“Le doy la bienvenida a una mujer con una trayectoria de vida intensa como es la de nuestro país”, dijo en el discurso de presentación de su gabinete el presidente de Chile, Gabriel Boric a mediados de enero de este año. Entonces Alexandra Benado Vergara, con un pin de la bandera del orgullo en su camisa, dio dos pasos adelante cuando escuchó su nombre, levantó el brazo y cerró el puño. La ex futbolista y capitana de la selección de fútbol de Chile asumió su cargo junto a otrxs 23 ministrxs: 10 hombres y 14 mujeres. Desde el viernes 11 de marzo ella está al frente de la cartera de Deporte y se convirtió así en la primera ministra abiertamente lesbiana en la historia de ese país.
Su hablar revela la mixtura de una vida que como dijo Boric ha sido intensa y también nómade. Alexandra nació en Estocolmo, la capital sueca en 1976 durante el exilio de su familia, que era parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) durante la dictadura militar de Pinochet y eso la llevó a moverse por distintos países. Sobre todo residió en Francia y en Cuba, antes de llegar a Chile. La lengua de Alexandra amalgama la memoria histórica, el fútbol y la ampliación de derechos del colectivo LGBTIQ. Así fue construyendo su militancia lesbofeminista, como ella la describe.
Alexandra no llegó al mundo del deporte cuando decidió estudiar para licenciada y profesora de educación física, sino mucho antes. A los ocho años era una de las dos chicas que integraban el equipo de fútbol de la comuna de Gradignan, en la región de Burdeos, al sur de Francia. Su amor por la pelota lo llevó a Cuba, donde no jugó en ningún equipo pero sí lo hacía en las playas con su hermano mayor y su papá. “Vengo del deporte barrial, del deporte femenino, que tiene sus particularidades y sus dificultades. Pero también del mundo político y me siento con una tremenda responsabilidad de lo que significa ser parte de este gobierno que viene a generar cambios en relación -obviamente- al gobierno anterior, pero sobre todo a recoger una inmensidad de demandas sociales y políticas que han emergido los últimos años en la sociedad chilena”, dice a LatFem.

“Amigo gay amiga lesbiana aterricemos los problemas reales de la comunidad”, escribía en Twitter la futura ministra a fines de 2021, a pocos días del ballotage. Alexandra enfatiza en que no se reconoce como una portavoz ni líder del movimiento LGBTIQ+ sin embargo sí remarca que ha aportado “un granito de arena” en la lucha por los derechos de filiación de familias homoparentales. En 2013, el registro civil le denegó su inscripción jurídica como madre de los mellizos que cría junto a Alejandra Gallo. A fin de ese mismo año, presentaron una demanda en contra del Estado chileno ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En 2016, distintos colectivos lesbofeministas presentron un proyecto en el Congreso Nacional para que se reconozca “a hijos de parejas del mismo sexo”. Los derechos de filiación fueron incluídos en la Ley de Matrimonio Igualitario que después de muchos años de ser postergada, fue aprobada en 2021 y fue implementada el jueves 10 de marzo, justo un día antes de la asunción de Alexandra como ministra.
—¿Qué significa que Boric haya designado a una ministra abiertamente lesbiana y a un ministro de Educación abiertamente gay como lo es Marco Antonio Ávila?
—El movimiento LGTBIQ+ ha tenido sus luchas históricas en Latinoamérica desde hace mucho tiempo. Particularmente en Chile, las lesbianas han luchado en épocas de dictadura, hubo muchas agrupaciones que rompieron el silencio y yo me siento parte de este proceso colectivo de las mujeres lesbianas, lesbofeministas. No me siento la portavoz pero estoy consciente de la responsabilidad también, no la quiero evitar.
Hay una mirada bien interseccional en el gabinete en general y es una señal de lo diversa que nuestra sociedad es hoy en día y de que en el fondo, esa riqueza de la diversidad en general puede ser expresada y debe ser expresada no solo en nuestros cargos si no tenemos la responsabilidad de que esto se amplíe y que llegue a todos los niveles. Sabemos que no venimos a partir de cero, sino que estamos muy conscientes de todo lo que ha sucedido antes, de la memoria histórica que tiene este país y en ese sentido creo que hay que tener conciencia afectiva de que hay muchas luchas que vienen de hace mucho tiempo y que sobre eso hay que seguir construyendo y seguir mejorando.
