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¡Bienvenide al panorama de artes, género y feminismos de LatFem!
Mi nombre es Fátima, soy pintora y música y en esta oportunidad, gracias a la invitación de las compañeras periodistas, escribo sobre artes visuales.
No cabe duda de que los feminismos lo atravesaron todo en nuestras vidas: ya no leemos, ni miramos ni pensamos igual que hace unos años. Este cambio de paradigma ha tenido una enorme repercusión en el ámbito de las artes y la cultura: se empezaron a valorizar y a jerarquizar prácticas, discursos y estéticas que antes transcurrían en un segundo plano y no eran tenidas en cuenta, de hecho eran menospreciadas.
Sin embargo, a pesar de estos significativos avances, todavía falta —y mucho— para que las artistas logren un real reconocimiento y una reparación histórica evidente. Llegar a vieja y seguir produciendo arte es una hazaña, muchas llegan sin percibir una jubilación después de tantos años de trabajo, otras han tenido que sortear todo tipo de discriminaciones y maltratos a lo largo de su carrera, otras debieron suspender su actividad por dedicarse a criar hijes, otras han tenido que dedicarse a trabajar de otra cosa porque el arte, simplemente, no les daba de comer. La famosa frase “Por amor al arte” puede emparentarse con aquella otra que dice “Eso que llaman amor es trabajo no pago”.
Es por eso que este año que pasó las artistas comenzaron a organizarse y a decir basta de trabajo artístico no pago, somos trabajadoras. Se creó el primer tarifario de Artes visuales consensuado entre varias agrupaciones de artistas con el fin de regular las actividades.
El sistema cultural que incluye a museos, galerías, espacios culturales, universidades, bienales, criticxs, periodistas culturales, etcétera, existe gracias al trabajo sostenido de les artistas, que enriquecen el campo cultural con sus obras. No es casual que este hecho de reconocerse como trabajadoras del arte se haya dado en este último tiempo a partir del impulso que traen los feminismos. El arte de las mujeres no ha sido ajeno al abuso del machismo.
Todavía faltamos en las grandes colecciones de los museos y galerías y en los “manuales” de historia del arte del colegio y programas de las universidades, pero donde más faltabamos, y esto es lo más difícil de combatir, es en el imaginario de las personas. Basta recordar este documental de la artista británica Tracey Emin “Cual es el precio del arte?” que podes verlo acá donde ella pregunta a les transeúntes en la puerta de la Tate Britain si pueden nombrar a 3 artistas. La gente responde un sinfín de nombres, todos masculinos. Luego Emin pregunta si pueden nombrar a 3 mujeres artistas. El resultado es que la gente simplemente no puede. Sólo un balbuceo, Frida Kahlo. Si hiciéramos el mismo ejercicio acá, probablemente el público sólo podría mencionar a Marta Minujín (¡ojalá me equivoque!).
Acá va un panorama de artistas para que conozcas:
pintorAs>
pintorAs es un grupo de 19 artistas contemporáneas argentinas que centran la creación de su obra en la pintura. Convocadas por Paola Vega y Adriana Minoliti en 2009, conforman el grupo las artistas Verónica Di Toro, Silvia Gurfein, Catalina León, Déborah Pruden, Gachi Hasper, Diana Aisenberg, Mariana López, María Ibañez Lago, Valeria Maculan, Leila Tshopp, Inés Raiteri, Florencia Bohtlingk, Claudia del Río y Carla Bertone. Ellas, este mes Inauguraron la muestra “pintorAs, una historia de más de 10 años” en el Centro de Arte de la UNLP.
Según las palabras de la curadora Lara Marmor: “En 2019 pintorAs cumplió diez años de autogestión para la organización de exposiciones y actividades en torno a la exploración de los límites y las posibilidades de la pintura como dispositivo. Su fundación coincidió con un momento en el cual las exposiciones tenían como grandes protagonistas a los hombres, el debate sobre la participación de la mujer en el mundo del arte era tímido (me atrevería a decir que era casi inexistente) y la pintura era resistida a ser entendida como práctica contemporánea. Las pintorAs no hacen arte de mujeres —la identidad de género de unx artista no predispone un tipo de obra, las obras no tienen género—. La cuestión de género como problema no está presente necesariamente en la obra de cada una de las artistas sino que se evidencia en el funcionamiento del colectivo. Las pintorAs (…) nos muestran que la pintura es un lugar, es una forma de presentar y representar, es un lenguaje que se hace, se pinta, se mira, se enseña, se aprende, sobre el cual se escribe, sobre el que se escribe y con el cual se escribe porque quien pinta mira el mundo de una manera particular”.
