Convocada a presentar este libro sobre historias de Claudia Pía, quien marcó mi historia, la de las personas trans de la Argentina y de nuestra América Morena; no puedo menos que emocionarme y reforzar el compromiso que tan bien supo transmitirme ella: amiga, hermana, compañera.
La conocí en una tarde de invierno de 1996 en casa de Luisa Paz, Santiago del Estero Capital. Luisa me llamó para decir que había llegado una hermana de ella a la que no veía hace muchos años y si yo la invitaba a fumar un porro- y si de fumar porro se trataba, por supuesto que había que llamarme a mí-.
Pía volvía de las termas de Río Hondo, no era la típica trans de aquellos tiempos y muy rápidamente me deslumbro: empezó a hacer todo el despliegue militante que sabía hacer cada vez que se encontraba con una persona trans y daba inicio a una formación sin precedentes. Te hacía reflexionar sobre lo que sucedía en una vida como es la nuestra, la de las personas trans. Te hablaba sobre la importancia de lo colectivo al tiempo que iba tejiendo ese colectivo, invitándote a participar.

Así constituyó, junto con otras compañeras trans como Belén Correa, la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA), organización que supo ser la gran escuela de militantes, donde nos formamos muchas quienes hoy tenemos responsabilidades en organizaciones políticas e incluso en los gobiernos, y que nos nutrimos de diversas experiencias organizativas para llegar a estas otras, de representatividad, en el Ejecutivo Nacional o siendo candidatas en elecciones.
Pía significó la esperanza, significó la transformación, significó la organización, significó la transgresión, significó la hermandad, significó el compañerismo, la complicidad y la amistad, lo que una no busca en una organización, pero lo encuentra. Eso significó mi vínculo con Claudia Pía, un vínculo que marcó mi vida a fuego en el mejor y mayor sentido de las palabras.
Y pese a la invisibilización voluntaria de algunos sectores, ella trasciende no solo la Ciudad Autónoma o el país donde se puso a organizar a cientos de mujeres trans en los lugares más recónditos a los que se podía llegar solo en micro, en bici o hasta a caballo; sino también cruzando fronteras para organizar la patria grande.
Ella fue la transformación que nosotras necesitábamos para entender que había posibilidad de vivir como ciudadanas plenas de derechos, ocupando los lugares que históricamente nos fueron negados, y también nos movió a imaginarnos más allá de nuestra expectativa de vida, que es de 35 a 40 años.

Sin Claudia Pía no habría Ley de Identidad de Género, sin Claudia Pía muchas no estaríamos en los lugares en que estamos, sin Claudia Pía no estaríamos imaginándonos o atreviéndonos a imaginarnos ocupar otros lugares, porque fue ella quien nos enseñó a ser, pensar y vivir de la manera en que hoy vivimos.
Pía significa el empoderamiento de las últimas y los últimos de la fila, significa el mayor mérito a la vida de una militante: dejar una marca en la historia de su pueblo.


Como todo lo que refiere a Claudia Pía, este libro es también un proceso colectivo al cuál me toca ponerle prólogo para hablar de una revolucionaria e invitarles a conocer más de La Gorda, sin ningún tipo de dosificación.

Para descargar “Si te viera tu madre” click acá.