Alexandra habla de memoria histórica y sostiene la palabra con el peso de saber desde dónde la atraviesa personal y políticamente. El 7 de septiembre de 1983 cuando tenía siete años, su mamá Lucía Vergara fue asesinada en Chile en el operativo conocido luego como Montaje de Fuenteovejuna 1330. La militante del MIR había vuelto a su país en la operación retorno. Años antes, el padre de Alexandra, José Miguel Benado, había sido detenido y torturado. En ese entonces, Alexandra y su hermano se habían quedado al cuidado de su abuela paterna Fanny Medvinsky, que cumplía tareas de apoyo en la resistencia clandestina en Centroamérica. Llegaron a Chile a comienzos de los ‘90, cuando ella tenía 14 años.
—¿Cómo dialoga la militancia de tu familia con la tuya?
—Creo que dialoga de una manera que pareciera compleja pero yo creo que es bien simple. Lo que le tocó a mi familia en general, y no solo a ellos, sino que a muchos chilenos y chilenas es un punto importante para mí. Parece que el proceso del nunca más muchas veces se ha ceñido a familiares pero lo que ha sucedido con las brutales dictaduras de Latinoamérica son temas de la sociedad en general. Chile se tiene que hacer cargo de su historia, de su memoria. Hay una sensación constante de injusticia e impunidad.
Mis padres eligieron un camino y una vía que yo respeto. Creo que en el contexto que les tocó vivir fue la elección que ellos decidieron tomar. Yo he ido armando mi propio camino, con mis propias luchas, con mis propias necesidades, con mis propias miradas del mundo. En algunas cosas comparto mucho con ellos, en otras no. Y también eso es sano. Nunca nos vamos a olvidar de la historia que traemos pero también tenemos que construir nuestra propia historia. Y esa es una de las razones por las que he aceptado la invitación que me ha hecho el Presidente. Para mí es fundamental, porque yo sí traigo esta historia y también la pongo en mi humanidad y en mis competencias al servicio y al desafío de lo que viene.
Su recorrido e historia de vida la llevó a formar parte del directorio de Londres 38, un ex centro de represión, tortura y exterminio de la dictadura cívico-militar, que fue recuperado y transformado en un sitio de memoria abierto a la comunidad y organizaciones sociales. Cuando se conoció la designación de Alexandra como ministra, algunxs trabajadores de la institución realizaron denuncias públicas en las redes por maltrato laboral contra Alexandra, cuando ella se desempeñó como coordinadora ejecutiva de la mesa de trabajo. Sin embargo, el organismo emitió un comunicado oficial donde la respaldó y desde el gobierno actual también señalaron haber contemplado los antecedentes. Por su parte Alexandra afirmó que el gabinete de Boric conocía estas situaciones. “Muchas veces las relaciones laborales no son simples, muchas veces son complejas, y en ese contexto me imagino que las percepciones son distintas. En ese sentido, no me puedo hacer cargo de situaciones que a mi juicio no correspondían. Para mí es un tema cerrado”, señaló a distintos medios.
Una mediocampista que distribuye la pelota
Los caminos y los deseos de Alexandra la llevaron a batallar los espacios en las canchas de fútbol. En su adolescencia formó parte del equipo del colegio Rubén Darío en la liga comunal Dragones de la Reina, donde era la única mujer de todo el torneo. En 1994 y con sólo 17 años fue llamada a integrar la selección chilena y se convirtió en la jugadora más joven de la delegación que hizo el primer viaje intercontinental en la historia del equipo nacional. Ese, dice Alexandra, es uno de los recuerdos futbolísticos más importantes de su vida: “Creo que una no se olvida de eso. Cuando me tocó debutar, jugué poquito, sólo los últimos 15 minutos, pero yo era muy chica y para mí era un sueño cumplido, era el inicio también de una carrera”.
La carrera futbolística de Alexandra parecía apagarse en 2003 después de cortarse los ligamentos cruzados de la rodilla. Dejó las canchas y se dedicó a su carrera como profesora, se metió en el desarrollo del fútbol femenino. Gestionó, administró y creó campeonatos escolares y barriales, trabajó con entes internacionales y organizaciones sociales. Sin embargo, hubo un giro inesperado. Marta Tejedor asumió como directora técnica de la selección femenina mayor en 2008 y además de convocar a las jugadoras del Sub 20 quería sumar al equipo nacional a futbolistas con experiencia. Así fue como Alexandra volvió a ponerse la camiseta de La Roja durante un año y medio. Se retiró del fútbol como capitana de la selección y habiendo sido madre de mellizos. Su foto de perfil de Twitter recuerda ese entonces, ella con la cinta jugando contra Argentina en la Copa América Ecuador 2010.
