Poetas peronistas: la lealtad literaria

No existe la literatura peronista pero que la hay, la hay. El vínculo entre peronismo y discurso político es indiscutible. Pero la relación entre la poesía y el peronismo es mucho más fuerte de lo que se puede sospechar. En el marco del 17 de octubre, rescatamos lecturas y volvemos a repensar esa relación entre versos y lealtades.

Poema a los cabecitas negras, de Alicia Eguren

Dejadme sonreír;
permitidme que sonría con la certidumbre manca de los hombres
bizcándome cada parte de nuestra humanidad.
Aquí, en Buenos Aires,
de acuerdo con la cartografía que yo apuntalo
se desparrama una fortaleza
de la cual siempre he hablado
y que morirá hablando
a través de mi cuerpo:
Buenos Aires.

Entre un río que golpea
destinada y genesíacamente
todos los tiempos de la terrible felicidad humana.
Entre ese río y la dispersión rala
de los extramuros,
y después el campo,
la planicie sedimento.
Dentro de ese contorno polémico,
Buenos Aires.

Hombres polémicos
que estamparán su pena en la noche estrellada:
…Y volcando,
desencadenando sus represas perfectas
el Norte ya cantado,
represas fijas al fondo,
al fondo de la tierra
por el cuño de Dios, no las obras de Dios,
por el esqueleto de Dios, no la revelación de Dios.

¿Por estos diminutos huecos de tierra
debemos recomenzar la búsqueda?
Hemos palpado a nacer,
en nosotros,
glóbulos,
glóbulos perfectos
que impensadamente se henchían
están hoy diluidos,
impensadamente también
por estos espacios del mundo nuestro:
Buenos Aires.

Pero cuando el flanco se agita
con la final molicie,
cuando el descuajado talud se abandona
a su resbaladizo e incontenible fin,
el corazón que ama la plenitud
despliega su alarido
despeña su urgente necesidad de aurora,
y entonces el Norte
nuevamente
como también eterna,
eternamente,
por los diminutos huecos de la tierra
comienza a arrojar
las amontonadas
las contenidas represas
las infinitas gotas
los receptáculos del vino añejo:
cabezas,
cabecitas negras,
padres en los frutos válidos.

Dejadme sonreír,
permitidme que sonría…
Alguien,
algunos pueden,
pueden todavía vencer a la muerte.

¿Conocían este poema de Eguren? ¡Qué título lleva! Alicia Eguren fue escritora, filósofa, periodista, editora, socióloga y militante. ¿Qué título no lleva? También fue pareja de John William Cooke y fue detenida-desaparecida en 1977 y arrojada con vida al mar en los “vuelos de la muerte”. Podría decirse que es una “peronista histórica”. Fue una de las directoras del periódico Nuevo Hombre, donde discutía las explicaciones oficiales del renunciamiento de Evita y era pionera cuestionando la subordinación femenina. Además de ser la compiladora de la correspondencia mantenida entre Perón y el “Bebe” Cooke desde 1956 y 1966. Su propia escritura estuvo prácticamente perdida hasta una publicación reciente, de 2023, a cargo de Nicolás Del Zotto, Santiago Allende y Emiliano Ruiz Díaz que editaron por Colihue la antología Escritos. Ahí se publican no solo ensayos sino también la correspondencia íntima, afectiva, sostén que mantenía con Cooke desde la cárcel, cartas de amantes que funcionaban como un “talismán”, como ellos mismos las llamaban. Pero también vuelven a salir a la luz poemas como aquel, dedicado ni más ni menos que a sus cabecitas negras, esos que esquivan la muerte por quedarse ahí, entre sus versos.

Alicia Eguren

¿Por qué los nombres de grandes poetas argentinas como María Granata o Alicia Eguren no resuenan con el mismo eco que otros? Muchas veces se las menciona como “escritoras depuestas”, dejadas a un lado, renegadas o simplemente se las conoce por otros oficios y ocupaciones. No solo eran militantes, compañeras, periodistas, narradoras de cuentos infantiles. Eran poetas. Y de las mejores. Pero esos poemas quedaron en viejas tiradas, agotadas, que no volvieron a desempolvarse hasta hace poco tiempo. 

Tal vez por ser mujeres, tal vez por ser peronistas, tal vez por esa exacta combinación de factores. Sí recordamos a los varones que cantan tangos, ¡y hasta escriben “La marcha”! Y sí se siguen agotando ediciones y reediciones de algunas antiperonistas acérrimas de la misma época en que Eguren y Granata escribían. Pero hay algo en esa fórmula. Poeta, mujer y peronista —y podríamos leerlas también como feministas de su tiempo, de alguna manera—. Fórmula que funciona como una alquimia especial, y que mantuvo sus versos bajo un velo, el manto de la invisibilidad literaria.

