Avanzar sobre el corazón libertario

La Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista pisó febrero con la fuerza de un gran BASTA. Pero el espiral del odio avanza en el discurso y, en consecuencia, en los hechos. De cara al 8M, una reflexión de Feda Baeza para pensar cómo combatir el manual de comunicación de la ultraderecha. 

Fotos: Gala Abramovich.

Con la enorme manifestación del 1F, que colmó el centro de la ciudad de Buenos Aires, se hizo presente en todas las grandes ciudades, en muchas localidades de la Argentina y tuvo réplicas en otras partes del mundo, se configuró una respuesta contundente a la batalla cultural libertaria. Pero incluso tras ese acontecimiento social, Javier Milei decidió no retroceder y seguir profundizando en la estigmatización y el uso de las fake news. 

Nuestra comunidad queer sabe que decir es hacer. En los últimos días atacaron brutalmente a una lesbiana en Ciudad de Buenos Aires, prendieron fuego la casa de una pareja de lesbianas en Cañuelas y apuñalaron a una lesbiana en Salta. La campaña oficial tiene implicancias en ámbitos donde nunca fue sencillo implementar nuestro marco legislativo vigente: la salud, la educación, el trato frente a las fuerzas de seguridad y la justicia. También en la violencia que transcurre en las calles y en las casas. Todavía seguimos asimilando cómo actuar frente a los episodios de violencia institucional de la ultraderecha que se articulan desde lo nacional y lo global. Tras el discurso en Davos, y luego de una campaña de desinformación sobre los procesos de hormonización en infancias trans, el vocero presidencial Manuel Adorni presentó una reforma inconstitucional de la Ley de Género centrada en el hostigamiento a las niñeces de nuestro colectivo. La lógica comunicacional de este actor político tiene como premisa el avance, copar la agenda, ganar tiempo y no retroceder con el objetivo de correr el eje de las discusiones moviendo los perímetros de lo que es posible decir.

Para poder combatir el manual global de la comunicación ultraderechista es necesario comprender su funcionamiento, las estrategias que asume en este desplazamiento de lo que es posible decir reorganizando los espacios de discusión en común. Insisto, cada deslizamiento implica subjetividades que se ponen en cuestión, comunidades que se desconocen, así se ataca su posibilidad de disputar el espacio público. En su réplica a las críticas recibidas después de la marcha, Javier Milei volvió a esgrimir tergiversaciones y acusaciones de fascismo. Es necesario recordar que fueron diversos sectores de su gobierno los que inicialmente pusieron en juego citas explícitas de la historia política vinculadas al fascismo en clave de remake

El año pasado esto sucedió con la agrupación llamada Las fuerzas del cielo que dejaron circular el video de una reunión con referencias evidentes a un grupo paramilitar que parecía ambientado en la segunda guerra mundial. En otra operación tendiente a instalar en la opinión pública la dicotomía entre “un gobierno autoritario que logre buenos resultados económicos” y “un gobierno democrático que respete los derechos individuales”, el asesor presidencial Santiago Caputo lanzó una masiva encuesta a fin de enero. También fue sintomática la defensa de Milei del saludo fascista de Elon Musk quien cerró su tuiteo con la frase: “los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad. Zurdos hijos de putas tiemblen”. En su discurso en Davos, además del contenido ya muy conocido, se remitió a expresiones como enfermizo, virus, epidemia, cáncer, curar, extirpar, aberrante, entre otras imágenes procedentes históricamente del fascismo. La ultraderecha avanza sobre el terreno de lo que es posible decir escondiendo la mano, apuesta a imágenes y metáforas que instalan el imaginario autoritario pero luego se despega y acusa a sus oponentes de usarlas en su contra. Mientras tanto, estas formulaciones legitiman los discursos de odio con los que construye antagonismos y rédito político. La imagen, la emocionalidad, la retórica permiten hacer presente lo que no se puede validar por otras vías.

Desde mi perspectiva, esta estrategia tiene dos objetivos. El primero es hegemonizar en el ámbito de los distintos movimientos de derecha. No debemos olvidar que aún el núcleo duro que apoya al gobierno libertario es diverso. La comunicación libertaria marca un eje discusión aún entre sus partidarixs, busca radicalizarlxs. Esto no es menor si se piensa que las líneas técnicas de su propio gobierno en la Argentina, sobre las que descansa su gestión, provienen de otros grupos de derecha. Para el gobierno libertario priorizar su comunicación es defender su capital político, es el modo de demostrar a sus aliadxs el peso que tiene y la obediencia que le deben. El otro objetivo es generar temor entre quienes les enfrentamos. Es muy importante poder detenernos en medio de la inercia del movimiento siempre ascendente de la violencia discursiva libertaria para entender que en este cometido fracasaron. No han logrado silenciarnos, amedrentarnos, que abandonemos el espacio público. No cambiar la línea discursiva es un modo de no acusar recibo frente a este golpe. Detrás de sus discursos quedan siempre una estela de cuestiones que volver a aclarar, de violencias que reparar. Señalar, por ejemplo, que el tratamiento a la infancias trans no se practica como Milei describió irresponsablemente. Pero, muchas veces, esta tarea de responder a sus acusaciones, también necesaria, no nos permite desarrollar una agenda propositiva que analice y explicite las inconsistencias de la ultraderecha. En otras palabras: avanzar sobre el corazón libertario.

