San Luis: ¿Qué pasó con Magalí Morales?

Magalí tenía 39 años, dos hijos y una nieta. Fue detenida en San Luis por violar el aislamiento obligatorio: horas después estaba sin vida en la celda. Dos detenidos la escucharon pedir auxilio. Desde el 5 de abril su familia y organizaciones sociales reclaman por el esclarecimiento de su muerte, que ocurrió cuando estaba bajo custodia de la policía. El cartel con su nombre se sumó a la última marcha Ni Una Menos.

Hace tres semanas, el sábado 6 de junio, una movilización convocada a través de whatsapp marchó sobre los adoquines del centro, pasó por la plaza Fundador Francisco de Merlo y la nívea Parroquia Nuestra Sra del Rosario, en la provincia de San Luis.

Los redoblantes, dobras y repiques del grupo de percusión, tras los golpes de los mazos, gritaban un enérgico y simbólico “acá estamos”, que hacía temblar el corazón de cualquiera de los presentes, por ellas, las que ya no están.

A cinco años de la primera movilización de Ni Una Menos, bajo el sol de Merlo, más de medio centenar de mujeres se reunieron con sus pañuelos verdes, sus bandanas verdes y sus carteles: “Paren de matarnos”; la foto de Delia Gerónimo Polijo; el repudio al “desahogo sexual”. 

Más tarde, las voces se alzaron en una sola, moviendo la fibra más íntima de cualquier mortal: “A Magalí Morales la mató la comisaría”.

El reclamo por el pronto esclarecimiento del caso de la mujer de 39 años que, tras quedar detenida por violar la cuarentena perdió la vida a pocas horas de su aprehensión, no solo es de las manifestantes. Es la de la familia, la de sus hijos de once y siete años y su nieta de dos que se encontraban a su exclusivo cuidado y que esperaban que regrese de comprar.

La mañana del 5 de abril de este año, en la ciudad de Santa Rosa de Conlara, en San Luis, Magalí dejó a sus hijos y nieta con una vecina, y salió con su bicicleta a comprar alimentos.  Fue detenida por la policía a la altura del banco ubicado en la esquina de Santa Rosa de Lima y Rivadavia, por circular en contramano. Ella hizo caso omiso a la orden policial y decidió conducirse por su cuenta a la comisaría 25 de esa ciudad, donde tenía un policía conocido.  Allí le pidieron el documento, no lo tenía. Sólo dijo su nombre y el número. La terminación del DNI no coincidía con los autorizados para circular ese domingo. Acto seguido, le informaron que iba a ser demorada por violar la cuarentena dispuesta por el covid-19. 

Magalí se resistió y tres policías intentaron evitar su fuga: la agente Yohana Torres, el Oficial Principal Ontiveros y el Oficial Principal Daniel Mancilla, quien sufrió un rasguño en una mano. Luego de reducirla, y por el supuesto estado de nerviosismo que se había apoderado de ella, la condujeron al hospital donde la atendió una médica. Luego, la llevaron nuevamente a la comisaría para alojarla en un calabozo con presos comunes. Los cargos que se le adjudicaron fueron violación de la cuarentena, resistencia y lesiones contra la autoridad.

A las 19.30 de ese mismo día, el Comisario Heraldo Clavero llamó al juez para decirle que Florencia Magalí Morales “se habría suicidado en la celda en la que se encontraba alojada en la comisaría de Santa Rosa de Conlara”.

“Tenía asido a su cuello un cordón atado en el otro extremo a la bisagra superior de la puerta enteriza de madera de la celda”, detalló el parte oficial.

Una hora después se hicieron presentes el juez, el médico forense, personal de criminalística y el subjefe de la Unidad Regional III, Jorge Bustos.

Nadie vio el cuerpo de Magalí colgado. Los otros dos detenidos no vieron nada, pero sí oyeron sus gritos pidiendo auxilio. Al momento de la inspección por parte del juez y el resto de la comitiva, su cuerpo se hallaba en el piso del calabozo, ya sin vida.

Los primeros informes médico forenses arrojaron que la muerte se produjo por “asfixia mecánica” y que la marca que hallaron en su cuello coincidía con el patrón del cordón que llevaba en su buzo ese día.

Los abogados que representan a la familia, Santiago Calderón Salomón y Federico Putelli, pidieron que se amplíe la autopsia. Su hermana Andrea Morales, residente de Mendoza, informó que de la ampliación del informe pericial surge que el cuerpo de su hermana presentaba signos compatibles con autodefensa en la muñeca y antebrazo izquierdo, y escoriaciones debajo de las rótulas de las rodillas. El informe aclara que “fueron producidas en vida y no pudieron provocar la muerte”. A su vez, concluye que la asfixia también podría ser consecuencia de “un golpe certero en la parte cervical”.