una de las pocas en el resto del país. Su nombre es Romina Paredes, tiene 38 años y sin dudas es una pionera en uno de los trabajos más masculinizados y sacrificados: implica estar muchos meses fuera de casa cuando se embarcan en alta mar.
En una ceremonia en la Escuela Naval de esa ciudad, entre 100 diplomas que se entregaron vinculados a carreras marítimas, ella fue la única mujer en recibirlo. Pero ese no fue su único reconocimiento. El SICONARA también les dio un reconocimiento a sus afiliados y en el caso de Romina, fue Adriana Donzelli, la secretaria adjunta de la CGT de esa ciudad, la que se acercó a dárselo. “Fue un gesto muy importante que el secretario general del sindicato me invite a esta ceremonia porque las mujeres sindicalistas estamos para nosotras”. No es solo un símbolo. Es un cambio de época, las mujeres ocupan cada vez más espacios.
Ser motorista naval es manejar, justamente, el motor del barco, el corazón de la nave, la llave que mueve las hélices por debajo del agua. Es la garantía que tiene el capitán para salir a alta mar. Y como lo dice el nombre, es estar entre máquinas: algo que está indefectiblemente asociado a los varones. Herramientas, motores, poleas, engranajes, cables, mecánica: todas cosas que no son bien vistas para una señorita. Pero Romina superó prejuicios y quiso seguir los pasos de su hermano, que se había recibido unos años antes que ella. Estar rodeada de varones era la normalidad, y aunque no sintió discriminación por su condición de mujer, todavía tiene que demostrar que está capacitada para su labor. Algo que se repite constantemente para las mujeres que ocupan lugares que siempre estuvieron (o están, en este caso) monopolizados por los varones.
“Me acuerdo cuando recién empezaba, que todavía era una pendeja de 23 años, un señor no me dejaba levantar un tubo porque decía que ´yo podía ser su hija´. Y yo le decía ´pero qué tiene que ver eso´ y él estaba empeñado con que como yo podía ser su hija no podía levantar ese tubo”, cuenta contenta a LATFEM con el flamante título en la mano. Y aclara: “no es un trabajo físico, es decir, lo mismo que puede hacer un varón lo puede hacer una mujer y lo que no puede hacer una mujer tampoco lo puede hacer un varón. Entonces esa diferencia hay que terminarla. Ni un varón ni una mujer van a levantar una culata que es pesadísima. Ambos tenemos mecanismos para no hacer demasiada fuerza, es decir, no hay motivo por el cual una mujer no podría hacer este trabajo”.
Después de muchos años de salir al mar y estar varios meses fuera de casa, en el año 2010 Romina quedó embarazada. Durante seis años no trabajó más arriba de un barco. En 2016, cuando su hijo tenía seis años ella decidió volver al ruedo. En primer lugar porque no le alcanzaba la plata con las changas que estaba haciendo, pero sobre todo y más importante: extrañaba su laburo. “¿Soy mala madre? me preguntaba todo el tiempo eso porque la decisión era difícil. Son dos o tres meses arriba del barco. Yo le dije a mi hijo: te amo pero también amo mi laburo y él me entiende y me apoya. Es un trabajo sacrificado pero el cual sigo eligiendo”.
Encuentro de mujeres marítimas
La graduación de Romina también está a tono con los debates que vienen dando las trabajadoras en Mar del Plata. En febrero de este año se realizó en la sede de la CGT de esa ciudad el Primer Encuentro Sindical Nacional de Mujeres Marítimas organizado por la secretaria adjunta de CGT Adriana Donzelli y donde llegaron mujeres marítimas de todo el país. Fue un encuentro inédito e histórico. Hubo talleres sobre problemáticas de las trabajadoras, acceso al trabajo y condiciones laborales, se intercambiaron experiencias entre las mujeres de distintas regiones del país, se visibilizaron las actividades que realizan a bordo de los barcos y se elaboró un documento con propuestas que sintetizan la visión y necesidades de las trabajadoras marítimas. En diálogo con este portal, Adriana contó que desde la CGT están haciendo un trabajo muy importante para la inclusión laboral de las mujeres. “Estamos trabajando sobre barrer los estereotipos que limitan a las actividades muy masculinizadas. La actividad portuaria y marítima es un sector que se le hace muy difícil a las mujeres poder acceder. En Mar del Plata hay muchas mujeres que están capacitadas pero se les hace difícil acceder a cargos arriba del barco”.
Desde su lugar y junto a la secretaría de género están haciendo una fuerte campaña para visibilizar esta situación: “Queremos poner de cara a la comunidad esta situación de segregación ocupacional hacia las mujeres, incentivar la participación de las mujeres, vencer los prejuicios y terminar con cualquier forma de discriminación”. Todavía falta. Pero no hay dudas de que el mar está revuelto por la marea sindical.