Viralizar la identidad no binaria

El decreto 476/2021 visibilizó oficialmente, por primera vez en la región, la identidad no binaria en el documento de identidad. Era un reclamo de distintos colectivos que exigían que el DNI deje de ser un problema. Sin embargo, para muchxs al decreto le faltó construcción de consensos sociales para acompañar el cambio cultural y una discusión política menos excluyente que tuviera en cuenta a más personas no binarias. “Debería cambiar la predisposición colectiva a encontrarse con las identidades trans”, dice Marico Carmona en este artículo en el que reflexiona sobre el tema desde su vivencia, comparte sus sensaciones tras el anuncio y destaca como histórica la apertura de un debate que necesita viralizarse: “que nadie se quede sin saber que el género puede cambiar e ir más allá de esas dos opciones”.

Entre contradicciones escribo y borro un intento de lo que pienso pero es más bien una fotografía de lo que me pasa. Trato de contar mi versión de las cosas que no es más que eso, mi versión de las cosas. Subjetiva y atravesada, aquí va: La siguiente nota está repleta de sentimiento y vulnerabilidad.

Mañana 11:30hs el presidente anuncia el DNI no binario” 

Por un tweet me entero de un hecho histórico que debería cambiar mi realidad y la de muchísima gente. 

Hecho histórico: fue lo que se me vino a la cabeza. 

Debería serlo. ¿No? Sí.

Son de esas cosas históricas. 

Horas después en la calle percibo algunas pocas miradas que caen sobre mi como diciendo qué histórico ¿no?. Sí. Algunas pocas miradas porque si bien histórico, poco masivo. ¿Poco colectivo?. No lo sé. Corre en mi cuerpo esa sensación como un confuso destello. Entre festejos repentinos me detengo a pensar qué es lo que me desarma de todo esto. Si hace mucho esperamos que el DNI no sea un problema. ¿Con esto dejaría de serlo?.

¿Qué debería pasar para que el DNI deje de ser un problema? En mi caso debería decir mi nombre y tener una foto de mi performance actual. El conflicto venía siendo que para cambiar eso había también que cambiar la partida de nacimiento. Decir que nací varón cis, ¡que tremenda mentira!. 

Ahora, a partir del decreto, podría yo borrar el “sexo” de mi partida de nacimiento y marcar con una x de incertidumbre mi documento nacional de identidad. 

En lo personal yo preferiría que mi partida de nacimiento quede así como está. Porque si bien seguramente en una realidad paralela más libre yo no hubiera nacido mujer cis, en esa me metieron y de esa yo salí entonces me gustaría tener ese registro. Me gustaría también que en el DNI la categoría sexo no esté más. O que esté oculta entre códigos de barras. Que se indique con un código largo e irrelevante. Eso me gustaría. Me haría sentir menos expuesto y por lo tanto más seguro. 

Más allá del plástico va este tema ¿no creen?

Debería cambiar la forma en la que la gente interpreta el DNI. Qué digo el DNI, ¡la identidad! Porque ven esto dicen aquello… y pum pam ¡tremenda sociedad binaria! Tanto, tanto, TANTO por hacer que me sorprende empezar por el DNI. 

Pero bueno… si eso proponen allá vamos. 

Debería cambiar la predisposición colectiva a encontrarse con las identidades trans: con los procesos identitarios personales y de otres, con los momentos definidos e indefinidos. Debería dejar de interpretarse a las personas trans como una otredad o una incógnita y empezar a descubrir que ¡están sentadas al lado tuyo! pidiendo la palabra. Debería haber otra empatía en general, pero sobre todo otro registro para que mi documento y mi identidad no signifiquen un problema. Más allá de los papeles.

A qué voy con esto. Bienvenido el repensar lo binario en el ámbito burocrático y administrativo. Inmenso desafío. Quizás me esperaba esto de otra manera. Con el colectivo trans más presente. Y no hablo de nuestras ausencias. Hablo de lo poco convocades a pensar en conjunto cuál es la mejor manera. Esperaba más integración a la hora de decidir. 

