“No somos nenas, somos profesionales, trabajadoras, y todas sabemos y entendemos que las decisiones y las cuentas no se hacen el último día. Entendemos que, si a un club de larga trayectoria como lo es Hebraica, no le dan las cuentas, claramente no es el último día del año donde perciben las pérdidas”, escribieron en una carta pública las jugadoras del equipo de fútbol de la Sociedad Hebraica Argentina (SHA) para denunciar la decisión de las autoridades del club a dar de baja la actividad después de cuatro años y medio.
Nicole Moscovich es politóloga, tiene 26 años y forma parte del equipo desde el 2013, año en que el club aceptó el proyecto para desarrollar la actividad y explica que para ella la decisión de la institución significa la baja de un sueño por el que luchan hace años. “Lo hemos dejado todo por el club: cuerpo, alma y tiempo de nuestras vidas personales para que el plantel funcione. No nos olvidamos que aún en la Argentina el deporte femenino sigue siendo, en la mayoría de los casos, amateur y entonces muchas veces tuvimos que dejar de lado otras cuestiones personales para jugar un partido a mitad de semana pidiendo permiso en nuestros trabajos, pagando cada viático o costeando nuestra indumentaria”, dice a LATFEM la número 5 del equipo, que el año pasado ascendió a Primera A. Fue solo tres años después de haber entrado al torneo de la AFA.
El plantel se enteró de la decisión de los dirigentes cuando debía estar empezando la pretemporada para la segunda parte del torneo, que comienza en marzo. “Tuvimos que llamar a directivos para intentar tener una respuesta, porque nadie vino a dar la cara y decir oficialmente ‘no hay más fútbol femenino’”, afirman en el comunicado. Las jugadoras explican que las razones de las autoridades de Hebraica para discontinuar el fútbol femenino son dos: falta de presupuesto y falta de proyección de la actividad.
El plantel se enteró de la decisión de los dirigentes cuando debía estar empezando la pretemporada para la segunda parte del torneo, que comienza en marzo. “Tuvimos que llamar a directivos para intentar tener una respuesta, porque nadie vino a dar la cara y decir oficialmente ‘no hay más fútbol femenino’”, afirman en el comunicado. Las jugadoras explican que las razones de las autoridades de Hebraica para discontinuar el fútbol femenino son dos: falta de presupuesto y falta de proyección de la actividad.
En este sentido, Nicole detalla: “Nos encargamos de llevar adelante la recopilación los costos de la actividad. A diferencia de los déficits que acusan los dirigentes, a nosotras nos da cierto margen de ganancia anual con solo el pago de cuotas al que se le descuentan los gastos anuales de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) que son alrededor de 90 mil pesos. Los gastos totales del deporte, teniendo en cuenta los sueldos de los profesores son cercanos a los 190 mil por año. Si las autoridades hubiesen tenido interés, se acercaban a plantearnos esta situación y nosotras hubiésemos salido a buscar sponsors, hacer actividades para poder cubrir estos supuestos y fantasmales déficits. Pero tampoco nos dieron esa oportunidad”.
En el documento que difundieron las jugadoras profundizan la falta de respaldo por parte de los directivos para ayudarlas a hacer crecer el deporte dentro de la institución y citan algunas situaciones como ejemplo: el día que festejaban el ascenso del equipo a la Primera A, se decidió resembrar la cancha en la que jugaban de local y las mandaron a jugar a 15 kilómetros del club; esa fecha no hubo un dirigente que fuera a verlas y tampoco hubo felicitaciones posteriores por el cometido logrado. Además, sostienen que, como todxs lxs asociadxs, ellas pagan su cuota deportiva que incluye el alquiler de la cancha de entrenamiento pero que las veces que solicitaron cambiarla por la cantidad de pozos o porque el pasto estaba muy crecido les negaron ese pedido.
