Sobre Imprenteros de Lorena Vega: narrar desde la mirada de la hija

En “Imprenteros” Lorena Vega recoge y expone trazos del drama familiar afectivo y económico como si armara un álbum de fotos para la posteridad, como si se tratara de un trabajo de cuidados que le corresponde, una tarea asignada históricamente a las mujeres: cuidar de todxs. 

Imprenteros cuenta la historia de una familia de gráficos que ya no puede volver al taller familiar, al que van a subastar luego de la muerte del padre. Es la historia de la familia de Lorena Vega pero a la vez es un relato en el que cualquiera que haya vivido en las ciudades argentinas durante los ’80, ’90 y 2000 se puede encontrar. En una de las Tesis de Filosofía de la historia, Walter Benjamin escribió que “articular históricamente lo pasado (…) significa adueñarse de un recuerdo tal y como relumbra en el instante de un peligro”. Algo de eso sucede en Imprenteros.

El instante de un peligro es 2018, cuando Imprenteros es estrenada por primera vez dentro del ciclo “Proyecto Familia” curado por Maruja Bustamante en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la UBA. “Cuando Maruja me invitó, yo me resistí bastante porque no tenía mucho tiempo y porque había dejado de lado mi trabajo como directora. Pero su insistencia me animó a asumir el desafío”, cuenta Vega.

El ciclo se trataba de una serie de variaciones sobre la familia, Lorena pensó en la línea paterna de su familia donde son casi todos trabajadores gráficos: abuelo, padre, hermano. “Tomé como escenario el taller de imprenta de mi papá y armé un recorrido a partir de los sucesos conflictivos que se dieron en ese espacio a lo largo de tres décadas”.

 

 

El teatro documental genera y trabaja con documentos y pone a la vista de todxs la ligazón entre las vidas intramuros y la vida colectiva, entre los aspectos personales y los aspectos políticos. En Imprenteros, Lorena revuelve el historial productivo de su familia en el Conurbano bonaerense, los momentos de bonanza económica ligados a la actividad de las PyMEs del barrio antes de la crisis del modelo neoliberal; la relación de dependencia con los dólares de la tía que se fue a Estados Unidos y volvió para pagar el cumple de 15 en 1990; el trabajo juvenil de Lorena como data entry para ahorrar también dólares e irse de viaje a Europa pisando los 2000. La historia familiar está punteada por el dinero y, a la vez, la sombra y el juego de luces que produce el dinero sobre las familias posibilita afectos.

El género se te queda pegado como un vestido mojado, escribió Teresa de Lauretis, te lo despegás del cuerpo y se te vuelve a pegar. No hay forma de contar sin género, así le pasa a Vega, que cuando quiso contar la historia de la familia no pudo hacerlo más que desde la mirada de la hija mujer.

Me quiero detener en la mirada de la hija como un lugar y una subjetividad que la obra recupera y legitima, frente a la bajada de línea paterna y patriarcal. ¿Creés que hay algo de esto en ‘Imprenteros’?

Absolutamente. Hoy día frente al momento histórico que estamos viviendo en relación al feminismo, me doy cuenta de que esa crítica hacia el patriarcado siempre estuvo en mí. Cuestionaba a mi padre, por sus dichos, por sus pedidos o propuestas que respondían a un discurso machista. Recuerdo que me dijo que iba trabajar con él de vendedora (eso fue en el año ’93) cuando yo tenía 18 años y me dijo: “Empezás el lunes. Venite vestida de promotora”. Le contesté: “Vos explicame lo más importante de lo que tenemos que ofrecer de nuestro trabajo. Cómo me visto lo decido yo”.

Hay también una lectura que podemos decir sociológica de la industria en el Conurbano, que repercute en la actividad de la imprenta, en el endeudamiento del padre, cuánto trabajo hay en los ’90, cuánto en los 2000. ¿Traer el contexto socioeconómico a escena es una decisión?

Es una decisión, sí. Pero pienso que tampoco lo podría haber hecho de otro modo. Creo que somos y hemos sido el resultado de nuestras condiciones materiales de trabajo. Tener o no tener trabajo define todo. A la clase obrera o trabajadora nos define la configuración económica y social que acontece en cada momento. Siempre tengo en cuenta de modo inherente en mi pensamiento el contexto político en el cual suceden las cosas.

 

 

En Imprenteros Lorena es la conductora de una conferencia sobre el drama familiar. Invita a actores y actrices que representan escenas del pasado mientras ella los dirige, muestra fotos del archivo familiar, el video de su fiesta de 15 (un momento de altísimo humor), hace entrevistas en video a uno de sus hermanos y a otro en el escenario. La presencia de ese hermano escénico es fundamental para conseguir el efecto de Imprenteros: estamos presenciando una intimidad. ¿Es un actor? ¿Cómo puede estar tan suelto? ¿Cómo Lorena convenció a su hermano gráfico de que haga esto?

La hermandad del triángulo Vega sostiene un estado anímico de ternura aun ante la crisis. En el instante de peligro surge ternura aun con un padre que se fue corriendo de su rol, que no quiso ni hacer las invitaciones al cumple de 15 teniendo una imprenta, que tenía deudas hasta con su hija; aun ante un padre despreciable aparece la comprensión. Porque entre las condiciones materiales y la afectividad, se adivina una correlación.

Lorena Vega recoge y expone trazos del drama familiar afectivo y económico como si armara un álbum de fotos para la posteridad, como si se tratara de un trabajo de cuidados que le corresponde, una tarea asignada históricamente a las mujeres: cuidar de todxs.

 

 

 

 

Imprenteros se presenta todos los sábados hasta fin de julio en el 
Centro Cultural Rojas.
El 22 de septiembre participa del Festival Late.
El 28 de septiembre participa del 35 aniversario del Rojas.
Y en octubre se presenta todos los jueves en Timbre 4.

Ficha técnica

Elenco: Sergio Vega; Federico Vega; Lorena Vega; Julieta Brito; Juan Pablo Garaventa; Lucas Crespi; Vanesa Maja y Mariano Sayavedra.

Espacio: M. Celeste Etcheverry

Vestuario: Julieta Harca

Iluminación: Ricardo Sica

Sonido y Música original: Andrés Buchbinder

Fotografía: César Capasso

Audiovisual: Gonzalo Zapico, Agustín Di Grazia; Franco Marenco; Andrés Buchbinder

Montaje en audiovisuales: Emi Castañeda

Diseño Gráfico: Petre

Web: Javier Jacob

Colaboración en movimiento: Margarita Molfino

Asistentes: Fabiana Brandán  y Santiago Kuster

Colaboración Artística: Damiana Poggi

Dramaturgia y Dirección: Lorena Vega