Modos de uso: un ensayo sobre el pañuelo verde

El pañuelo verde es un símbolo transnacional en la lucha por el aborto legal. ¿Cuándo surgió? ¿Cómo se convirtió en marea? Este 28 de septiembre, jornada de lucha en el calendario feminista, por el Día global por el Aborto Seguro compartimos en LATFEM este ensayo de la fotógrafa Soledad Quiroga, “Modos de uso. Experiencias en torno a la legalización del aborto en Argentina”, acompañado con textos de Flor Alcaraz. 

Las manos sostienen de frente el trozo de tela triangular y verde desde sus puntas. Las llevan hacia la nuca para unirlas atrás. La mirada baja por un momento como si la fuerza para atarlas estuviera en la cabeza. Las puntas se tensan en un movimiento suave pero con determinación. El nudo aprieta aunque no tanto. El pañuelo cuelga laxo del cuello ya relajado. Y aunque las letras que lleva impresas no llegan a leerse por el doblez desprolijo es evidente: no es símbolo de fragilidad, sino todo lo contrario. ¡Listas, preparadas, ya! Nunca sin lucha se defienden los derechos. Nunca sin persistencia alerta. Nunca sin insistencia alentadora. ¿Quién dijo que lograr que el aborto sea un derecho reconocido por el Estado en Argentina iba a a ser fácil? 

Un pañuelo verde fuerza. No es para secar lágrimas, ni para sonar mocos de un resfrío ni para pedir ayuda flameando por la ventana de un auto. Un pañuelo de color verde que hace visible la reivindicación de derechos y, a la vez, reverbera un mensaje potente en ejercicio de nuestra libertad de expresión: no aceptamos la crueldad de esta sociedad patriarcal y estamos decididas a crear “un mundo en el que podamos ser”. 

Un pañuelo verde que ejercita la memoria feminista. El nudo del pañuelo retiene gestos, historias, recorridos, tensiones, nombres propios, disputas, una pertenencia, una genealogía y un linaje evidente: el pañuelo blanco. La disputa por el aborto legal está enmarcada en la lucha por los derechos humanos y así como las Madres y Abuelas reclamaban por las vidas de sus hijxs, quienes llevamos los pañuelos verdes exigimos por el derecho a la vida digna. No toleramos que el deseo nos coloque en una zona de riesgo tan fatal que en las últimas tres décadas contemos, al menos, 3040 mujeres menos por la ausencia de una ley de aborto legal. 

Un pañuelo verde que tiene una historia. Antes del XVIII Encuentro Plurinacinal de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans en Rosario, Marta Alanis llamó a la rosarina Susana Chiarotti, de Indeso Mujer (Instituto de Estudios Jurídico-Sociales de la Mujer). Tenían que encontrar el color que simbolizara la lucha por el aborto en Argentina para usarlo en esos tres días. Descartaron el color rojo porque ya representaba a la izquierda. Amarillo no podía ser porque estaba vinculado a lo religioso. Celeste y blanco les parecía demasiado nacionalista. Pensaron en un color articulador que esté vinculado a la salud, al medio ambiente, a la ecología, la esperanza: los pañuelos tenían que ser verdes. Aquel Encuentro empezó con 10.000 participantes y una enorme bandera que decía “Por el derecho al aborto libre y gratuito”. Fue el 16 de agosto de 2003 cuando los pañuelos aparecieron por primera vez mucho antes de ser marea y traspasar todas las fronteras plurinacionales. 

Un pañuelo verde que grita. En un comienzo, los pañuelos no tenían el logo de la Campaña ni la frase que hoy conocemos. Eran de una tela fulgurante y tenían consignas feministas amplias con letras amarillas o negras: aborto, derechos sexuales y reproductivos, anticoncepción, Por el derecho a decidir. Martha Rosenberg, una de las fundadoras del Foro por los Derechos Reproductivos y de las activistas históricas de la Campaña, conserva uno de ellos con la frase: “Anticoncepción de emergencia”.

Un pañuelo verde que es un escudo, un manifiesto de defensa de nuestro primer territorio: nuestros cuerpos. Eso creía la referenta y comandante de las mariposas, Lohana Berkins, que era parte de la Campaña y tenía su propio pañuelo. 

Un pañuelo verde sin dueñas, la expresión de una construcción colectiva y transversal. “Aborto con misoprostol”, dice el de Magui Fernández Valdéz, referente de La Sublevada. “Aborto es justicia social”, grita el pañuelo de Mujeres Libre de Ciudad Oculta que lleva Daniela Mariela “Polla” Ferreyra. “Paro general”, se lee en el de Euge Murillo.

Un pañuelo para cada unx. Hay pañuelos estampados, bordados, pintados, más grandes, más chicos, convertidos en prendedores. Lo llevan niñas, adolescentes, mujeres, lesbianas, mujeres trans, varones trans, personas no binarias. 

Un pañuelo organizado. Los pañuelos sindicalistas resisten en los espacios de trabajo como el de Estela Díaz o el de Carla Gaudensi. En el Congreso de la CTA de 1999 en Mar del Plata resolvieron casi por unanimidad el apoyo de la Central de Trabajadores de Argentina a la legalización del aborto. A lo largo de la historia, las sindicalistas fueron fundamentales en la historia por el aborto legal. 

Un pañuelo viajero. Se mueven como el agua, de un lado a otro en carteras, mochilas, atados a las muñecas, en los pelos, en los cuellos. Se tiñe de otro color y otras luchas: de verde a naranja, de verde a violeta. 

La epopeya y el brillo verde del glitter que impuso el verde en 2018 se vuelven opacos cuando se repasan las 16 muertes que se podrían haber evitado en estos últimos dos años. Y se trata sólo de las historias que salieron publicadas en los medios hasta agosto de 2020.

Un pañuelo verde que es responsabilidad ética y política. Por la memoria de las que no sobrevivieron a un aborto en la clandestinidad, por aquellas a las que le negaron ese derecho y murieron, por los fragmentos de libertad que le quitaron a muchas criminalizadas y por los futuros autónomos de las presentes y las que vendrá. Es parte de los mosaicos que pueden construir una identidad, la de un “pueblo feminista”. 

Al igual que el trabajo doméstico invisibilizado y no remunerado que recae con mayor fuerza sobre las espaldas de las identidades feminizadas, el trabajo de las mujeres, lesbianas, no binaries, travestis y varones trans en la conquista de sus derechos nunca se termina. Nunca sin lucha hasta que sea ley y más. Esto recién empieza.