TERESA BURGA, artista peruana>
La artista peruana Teresa Burga (1935-2021) falleció hace un mes en la ciudad de Lima. Artista de vanguardia dentro del conceptualismo latinoamericano desde la década de 1960, su producción abarcó dibujos, pinturas, esculturas y estructuras conceptuales, utilizando como materia prima datos analíticos y metodologías experimentales.
En 1966, formó parte del grupo Arte Nuevo, que solo incluía a dos artistas mujeres, Burga y Gloria Gómez Sánchez. No eran épocas fáciles para hacerse un lugar siendo mujer que hacía arte conceptual, “había que hacer lo que el gobierno revolucionario quisiera. Querían frutas, evangelistas e indiecitos. Lo mío, para ellos, no era arte peruano”, dijo Burga en una entrevista.
En los años 70, desarrolló una serie de obras que reflexionaban sobre los sistemas estandarizados, regulados y burocráticos que funcionan como aparatos de control y opresión de los individuos en el contexto sociopolítico del Perú, principalmente hacia las mujeres. Autorretrato. Estructura Informe, 9.6.1972 (1972) y Perfil de la mujer peruana (1980–81). Esta última es considerada su obra más icónica. El proyecto fue creado en colaboración con la psicóloga Marie-France Cathelat en 1980-1981. Consistió en una investigación multidisciplinaria que tenía como objetivo analizar el estado de las mujeres limeñas de clase media entre los 25 y 29 años, desde los planos y contextos afectivos, psicológicos, sexuales, sociales, educacionales, culturales, lingüísticos, religiosos, profesionales, económicos, políticos y legales. Por ejemplo, siete urnas acrílicas que contienen papeletas de colores —una alusión al voto y la simbolización cromática de las posiciones ideológicas— forman el “Perfil político”. En el “Perfil antropométrico y fisiológico”, un maniquí antiguo se ubica dentro de una urna de vidrio sobre la que se dibujan la silueta y medidas (estándar) de una mujer: los modelos de belleza, sus adaptaciones comerciales y las realidades biológicas.
Ante un régimen militar represivo que no favorecía el arte conceptual, Burga dejó de lado el ambiente artístico y se dedicó a trabajar en la Oficina General de Aduanas de Perú, utilizando allí sus conocimientos en los sistemas de información digital para mejorar la eficiencia de la agencia.
En 2007 los jóvenes curadores Miguel López y Emilio Tarazona la encontraron casi por casualidad, fueron a su casa, organizaron su obra —que se encontraba llena de polvo guardada en cajas— y montaron la muestra “Arte Nuevo y el fulgor de la vanguardia. Disidencia, experimentación visual y transformación cultural”. De allí, a la Bienal de Estambul y finalmente una muestra retrospectiva en Alemania. Recién en ese momento se empezó a conocer y valorizar su trabajo en el extranjero, su reconocimiento llegó a sus 80 años.
SALÓN NACIONAL>
Este año, por primera vez, el Salón Nacional de Artes Visuales, —que se realiza desde 1911 en el Palais de Glace Palacio Nacional de las Artes—, incorporó a su plataforma de inscripción una encuesta anónima con perspectiva de género. Las preguntas giraron en torno a los orígenes socioeconómicos, adscripciones de género y pertenencia o no a colectivos racializados de les participantes.
Esta encuesta, obligatoria para poder participar, causó mucho revuelo en el ambiente artístico local, ya que muches consideraron que era demasiado extensa y cuestionaron su obligatoriedad. Otros sectores del arte más conservadores se burlaron de las diversas categorías sobre género autopercibido que la misma desplegaba, que incluía por ejemplo la opción marica.
A partir de estas repercusiones, la directora del Palais de Glace, Fed Baeza y la coordinadora del departamento de Educación y activista travesti, Marlene Wayar, postearon un video desde las redes de Museos y Patrimonio, explicando las razones de dicha encuesta. Allí plantearon que la intención era mejorar y ampliar las políticas públicas en la construcción de un arte nacional, incorporando una participación más diversa y federal de la comunidad artística, ya que el Salón ha tenido la función histórica de poner en escena un debate sobre “lo común”. Aclararon que la encuesta era absolutamente confidencial y que contar con los datos estadísticos relevados tiene como finalidad central comenzar un diálogo entre la institución y las comunidades que han sido históricamente marginadas de las políticas culturales, ya sea por cuestiones socioeconómicas, de género, clase y/o etnia.
Finalmente y a pesar de las críticas, el resultado fue exitoso: récord de inscriptxs (2942), un 36% más de artistas de provincias que en 2019 y 444 de lxs inscriptxs forman parte de la comunidad LGBTIQ+ en esta edición.
