Bitácora de una puta

Disputa$ es la sección de LatFem donde las trabajadoras sexuales de Ammar cuentan su experiencia en primera persona. En esta entrega de Disputa$, Rebeca relata su puta semana, desde la gira del finde hasta el pedo triste por la compa detenida.

Es lunes y tengo que ir a la casita roja para cocinar en el comedor. Tengo dos mil pesos, hago las compras rapidísimo. Estoy llegando tarde así que apuro el paso. Agarro Solís y Pavón para doblar en Filiberto. Estoy convencida de que será una jornada difícil, pero pongo duro el cuero. Llego a la esquina y veo a la Laurita Cocucha que está viajada y perseguida. Me recibe con un gran abrazo y un beso.

Nos contamos que el finde estuvimos de gira. Yo extasiada y ella de novia. Chongos y drogas; una combinación explosiva.

Laurita Cocucha

Es jueves. Acabo de tener una reunión por zoom con una empresa que fabrica fantasías y dibujos para niños. Estoy avergonzada. Fui aleccionada frente a un montón de personas blancas que nos convocaron a mí y otro compañero para armar el guión de un corto antirracista. Desde una ventana en mi celu me dicen que están cien por ciento de acuerdo con mi propuesta, pero no les sirve mostrar mi realidad. La realidad de una persona marrón que hace filas para recibir un subsidio y no para conseguir un lugar en un casting. Un casting que ni siquiera podemos imaginar. El tipo de la empresa me tira “un consejo”: debo agachar la cabeza y aceptar las cosas como son. Que no es nuestro corto, es el de ellos. 

Es viernes y colaboré en un podcast prieto-marrón. Tengo que hablar sobre racismo estructural y cómo llegué a organizarme para visibilizar esta problemática.

Se me hizo un nudo en la garganta y lloré cuando empecé a hablar sobre autoestima —el mal llamado “amor propio”—, mi piel y el perdón. No es un camino fácil reconciliarme conmigo frente al espejo, no sentir culpa y vergüenza por llevar las facciones de mi abuela boliviana. Estoy escribiendo este texto en mi esquina, parada, aguantándome las lágrimas, intentando sostener la perfo “concha inalcanzable”.

Qué difícil callar esa voz que me dice que soy una negra boliviana (de manera despectiva). ¡Qué difícil sostener el ímpetu de diosa azteca o incaica! Intento recordar alguna representación marrona de los ’90 pero no la encuentro. Que difícil la economía, los discursos de odio, el racismo y los guetos disfrazados de zonas rojas. Trato de echar fuera todo mal pensamiento y atraigo el axé, la suerte de las putas. Hoy quiero irme con tres mil pesos a mi casa, aunque sea para el puchero. 

Es viernes por la madrugada. No quiero pensar más. Estoy colocada, escucho las bocinas de la autopista, estoy en mi pieza tomando gin tonic sin hielo. Llega un mensaje a las tres de la mañana. Se la llevaron a la Laurita presa. Según la policía ella agredió a un poli. No creo que ella haya agredido a un yuta de la nada. Mi teoría es que le faltaron el respeto primero. ¿Pero qué comisaría le va a prestar atención a una puta trans? Se la llevaron a la 1C. Más tarde le llevaré facturas. En este momento lo que más me preocupa es que ella se pierda el 34° Encuentro Plurinacional y no pueda contar cómo llegó a la Casita Roja y cómo se organizó con sus compañeras en medio de la pandemia. Sobre todo, me preocupa el frío y la soledad que debe tener en ese calabozo.

Estoy cansada y ebria. Ya pasaron tres horas, me faltan tres más para llevarle un abrigo. Desde los grupos de WhatsApp nos avisan los defensores que a la Laurita no la van a soltar por ahora, y que tampoco saben cuándo, así que todas nos organizamos para llevarle puchos, comida y abrigo. 

Estoy llorando, tengo el famoso pedo triste y pienso: si esto no es amor entonces ¿qué es? 

Voy a extrañar mucho a la coordinadora de los lunes.

¿Querés saber más sobre Disputa$?

Leé la presentación acá.