El 31 de marzo de 2018 era el cumpleaños de Morelia. Vivía en una casita precaria que había alquilado con Brian Huanca hasta que se separaron. Ella se quedó a vivir ahí con su bebé de dos meses. Esa noche, la beba estaba al cuidado de sus suegros y salió con una amiga a festejar su cumpleaños. Cuando volvieron a la casa, su ex pareja llegó hasta ahí y le pidió a Morelia que le abriera. Su amiga le pidió que no lo hiciera porque Brian era violento y le tenía miedo. Él se fue, pero volvió a los 15 minutos y se metió a la casa por la parte de atrás. Comenzó a discutir con Morelia en la cocina, mientras la amiga se estaba encerrada en la habitación. En una situación de forcejeo, Morelia lo empujó con algo punzante que logró agarrar en la cocina. Brian murió. El médico legista no constató todos los golpes que tenía Morelia ni la fiscalía tuvo criterio como para analizar el contexto de violencia que sufría ella. El Tribunal Oral en lo Criminal Nro 7 de Lomas de Zamora debe escuchar testigues y definir su absolución o condena.
Higui estaba acostumbrada a las palizas. Patadas por todo el cuerpo, el pantalón roto y el boxer también. “Te voy a hacer sentir mujer, forra, lesbiana”, le dijo Cristian Rubén Espósito. Ella no sabe de dónde pero encontró la fuerza para defenderse de la violación correctiva y grupal. Eva Analía de Jesús, a quien apodan Higui por René Higuita, el ex jugador y arquero colombiano, pasó mucho tiempo detenida. La atacaron por lesbiana, la encerraron por defenderse. Ahora el Tribunal Oral en lo Criminal Nro 7 de San Martín tiene que definir si la absuelve o la condena.
Tanto Morelia como Higui cuentan con el acompañamiento de organizaciones sociales. Tras el seguimiento del Frente Popular Darío Santillán y el CELS, Morelia logró el arresto domiciliario. Primero vivió junto con su familia y su hija. Luego, comenzó a trabajar como costurera y alquiló una casita donde vive con su niña. Morelia sigue detenida en su casa y está a punto de enfrentar un juicio por un conjunto de discriminaciones que el sistema de justicia proyectó en ella: es una mujer que se defendió, es pobre y es migrante.
El 16 de octubre de 2016 fue determinante para Higui, una vez más fue víctima de violencia machista en el barrio Mariló, en Bella Vista. Le habían tirado piedras, le habían robado la bici, le dieron unos puntazos en la espalda y le prendieron fuego la casilla en la que vivía. Huigui, después de defenderse quedó inconsciente. Ante el fiscal Germán Muñoz Weigel narró el hostigamiento previo, pero el agente judicial no consideró la legítima defensa. En el caso de Huigui, la campaña por su absolución es amplísima, desde sectores del movimiento lgtbiq, de los transfeminismos populares y futbolistas.
Para el sistema de justicia, la buena víctima es la que no vive para contarlo.