A partir de la difusión de la carta pública, distintas instituciones y clubes se solidarizaron y se aceraron para hacerles propuestas que van desde sumarse a los planteles existentes o crear uno de cero. Estos diálogos y encuentros que están teniendo, al plantel, le generan mucha ilusión. “Poder lograr conformar un equipo de fútbol femenino a nivel competitivo no es nada fácil y más si no es un deporte que hayas practicado toda tu vida, pero con mucho esfuerzo y camino recorrido poco a poco fuimos ganando experiencia hasta poder lograr conformar el equipo. Las mujeres hemos sobrevivido a muchos golpes que nos han fortalecido en nuestras luchas, este es uno más de tantos. Aprenderemos y seguiremos más fuertes para que el fútbol femenino crezca en el país. Algunas venimos jugando juntas hace diez años, una piedra en el camino no es una barrera que no pueda ser saltada y superada”, sostiene Nicole.
“Esto es un canto al patriarcado”
Mónica Santino es jugadora, directora técnica y fundadora de la Asociación Civil La Nuestra, una organización que cumplió 10 años en 2017 que se dedica a promover el fútbol de las pibas y que tienen su espacio en la canchita de Güemes de la Villa 31
Santino es una de las personas que más ha empujado la práctica del fútbol de mujeres en Argentina, una de las pioneras. Para ella ” la situación que hoy viven las jugadoras de Hebraica pasaba también hace veinte años y es algo que cada dos por tres vuelve a suceder porque los clubes no le encuentran la vuelta, les resulta pesado sostener este deporte porque está completamente afuera de todas las lógicas del fútbol profesional”.
“Al no ingresar dinero por la actividad, el argumento es que no es rentable y no hay ninguna voluntad política para sostenerlo. Es una combinación entre los malos manejos financiaros, la mala administración y el desdén por un deporte que no interesa. Es una mezcla de machismo con mirada comercial con respecto al deporte: Un canto al patriarcado”, resume Santino.
Pero no es todo crítica y cuestionamientos, Santino plantea salidas al machismo que cerca la práctica deportiva del fútbol: “desde La Nuestra, siempre hablamos de un club propio como una solución definitiva porque en general lo que ocurre es que los clubes no alojan la actividad, no le dan hospitalidad. La mayoría de los clubes no tienen divisiones inferiores y hay muy poca posibilidad de desarrollo como futbolista en un club. Salvo algunos casos excepcionales por historia y por empuje de las pibas que han podido sostenerlo como es Boca, River o San Lorenzo donde hay un poco más de organización”.
-¿Cómo ves la práctica en la actualidad?
Existe un gran entusiasmo porque hay cada vez más mujeres jugando al fútbol, pero todo ese arco social que se da fuera de la AFA no pasa dentro de la AFA. Sin ir más lejos, tuvimos una crisis grande con la Selección Argentina porque a las jugadoras no les pagaban los viáticos para llegar a entrenar a Ezeiza y hoy hay una Selección Sub 20 que está jugando en Ecuador y que prácticamente no tuvo reflejo en los medios deportivos, salvo aquellos que se dedican al fútbol femenino. Hoy el entusiasmo de las jugadoras, el amor por el fútbol, la voluntad y las ganas de jugar que no se reflejan, todavía, en instituciones deportivas acordes a eso.
Es muy rescatable la voluntad de las jugadoras de Hebraica de seguir como grupo, de no dispersarse, de no ir a jugar a distintos clubes solamente por las ganas de jugar, porque la conformación del grupo, del espacio cuesta mucho. Genera mucha impotencia y bronca cuando ese trabajo intenso no se valora y se quiebra el sentido de pertenencia a un club, que es una de las cosas más maravillosas del deporte y del fútbol particularmente.
-¿Además de la carta qué acciones se están pensando desde las jugadoras de fútbol organizadas para acompañar a las chicas de Hebraica?
Esperamos poder colaborar con las compañeras de Hebraica; estas cosas las enfrentamos juntas porque va a haber una embestida gubernamental muy grande para que los clubes se transformen en sociedades anónimas y si ese es el destino de los clubes, el fútbol de mujeres en esa perspectiva va a tener menos cabida. Los dirigentes tendrían que ver que nosotras somos una fuerza para sostener los clubes como asociaciones civiles sin fines de lucro. Para enfrentar una realidad muy dura, los clubes deberían llenarse de mujeres.