Ya sé lo que están pensando: ¡Qué idiota de mi parte el esperar todo eso! Porque esto y lo otro. Con todos los peros. Pero en el camino me quedo. ¿Pidiendo para existir?. Nuestra existencia es una incógnita. Profunda sinceridad de parte del gobierno al confirmarnos que somos esa incógnita. Pero esa incógnita tiene que ser mínimamente comprendida por la sociedad, no puede ser una incógnita y ya.

¿Sirve realmente un debate a puertas cerradas para abrir este closet burocrático que se interpone con nuestra identidad? ¿Es posible un cambio sin una red de contención, no solo de la comunidad trans, sino también de una sociedad que pueda proyectar más allá de la binariedad? ¿Será que cuando los acontecimientos históricos suceden desde cerca se sienten lavados e insuficientes? 

Es miércoles 21 de julio de 2021 y empieza el acto. Se anuncia el DNI. Por primera vez escucho a un presidente decir que el género no debería importarle al Estado. Hablamos de género pero el documento nacional de identidad lo escribe en términos de “sexo”, eso me llama la atención. Confunde los pronombres, confunde reiteradas veces género con orientación sexual. Invitan a pasar a personas no binarias como seres pasivos que reciben su nuevo DNI pero sorpresivamente estas personas hablan y manifiestan un punto en desacuerdo: “no todxs somos una x”, dice Valentine Machado. Se escucha desde lejos el reclamo, una locución lo tapa. Enuncian: “Argentina comienza a ponerle fin a una lógica binaria”.

Me quedo con un sabor agridulce. Por un lado toma forma una incomodidad que registro, no es solo mía, sino de muchxs compañerxs no bianrixs que nos sentimos no consultades y sobre todo no comprendides por este decreto. Al mismo tiempo siento la emoción de que por primera vez se hable de manera tan mainstream la posibilidad de identificarse con un género que no esté comprendido dentro de la binariedad hombre/mujer. Me gusta imaginar que alguien lo escucha por primera vez y suspira, como diciendo qué alivio.  Eso me interesa, me da hambre de más. 

Nos colocaron como sujetxs pasivxs en una discusión que protagonizamos. En un reclamo nuestro. Nos dijeron “tomen” sin entender la complejidad de lo que planteamos: sin que el sistema administrativo esté listo,.sin que la sociedad esté lista. 

No tengo respuestas, así como no las tengo con mi identidad. Una identidad construida a partir de la negativa: Binaria no. Mujer no. Hombre tampoco. Una identidad que no afirma pero si desarma afirmaciones. Una identidad que elige políticamente no afirmar ni encasillar en ningún lugar conocido. Sin embargo, una identidad que hace trámites y necesita trabajar. Una identidad que definitivamente no encaja en la parte burocrática de las cosas y hacerla encajar no es de un día para el otro.

¡Viva! (supongo). Por aquellxs que crecerán con más posibilidades de nombrar. Pero quiero nombrar. Quiero que nos sepan nombrar y que nos sepan tratar y todavía eso no sucede. Seamos sincerxs: no nos saben nombrar. No está escrita la palabra travesti en ninguna parte de todo el decreto. Con su paso fundamental por esta lucha a la que supuestamente se escucha y da lugar. La enumeración de identidades escrita en el DNU es un largo etcétera. Ese es el problema de esta X. Es una X que esconde falta de diálogo y capacidad para nombrar. 

El único hecho histórico que deberíamos mirar es la apertura del debate hacia toda la sociedad. Este mismo debate que es moneda corriente para quienes lo volvimos parte de nuestra identidad, para quienes trabajamos en la deconstrucción del mundo que nos presentaron. Este mismo debate que a muchxs se nos interpuso como una necesidad para entender qué nos pasa, quiénes somos. 

Un debate que necesita viralizarse.

Entonces: a hablar de lo no binario, a empapar los diarios, la tele, los espacios publicos y privados. Que nadie se quede sin saber que el género puede cambiar e ir más allá de esas dos opciones. Por nuevas infancias con más recursos para nombrar. Por más formas de representar la existencia y menos represión. Por más vejez trans. Por más momentos de registro y de concientización identitaria.