En ese entonces, Alexandra se quedó con las ganas de clasificar al mundial. Sin embargo, tiempo después se convirtió en la única sudamericana integrante de la Comisión de Fútbol Femenino de la FIFA y en 2019 viajó al Mundial de Francia, como parte de la organización. Esta vez desde afuera de las canchas pudo seguir a algunas de sus ex compañeras de equipo como Daniela Zamora, Daniela Pardo y Christiane Endler, la mejor arquera a nivel mundial de la actualidad, con quien Alexandra guarda un vínculo de mucho afecto que puede verse en sus interacciones de redes. De hecho, Tiane fue una de las primeras que apoyó a la nueva ministra cuando fue designada.
—¿Qué cambios encontrás entre tu época de futbolista con la actualidad?
—Jugar al fútbol y ser mujer era absolutamente incomprendido y no solo incomprendido, sino que de frentón había mucha carga discriminatoria, violenta, yo diría, y con estos signos de que efectivamente si una jugaba fútbol y era mujer, era lesbiana, que bueno, en mi caso coincidía, pero no en el caso de todas las chicas. Además en esa visión machista y muy patriarcal se leía que ser lesbiana era malo también. Entonces fueron años difíciles. Yo creo que eso efectivamente ha ido cambiando, aunque todavía existe mucha discriminación. En mi época yo no tuve ídolas, mis ídolos eran futbolistas hombres, hasta que en un momento apareció Mía Hamm, que fue una jugadora estadounidense maravillosa, que ella pasó a ser mi referenta cuando yo tenía dieciocho años. Creo que hoy el mundo de las comunicaciones, la globalización, ha ayudado a muchas chicas a romper con todo eso.
—Chile vive un proceso como muchos otros países de América Latina donde desde los feminismos se viene empujando para lograr profesionalizar el fútbol femenino, ¿cómo analizás estos avances?
—Creo que el fútbol femenino ha avanzado mucho a nivel mundial pero seguimos teniendo barreras, existen aún espacios de discriminación y brechas salariales muy altas en comparación a los hombres. El deporte en general es un reducto donde las mujeres tenemos que bregar, empujar, seguir demostrando y yo creo que el gran cambio que viene es que pasemos de esta visión del esfuerzo particular o de lo que una mujer hizo. Hoy día ya estamos en un proceso social donde debemos transversalmente instalar enfoques feministas de género en todos los espacios. Y a mi juicio, ni el fútbol ni el deporte deben ser un reducto que se mantengan detrás de otros espacios donde ya se han ido conquistando estas luchas.
En su paso por el fútbol, además de haber jugado como mediocampista retrasada, de esas que tiene mirada periférica de la cancha, de las que distribuyen el juego, de haber vestido la cinta de capitana, Alexandra además fue entrenadora en clubes de barrio. Esos puestos de toma de decisión, de amplitud visual serán herramienta para el nuevo cargo que desempeñará.
—¿Cuáles serán los principales ejes del Ministerio de Deporte?
—La propuesta estratégica se basará en el programa de gobierno, respecto al deporte recreativo y de alta competencia, pero también desde la promoción de todas las competencias existentes en el país y, como profesora de educación física, desde la formación del deporte. Velaremos por que el acceso al deporte no dependa de los medios económicos de las familias. Salvo el fútbol, el deporte profesional es de élite, en donde sólo acceden quienes tienen más recursos. Nos abocaremos a la gestión del deporte para mejorar nuestros resultados competitivos, la calidad de vida y la recuperación del tejido social. Y, por decisión del presidente Boric, nuestra prioridad también será la realización de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos, el evento deportivo más importante que se realiza en Chile desde el mundial de 1962.
Justo un día antes de asumir como ministra de deporte entró en vigencia la Ley de Matrimonio Igualitario en Chile, que incluye los derechos de filiación homoparental por los que tanto luchó Alexandra. Ni bien tenga tiempo en estos días intensos irá a inscribir a sus hijos como lo harán sus amigas, compañeras y madres lesbianas.