¿Cuál es la forma del placer? ¿Tiene forma? Y de tenerla, ¿es necesaria para algo tan múltiple y total como un orgasmo?
Esta edición del Artists’ Film International 2019, organizada por Fundación Proa y la Whitechapel Gallery, se centra en la temática de género y no tiene que ver con la individualidad de los cuerpos ni de las obras, sino con la combinación de ellas, con la posibilidad de tejer redes y de encontrar puntos de encuentro, resistencia y placer ante conceptos y formatos diseñados desde la norma.
Susan Sontag describe la música como el arte más abstracto y sensual. Es el cuerpo el que escucha y el que da respuesta a la pasión. Es la carne y el hueso lo que se intensifican o desaparecen. Todo depende de la utilización del poder de persuasión de la obra y sus posibilidades de capturar una emoción.
En el video de la artista argentina radicada en Francia y Berlín Fannie Sosa, distintas mujeres prueban un parlante bluetooth ovalado, común y corriente, para satisfacción en la zona genital. A través de sus vibraciones sonoras, el parlante demuestra ser más efectivo para producir un orgasmo que cualquier otro artefacto adquirido en un sex shop. Como con el twerking, del que nos mostró sus cualidades eróticas, autónomas y relativas a nuestra independencia reproductiva, con el parlante, Fannie Sosa nos enseña a gozar con un reproductor de sonido.
“Necesito esto en mi vida”, nos dice imperativa desde el título del video donde evidencia la relación física entre deseo, tortura y poder por medio de vibraciones. Queda claro entonces que las mismas herramientas que nos pueden enfermar son las que nos pueden sanar, y que el conflicto está en la elección de estas herramientas y su utilización.
A unos pocos metros y en la misma sala, suena un coro en “La mujer del embajador” de Theresa Traore Dahlber, en donde una mujer, que se ve limitada por el protocolo diplomático y cuyo sueño alguna vez fue convertirse en cantante de ópera, encuentra un punto de fuga en la natación y en los encuentros corales. Ambos videos se superponen y toman las riendas de un recorrido por dos salas en donde mujeres y cuerpos disidentes exponen y fracturan lo que se espera de ellxs.
Así es como Lisa Giménez con la serie de fotografías “Inconsciente óptico” encuentra el punto de fractura estática y solemne en retratos familiares donde la familia ya no está en desorden como diría Roudinesco sino que se construye en un orden completamente nuevo y actual. En su parte de la sala, Sofía López Mañan con “Desapelo” parece hablar de amor o sexo o de lo que significa ser mujer: una crin con un arnés. López Mañan exhibe armaduras con mechones y trenzas estratégicamente ubicadas en corsets metálicos. De nuevo, cuestionando eso misma que cita como sentido único, la artista se retrata a sí misma rapada.
Siguiendo el camino de la evidencia y el quiebre, el dúo Mwangi Hutter presenta un film en donde se interviene con improvisaciones corporales y vocales una calle de un suburbio de Nairoibi. En este espacio abierto, lxs espectadorxs tenían el potencial de ser conscientes de su entorno en relación a ellxs mismxs y a lxs demás: ¿qué alternativas tenía cada unx de ellxs para esquivar (o no) la inundación?
Embarrarse frente a la mirada de lxs otrxs, nadar en un espacio cerrado que es a la vez posibilidad de fuga, masturbarse con ondas sonoras, cortar pelo, reagruparse: esta muestra presenta producciones de artistas internacionales en un horizonte en donde la propuesta es deformar los conceptos pre establecidos en torno al placer y deformarnos a nosotrxs mismos como sujetxs sexuales, políticxs y sociales.