La historia tiende a repetirse, por eso no solo rescatamos sus poemas, sino que traemos otros, de escritoras peronistas actuales. En épocas donde la proscripción de ciertas palabras ya no parece cosa del pasado, sino un peligro futuro y latente, volvemos a invocar estrofas y contar las historias que quizás ya conocemos. Pero hay un disfrute especial en la poesía: la repetición, la rima, el ritmo, cantar un estribillo, volver a narrar lo que se sabe, como una anécdota o un chisme. Decir de nuevo, decir lo mismo, un dispositivo para refrescar los recuerdos al calor del abrazo de las amigas, de las compañeras, de otras poetas. Aprender un poema para recitarlo de memoria.

Algo de eso, imagino, disfrutaban todas ellas cuando Evita participaba de las peñas literarias donde se reunían desde 1950. Junto a las poetas, se sentaba a escuchar en el comedor del Hogar de la Empleada. Eva Perón patrocinaba este y otros eventos literarios. Además, financiaba la edición de las publicaciones de las asistentes. Y podían sonar poemas como este, de María Granata, celebratorios, casi rezos, alabanzas.

Da su fulgor tu corazón despierto
en cielo de humildad y dulcedumbre,
y es por la gracia de su amor tan cierto,
dichoso canto lo que fue quejumbre. 

Numeroso fervor tu sangre encierra.

La piedad con sus signos te señala. 


¡Oh dulce Eva Perón!, sobre la tierra
tu sombra tiene ya forma de ala. 
Hoguera azul tu diáfano desvelo,
sumada llama del dolor humano.


Llega hasta cada ser, en claro vuelo,
la paloma que nace de tu mano. 
Tu que conoces cuánta vida cuesta
cada latido, siempre estarás viva.
Tus preguntas el ángel las contesta,
diálogo de verdad definitiva. 

Con pureza que viene de la altura
das la felicidad como una rosa.
Entre los días tiempo que perdura.


Es ésa tu labor maravillosa. 
Hasta en el sueño velas y conoces
la táctica congoja, la esperanza
que dirige hacia ti todas sus voces
y embellecida realidad alcanza. 

Con qué sangre total, con que ardimiento
presente estás en venturosos dones.
Qué fortaleza la del sentimiento
que el corazón te llena de razones. 

Es ese resplandor que te circunda
perfecta imagen de esperado día.
La hermosura en ti vuélvese profunda
como el amor que tus afanes guía.
 

Pena de otros tu costado puebla.
Ajeno llanto llora tu mirada.
Atravesando ves dura tiniebla,
tu que estás por ti misma iluminada. ¡Oh dulce Eva Perón!,
toda memoria dichosamente guardará tu vida.
Vas hacia la poesía, hacia la historia,
por el ángel de octubre conducida.

Hay conceptos que claramente reúnen el peronismo y la poesía: pasión, amistad, jolgorio, compañerismo, sentimiento. No hubiera pensado en “éxtasis” como una de las primeras palabras que se vienen a la mente dentro de la lista. Pero, aunque para algunxs de nosotrxs cueste admitirlo, hay algo entre el peronismo y el mundo cristiano. Y, tanto en el poema original de Granata, como en el cover actualizado de la poeta contemporánea capitanx cuir, el éxtasis aparece. Título y eje. Y quizás podemos dejar por un momento a Dios de costado para pensar en el sentimiento extático como una clave de lectura útil para entender una trama dentro de la “poesía peronista”. Es eso que pasa cuando se ponen las patas en la fuente, cuando se brinda con vino en una peña, cuando se salta, todxs apretadxs, en una manifestación; cuando se besa en la fiesta de la unidad básica, se escuchan y recitan poemas o se llenan las plazas de todo el país —para despedir presidentas, para marchar y recordar, para celebrar nuestras conquistas, para exigir lo que hay que exigir—. Sí, quizás en esos momentos haya algo parecido al éxtasis. Un compartir, una exaltación, sentirse más grande que unx mismx, estar en y para una comunidad organizada. El pueblo que se celebra y se encuentra en su conjunto.

Reescritura de Éxtasis, de María Granata, por capitanx cuir

Lengua embebida en ti
es ahora mi cuerpo
del todo desasido
y sin otra envoltura que tus manos.


En mí te llevo como si cargara
turbada tu sangre.
Sales de mí
hacia el encuentro, batalla reciente,
y yo bebo y respiro
tu cansancio y el dedo de tu gozo.

Allí donde se forma
el color de tus brazos enlazados
gira el anillo impar que me contiene.
Nadie me nombra, nadie.

Soy tu vigilia
tu palabra, pequeña,
en el ardor cuando tu voz me llama.

