Y yo me muevo así
Cuando tú estás cerca de mí
Y el reggaetón me pone así
Así que tócame, tócame, tócame, tócame aquí
(Tócame, Anitta ft. Arcángel)
¿Qué pasa cuando un músico, un ídolo, una persona influyente en la cultura popular latinoamericana dice qué tipo de mujer es respetable, quiénes son “damas” y por qué las que muestran el culo en Instagram no lo son? Se arma. Y se armó.
Arcángel, uno de los máximos referentes del reggaetón boricua, subió unas stories porque estaba enojado con una única mujer, pero lo que hizo fue acusar y sentenciar a todas: las que muestran el culo son putas que no merecen respeto, las trabajadoras que se quedan en casa son damas. Estalló el machirulómetro.
Anitta fue la primera en contestarle, le siguió Cazzu con una masterclass en sus stories, Kali Uchis salió con un lanzallamas y terminó en Alejandro Sanz con una propuesta que fue muy bien recibida. Pero… ¿por qué esto es importante?
Ante la falta de respeto, las jefas del trap, rap, reggaetón latino salieron en bloque a defender el derecho a hacer del cuerpo propio lo que se nos dé la gana. A demostrar su poder, porque lo tienen y lo están usando en la defensa de la libertad y el respeto de todas. Como dijo Cazzu ayer, reproducir este tipo de discursos de violencia hacia las mujeres no sólo es machismo, determinar qué mujer es respetable y mujer -y su cuerpo, su voluntad, su vida- no lo es termina en muerte, en femicidio.
Va mucho más allá de si es hipócrita o no que un reggaetonero que hace videos con mujeres en culo después se queje de eso, lo que está en juego en la forma de validar una violencia en un continente donde la violencia machista mata a tantas mujeres, lesbianas, trans y no binaries a diario.
Arcángel las llamó a cada una de ellas, pidió ser educado, recibió las explicaciones y después subió unas stories pidiendo disculpas. Cortas, flojas, ridículas. ¿Importa eso? Bueno, es un gesto, un acercamiento. Es más interesante que el punitivismo de cancelarlo, pero falta, sigue quedando claro que algunos hombres están a años luz de la realidad y el papel que se les pide, que les exigimos.
“Es repugnante saber la cantidad de reggaetoneros que nos odian por tener el poder de encontrar nuestro amor propio”, dijo Kali Uchis en unas stories bilingües que terminaban con un “crece o muere”.
¿Lo mejor de todo esto? Que a pesar de los riesgos, de lo que significa alzar la voz en un mercado regido por varones, tres mujeres líderes, seguidas por tanta gente, por tantas adolescentes y chicas a lo largo y ancho de Latinoamérica, se hayan plantado ante estas declaraciones que propagan odio y representan una amenaza directa contra la vida de las mujeres y niñas. Incluso cuando no iba dirigido a ellas. Incluso cuando ponen en riesgo su carrera. Lo mejor de todo eso es el ejercicio de su poder para poner un límite.
Bien seguido en la escala de valores, la discusión en las redes muestra que la constitución de los ídolos es más enclenque que en tiempos pasados. Arcángel será uno de los más exitosos en el reggaetón, su música seguirá sonando en las pistas, se perreará con pasión ese “Tócame” con Anitta, y también se sabrá, con mucha más precisión que antes, qué clase de varón es. ¿Eso es un ídolo? No, sólo son músicos. Tal vez los feminismos hayan cumplido ese deseo punk de kill your idols de la manera más hermosa posible, perreándolos entre nosotras.