En su centro, el corazón libertario es una defensa de la concentración económica, exponencial desde la pandemia, y el intento de detener todos los procesos sociales y culturales que alteren el reparto del poder político que sostiene la desigualdad. Su disputa en cuestiones de género es uno de sus centros doctrinarios. Aún menos expresado en voz alta en el ámbito argentino, también lo es su énfasis racista, ya que pretende preservar tecnologías sociales y jurídicas que asignan a determinados cuerpos capacidades, recursos y destinos según el supuesto lugar que les toca en una sociedad de raíz autoritaria, jerárquica e inmóvil. Eso ya se está observando en la alineación con la prédica antimigratoria global. Estas tecnologías, no me detendré en esto ahora, tienen un desarrollo histórico compartido, están vinculadas al biologicismo, una construcción ideológica clave en el desarrollo del colonialismo. 

No es casual que una proporción de la población planetaria tan reducida como nuestra comunidad travesti, trans y no binaria seamos el blanco permanente de su violencia. La existencia política de nuestros cuerpos es una amenaza para el modo en el que estas tecnologías determinan, nada más ni nada menos, el valor de las distintas formas de vida, cuáles subjetividades reconoce, cuáles no y el lugar que les da a cada una. Estos procesos de inequidad económica son también procesos de masculinización de la riqueza. Por ejemplo, en Argentina este vector ya era evidente en el impuesto a la grandes fortunas realizado a comienzos de la pandemia en el año 2020: el 74% de los aportantes fueron varones. Cuando vemos el impacto de la deuda externa argentina por género vemos que, al contrario, se feminiza: las políticas de austeridad afectan principalmente a los sectores de menores ingresos, los no registrados, las economías populares fuertemente feminizadas. Esta tendencia sigue los vectores globales, la lectura de los listados de la Revista Forbes lo corrobora. Elon Musk es su imagen que lo representa.

Esta reafirmación de los patrones de inequidad económica acentuados por género también es un aspecto en el que la ultraderecha confronta con otras derechas. O dicho de otra forma, con cierta apropiación que el neoliberalismo hizo de la llamada Agenda Woke. Aún sin establecer herramientas concretas, ya el acuerdo del FMI con la Argentina en el año 2018 mencionaba los aspectos regresivos de la deuda en términos de género. Hasta desde una perspectiva neoliberal es ostensible que la reducción de patrones discriminatorios dinamiza las fuerzas laborales y promueve el desarrollo de perfiles más productivos en una economía, principalmente, de servicios. Fue esta consideración económica tradicional la que en esos años movilizó a numerosas empresas trasnacionales a implementar protocolos de género. Más allá de las implicancias éticas, fueron los cálculos de rentabilidad. Hoy el corazón libertario tienen en su centro la defensa de inequidades que, repito, en términos neoliberales, son improductivas e ineficientes.

Frente a este panorama, a los partidos políticos y medios masivos opositores les cuesta reorientarse. Da la sensación que la crisis del sistema político de los partidos tradicionales, de la que la ultraderecha es un síntoma, no estimula la invención de nuevas estrategias ni la convocatoria a otras voces. Capitalizar el evidente descontento que el gobierno libertario genera parece ser la estrategia más fuerte. Esto fue notable en la demora de muchas de sus figuras en hacerse cargo de la demanda de la gran marcha del 1 de febrero. Por parte de los medios tradicionales la situación es similar. Resulta demasiado evidente como tematizan la doctrina de que sólo existen hombres y mujeres como personas jurídicas en el discurso de Donald Trump, y en la pantalla el universo representacional exhiben precisamente eso. Sin mencionar el lugar secundario que aún ocupan las voces de las feminidades lateralizadas al lugar de invitadas, panelistas o columnistas.

La masividad y la pluralidad generacional de la marcha empezó a mostrar que los reclamos de los distintos sectores afectados en la Argentina, jubiladxs y estudiantes en los primeros meses, empiezan a confluir porque toman conciencia de que son parte del mismo tejido afectado. La expropiación de sus ingresos afecta a la misma red que tiene que decidir si sostener la formación de sus hijxs, la medicación de sus mayores, el ingreso laboral de una hija trans o la libertad efectiva con la que pueden encarar sus proyectos de vida en una comunidad que es cada vez más diversa. Entre las personas reunidas en aquella marcha proliferaron imágenes que desclasificaban esas capacidades, talentos y destinos que la inercia libertaria insiste en asignarle a los cuerpos en función de la supuesta evidencia de lo que son. En la calle se recupera la atmósfera festiva del encuentro, donde se hace palpable la promesa de otra vida posible, la riqueza, la emoción y la novedad, de una sociedad más justa.