Soy tu sombra y la mía,
soy un desprendimiento de tu abismo.
Allí donde comienza

capitanx cuir

Éxtasis, de María Granata

Lienzo embebido en ti
es ahora mi cuerpo,
del todo desasido
y sin otra envoltura que tu imagen.
En mí te llevo como si cargara
sobrecogida sangre.


Sales de ti
hacia el encuentro, génesis reciente,
y yo bebo y respiro
tu exhalación, la rama de tu gozo.


Allí donde se forma
el color de tus brazos enlazados
gira el anillo impar que me contiene.
Nadie me busque, nadie.


Soy tu vigilia,
me disuelvo, pequeña,
en la dulzura que tu pecho emana.
Soy tu sombra y la mía,
soy un desprendimiento de ti mismo.


Allí donde comienza
esa felicidad sufriente y bella,
voy a tu encuentro.


Me despojo de mí
con un sacudimiento
de aterrados manzanos.
Puedo en amor morir que seguiría
recorriendo la tierra con tus pasos,
en tus manos ahogada.

María Granata

Sin título, de Poshitsa

Nos montamos a trenes
colectivos
bicicletas
desde las 5 de la mañana,
trenes desde el oeste
desde el sur tan gris,
el puente.

Lugares recónditos,
las oficinas del microcentro.
Llevábamos remeras con su cara,
la ropa de trabajo,
la que tengo
la que más me gusta.

Las V de todos los colores,
de todos los tamaños,
de todas las formas.

Nos reconocíamos
en transportes colmados
cruzando miradas
y tomándonos las manos
como esa doña
que nos abrazó
diciendo
“vayan por mi,
que yo no puedo”
en ese momento
supe que
si ella estuvo ahí para nosotros,
yo tenía que estar ahí para ella.
Comodoro Py
fue mi 17 de Octubre.

Poshitsa

Tanto Poshitsa como capitanx cuir formaron parte Si Evita viviera, la “antología lesboperonista” compilada por Gabriela Borrelli (Editorial Puntos suspensivos, 2021). Imagino las peñas Eva Perón con un clima muy similar a las lecturas, cabarets y conversaciones que conduce una escritora como Borrelli, que seguramente no dude en reconocerse dentro de este colectivo peronista, feminista, poeta. Algo como el Poesía Ya! que empezó siendo un pequeño ciclo que circulaba por bares y se convirtió después en un festival de varios días en el Centro Cultural Kirchner (y ahí ya empezamos con los no casuales cambios de nombres a ciertos edificios y esperemos que no sigamos con la censura pública de mención de apellidos). De la misma antología forma parte también Eugenia del Carmen, correctora, poeta y productora cultural, platense, también lesbiana y peronista, que define a la lealtad como un sentir indisociable del afecto. Y sigue:

“La lealtad es una forma del amor. Lealtad son las compañeras. Ser leal es tener una voz que no es acomodaticia, que no se deja correr por las coyunturas desfavorables de la vida, que no se quiebra en la posibilidad de perder y que, al mismo tiempo, entiende que es una arena de conflicto y contradicciones, y eso tampoco la amedrenta ni le roba la posibilidad de amar; amar la conversación, ese campo caótico de existencias”.

Eugenia del Carmen también le dedica uno de sus poemas a María Granata, a quien reconoce dentro de su nómina de compañeras. El tiempo del afecto no las distancia, al contrario, las poetas actuales le dan la mano a aquellas de los años 40 y 50, para traerlas a las fiestas literarias de hoy.

Sin título, de Eugenia del Carmen a María Granata

Miranos, María. Cómo nos hacemos
sombra de tinta y casi no escribimos
la gesta de las diosas bestias humanas
el alimento que bebimos, alfileres
de su pecho. Un recuerdo, la lengua
reunión oculta de comer tiritante
aquello que se dice y no se puede
tocar. Deberíamos, por cierto,
por invisibles calles, María,
volver a la pregunta.

Vuelvo a la pregunta, entonces, como sugiere el poema, ¿Por qué los nombres de grandes poetas argentinas no resuenan con el mismo eco que otros? ¿A quiénes publican las grandes editoriales ayer y hoy? ¿Qué libros quedarán de estos años 2000, 2010, 2020? ¿Y cuáles dejarán de editarse y reeditarse? Sueño a veces con tiradas grandes de poesía peronista y popular, que llene los kioskos de diarios, que se repitan los festivales de poesía de entrada libre, con salas enteras, rebosantes, solamente para estar ahí, todxs juntxs, al calor de la lealtad. Leales a la poesía, al pueblo, a lxs descamisados. Reunidxs para escuchar de nuevo nuestros versos, para recitar los poemas de la memoria.