Cushamen/Quebrado

En Cushamen coinciden el disciplinamiento a las resistencias mapuche y de mujeres en un mismo espacio. En el gesto del Estado se esconde un mundo donde nuestras autonomías no tienen lugar.

En un gesto está supuesto el mundo. El gesto de Santiago Maldonado, desaparecido por protestar y manifestarse en apoyo al Pueblo mapuche, encierra un mundo. El gesto de Patricia Bullrich, jefa de la Gendarmería, otro. Esos dos mundos son irreconciliables y ahí donde intersectan es terreno de batalla. El mundo que proyectan los mapuche lista la relación de circularidad con la naturaleza; la propiedad comunitaria; los vínculos de paridad no jerárquicos; la construcción mítica de la tierra como madre-mujer; la organización política en base a una democracia directa; una noción de la lengua como corresponsable del mundo; una idea de identidad ligada al devenir histórico y no a las esencias; la aceptación de que todxs somos el otrx de alguien y el respeto de los pactos asumidos: por ejemplo, el de la preeminencia de la Constitución nacional.

En el mundo de Bullrich se habla con otro diccionario. En él la naturaleza es el reservorio de dónde extraer riqueza; la propiedad es privada, incluso cuando es estatal; los vínculos han sido naturalizados en los términos de las sociedades patriarcales, es decir que se respetan y reproducen las jerarquías; la tierra, el territorio, es el basamento físico de lo que se denomina “patria”, lugar yecto para y por los padres; la identidad nacional, sexual, racial, cultural es determinada por la biología, no por la historia; en esta lengua los otros son los extranjeros y es extranjero todo aquel que atente contra lo que se cree propio, contra ellos cae el pacto explícito que se tenía con el otro mundo: contra los enemigos de la patria está justificado desoír la Constitución Nacional. Y es lo que hizo Gendarmería.

La desaparición de Maldonado nos disciplina a todas quienes nos manifestamos contra ese mundo que Bullrich defiende. Que defiende Patricia y que defiende, también, Esteban, cuando dice que un aborto es equiparable a un femicidio. El derecho a la soberanía sobre las tierras ancestrales y el derecho a decidir sobre el propio cuerpo tienen en el gobierno neoliberal y conservador un enemigo común, ambas luchas en el fondo comparten un principio irreverente y libertario: que seamos autónomas.

Santiago Maldonado fue visto por última vez detrás de un río, acorralado por la Gendarmería en la comuna de Cushamen, al norte de la provincia de Chubut. A 37 km de ahí, en El Maitén, una médica residente, estudiante de la Universidad del Comahue, había garantizado en 2015 una Interrupción legal del embarazo a una chica que se acercó a la salita con problemas de salud para continuar el embarazo. En Esquel, a 160 km de Cushamen, hoy se está juzgando a esa médica por “Interrupción legal del embarazo, practicado por un médico abusando de su ciencia y arte”, a pesar de que la paciente murió por causas no relacionadas con el aborto, varios días después de la intervención y en otro hospital.

“Cushamen”, Departamento que incluye las localidades de El Maitén y Cushamen, significa “Quebrado”, en lengua tehuelche. En ese espacio donde intersectan los dos mundos, es que el Estado, brotado de resistencia conservadora, intenta doblegarnos y perdernos como potencia colectiva que busca con desenfreno su autonomía. Desaparecer a Maldonado, que protestaba porque se cumpla el derecho de los mapuche a tener soberanía sobre el territorio ancestral, defendiendo así a las corporaciones internacionales; enjuiciar a la médica residente que garantizó el derecho de una joven a decidir sobre su propio cuerpo, jerarquizando así la visión de la gran corporación internacional católica, son las pinzas quirúrgicas que operan en ese lugar diminuto que es Cushamen, que significa “Quebrado”.