“No existe la inclusión del colectivo travesti-trans en el Poder Judicial”

Algunos sindicatos tienen un rol importante para contener la crisis desatada por la pandemia global del covid-19. El SITRAJU abrió sus puertas al colectivo travesti-trans y muches encuentran ahí la comida del día. Tali Goldman entrevistó a Marcela Tobaldi, quien cuenta su recorrido de trans sindical.

Si al inicio de la pandemia nos preguntábamos cómo se pararían los sindicatos frente a esta inédita crisis y deslizábamos algunas ideas que tenían que ver no sólo con cuestiones simbólicas —los sindicatos son la casa el ejemplo de pensar en colectivo— sino con cuestiones concretas —desde el primer momento pusieron los hoteles sindicales a disposición del sistema sanitario y de las víctimas de violencia de género— a más de 40 días de haber empezado la cuarentena el alcance de los gremios es central para contener demandas colectivas. La sede de la calle Alsina de SITRAJU —el sindicato de Judiciales de la Ciudad de Buenos Aires que comanda la diputada Vanesa Siley— es refugio en estos días para el colectivo travesti trans. Allí se reciben donaciones de alimentos que se convierten, para muchxs, en el único sustento. Quien motoriza esta movida es Marcela Tobaldi, que desempeña su tarea en el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires y es parte de la comisión directiva del gremio. Es una de las pocas trabajadoras trans dentro del sistema judicial. En esta charla con LATFEM analiza no sólo el rol de los sindicatos en este momento sino también la importancia de la inclusión del colectivo trans en ellos. 

—¿Cómo empezó tu actividad sindical?
—Yo había tenido como una experiencia con gremialistas a través de un primo de mi madre, que era secretario adjunto del gremio de Luz y Fuerza. Tenía un hijo que era amigo mío. Te estoy hablando de los años noventa. Y bueno, yo participaba así como de casualidad, porque se llevaban reuniones en la casa de mi amigo. Y entonces toda esa energía que había del gremio de Luz y Fuerza, yo la tenía ahí como muy muy viva. Era gente muy amorosa incluso yo ya con mi identidad sexual muy definida. Entonces yo veía el respeto que tenían conmigo y con mi amigo, que mi amigo era gay. Entonces esa época a mí me determinó que un gremio importante en la vida de las personas.

—¿Te afiliaste en cuanto entraste a la Defensoría General de la ciudad?—Entré en 2013 a los 46 años y ese fue mi primer trabajo formal. Un compañero de trabajo me dijo Marcela, ¿vos querés afiliarte al gremio? Y yo dije sí, sí, por favor, tráiganme en una planilla que yo me quiero afiliar al gremio y así comenzó mi historia dentro del gremio. Pasó un tiempo hasta que me reconocieran, que vieran el trabajo que hice, que fue muy importante con el colectivo trans y travesti, porque cuando llegué a mi oficina y comencé a trabajar, la demanda fue increíble. En cuestiones de salud, en cuestiones jurídicas, o sea la cantidad de personas trans que estaban con causas judiciales, la persecución policial, inclusive la persecución por parte del Ministerio Público Fiscal y todo el Poder Judicial persiguiendo a personas trans y travestis históricos. Es vergonzoso, pero bueno, esta vez me tocaba a mí estar dentro de este lado del mostrador. Y bueno, comencé a defender con uñas y dientes a todas las compañeras que me lo pidieron, a mucha gente. También ayudé a mucha gente cis-hétero y a partir de ahí el gremio comenzó a ver en mí una aliada.

—¿Ahí empezaste a involucrarte más en la vida gremial?
—Sí. Comenzaron a invitarme a actividades y comenzó una unión con el gremio y cada vez participaba más de las actividades gremiales. Y por supuesto que siempre en esta historia estuvo Vanesa Siley, que es nuestra referente dentro de la justicia, y gracias a ella tuvimos oportunidades de estar en muchas actividades. Dentro del Ministerio Público de la Defensa yo pertenezco a una agrupación que se llama La Rosa Naranja y tengo todo el apoyo del gremio.

—¿Qué actividad dentro del gremio sentís que fue un antes y un después?
—Sin dudas fue cuando fuimos a Luján en 2018 bajo la consigna Paz, Pan y Trabajo y me invitaron a mí a levantar a la Virgen de Luján y llevarla al escenario. Eso no me lo olvido nunca más en mi vida porque claro, no era usual que una persona trans levantara una virgen y la llevara al escenario. Y bueno, yo creo que representé muy bien a la comunidad trans travesti en aquella oportunidad. Y por supuesto que todos los referentes políticos que estaban allí cuando me vieron, yo creo que era resultaba conocida para varios que quedaron así como impresionados. Inclusive las autoridades, la Iglesia.

—¿Cómo viene siendo la inclusión del colectivo travesti-trans en el Poder Judicial?
—Esto no existe. O sea, las personas trans que fuimos incluidas en el Poder Judicial fueron en el marco de la Ley Nacional de Identidad de Género y la última persona que incluyeron fue en el Consejo de la Magistratura. No hubo inclusión dentro del Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires y tampoco en las otras instancias de Nación, en las provincias. Posiblemente alguna chica, alguna compañera haya sido incluida, pero una o dos. Hasta el momento en el ámbito de la justicia en la Ciudad de Buenos Aires ha sido un hielo. Somos poquísimas las personas trans incluidas seremos 3 o 4 con una planta permanente que ronda alrededor de los 5000 o 6000 empleados en el ámbito de la justicia.  En esta época, con este nuevo gobierno, con Alberto Fernández a la cabeza, se ha creado el Ministerio de las Mujeres y se han sido incluidas diferentes personas trans en lugares de conducción de ciertos espacios hasta que llegó la pandemia y nos encontramos con una situación muy delicada y muy preocupante, porque no llegan respuestas.

—¿Cómo fue entonces que decidieron motorizar la ayuda para el colectivo trans desde el SITRAJU?
—La primera persona con la que yo me conecté cuando tomamos la decisión de distribuir alimentos porque sabíamos que las personas trans no podían salir a las calles para ganarse el sustento fue con Vanesa Siley nuestra secretaria general que rápidamente me dijo “sí, Marcela, vamos a utilizar nuestra sede de la calle Alsina”. Entonces ahí hicimos una colecta y llegamos a recaudar 400 mil pesos con los que compramos alimentos. Pudimos distribuir ya tres veces bolsones. Y bueno, fue muy importante para nosotras como organización social La Rosa Naranja, como militante gremial y trabajo, como militante social y como militante de la vida, haber construido en estos momentos de pandemia, en estos momentos tan tristes para la gente y fundamentalmente para el colectivo trans y travesti.