ACTIVISMOS+ARTE= ARTIVISMOS>
Fuentes Rojas, es un colectivo de artistas de México, integrado por Regina Méndez y Verónica Gil Monte. Sus orígenes se remontan al 2011, cuando un grupo de ciudadanxs decidió manifestarse pacíficamente para protestar por la violencia y las muertes desatadas en el país a raíz del narcotráfico y el crimen organizado. El grito colectivo fue: No más sangre. Javier Sicilia, poeta y activista, luego de la muerte de su hijo, convoca a la Marcha nacional por la paz con justicia y dignidad desde Morelos hasta el Zócalo en la Ciudad de México. A partir de ese movimiento ciudadano, académicxs y artistas militantes se sumaron con acciones, entre ellxs el colectivo Fuentes Rojas. Una de sus primeras acciones fue la convocatoria Paremos las Balas, pintemos las fuentes que consistía en teñir de rojo las fuentes emulando la sangre derramada y con la iniciativa Bordando por la Paz y la Memoria. Una víctima, un pañuelo. Fuentes Rojas invita a tomar el espacio público, denunciar las injusticias y reconstruir la memoria colectiva nombrando a las víctimas de la violencia a través del bordado, todos los domingos de 12 a 15 en la Fuente de los Coyotes en el centro de Coyoacán en la CDMX. El conjunto de pañuelos bordados conforma un memorial que da cuenta de la violencia en México y han sido llevados a marchas y manifestaciones públicas, universidades, eventos y museos en diferentes partes del mundo.
En cada pañuelo bordado se concentra información, en hilo verde (simbolizando la esperanza de volverlos a ver) se cuenta la historia de una o varias personas que han sido desaparecidas y en hilo rojo las asesinadas, la fecha y el lugar de los acontecimientos, su pertenencia a un grupo o anécdotas contadas por sus familiares. El colectivo da seguimiento a los pañuelos a través de una clasificación numérica en uno de los extremos. La numeración se vuelve fundamental cuando sabemos que al comienzo del proyecto en 2011 la cifra era de 40.000 personas asesinadas y 28.000 personas desaparecidas mientras la cifra actual asciende a más de 60.000 desaparecidos y 37.000 muertos sin identificar. La base de datos del colectivo es mayor a 100.000 personas. Desconocen la cantidad total de pañuelos bordados por el colectivo, sin embargo cada pañuelo es especial porque cuenta la historia de alguien, incluidos los sin nombre.
Te dejo algunas ideas interesantes sobre la relación entre arte y activismo que este este colectivo plantea: El activismo puede trabajar a otras velocidades. La lentitud del bordado permite que la información se procese distinto, mientras se borda en comunidad se platica, se digiere, se dialoga, se piensa desde una lógica distinta. Desacelerar los procesos o elegir procesos lentos también puede fortalecer a una comunidad. El textil no sólo existe para ser bello. Aunque hay pañuelos bordados muy elaborados, aquellos que no resultan tan “bellos” no pierden su fuerza y potencia como agentes de cambio. Los hombres también bordan. Es importante desmitificar estas prácticas como exclusivamente femeninas y la reapropiación de ellas desde la militancia y el activismo abre estas posibilidades. El compromiso con el activismo también proviene de y alimenta la empatía. Afortunadamente, ninguna de las integrantes del colectivo ha sido víctima de la violencia como las historias de las personas que bordan, pero pueden entender y acompañar a quienes lo viven. Sus acciones de bordado, cultivan la empatía. En estas acciones colectivas no hay autoría. El concepto del autor está desdibujado en las acciones que realiza. Los nombres de pila de quienes bordan forman parte de la arquitectura del pañuelo, pero los bordados rara vez son terminados por quién los empezó y son susceptibles a ser intervenidos por nuevas manos y actualizados si se presenta nueva información. A veces, los pañuelos tienen un listado grande de nombres de los bordadores.
Eso fue todo… ¡por ahora! ¡Gracias por leer!
AGENDA
- CENTRO DE ARTE UNLP. “pintorAs, una historia de mas de 10 años”. Calle 48 nº 575 e/ 6 y 7. La Plata, Buenos Aires.
- MALBA. Fuera de serie. Alejandra Seeber y Leda Catunda
- CCK. Cuando cambia el mundo: preguntas sobre arte y feminismos. Curada por Andrea Giunta. Obras de Aline Motta, Esther Ferrer, Joiri Minaya, Pau Delgado Iglesias y Sebastián Calfuqueo
- CASA NACIONAL DEL BICENTENARIO Transformación. La gráfica en desborde, del Museo Nacional del Grabado.
- MUSEO DE ARTE MODERNO. El día maravilloso de los pueblos. Primera exposición antológica de Elda Cerrato