João Pedro Stédile es economista y uno de los referentes históricos y fundadores del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST), uno de los movimientos sociales más potentes de Latinoamérica y el mundo. El MST surgió como una organización campesina que lucha por la reforma agraria y desde hace tiempo disputan espacios en la política tradicional. Formaron parte de la coalición que dio su apoyo a la candidatura de Lula Da Silva y en estas elecciones obtuvieron seis bancas de diputadxs federales y estatales. Con los resultados de la primera vuelta, hablamos con él sobre el Brasil que se viene y los desafíos para la región desde el progresismo.
– ¿Qué evaluación hacés de los resultados de la primera vuelta?
Claro que toda la militancia esperaba que pudiéramos ganar en la primera vuelta, pero Lula hizo los votos que estaban apareciendo en las encuestas. La novedad de esta elección fue que la derecha brasileña concentró todo su esfuerzo en Jair Bolsonaro. Entonces, llegamos al segundo turno con una situación más equilibrada. Pero aún así, Lula está por delante con 6 millones de votos que Bolsonaro no va a recuperar y la mayoría de la gente que votó a Simone Tebet (Movimiento Democrático Brasileño) y Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista) ahora van a votar a Lula. Y tenemos mucha fuerza en el noreste, donde los gobernadores que se eligieron seguro que van a poner mucha fuerza para ampliar aún más la diferencia a favor de Lula. Así que estamos tranquilos. Lula va a ser el próximo presidente de Brasil.
– Hubo una enorme cantidad de personas que no fueron a votar en la primera vuelta. ¿Qué expectativas hay sobre esos votos?
Eso es normal en Brasil siempre. Los 30 millones que no fueron votar están dentro de la media histórica, eso no es la novedad y no va a ser eso lo que se va a alterar. Quienes no fueron a votar en primera vuelta no van a ir a votar en la segunda. Así se comportan, son lo que nosotros llamamos “analfabetos políticos”. Ellos no se interesan por la política, ya sea por la edad o por mil y unas ideas que tienen. Entonces, nuestro foco no está en ellos. Nuestro foco tiene que ser Río de Janeiro, San Pablo y Minas Gerais. Tenemos que hacer un trabajo de convencer a la gente de que más que una elección estamos entre dos proyectos políticos: seguimos por el camino de los neofascistas que van a llevar a nuestro país a una tragedia o empezamos a construir un nuevo proyecto para sacar el país de la crisis económica, de la crisis social, de la crisis ambiental y de la crisis política. Porque la gente ya no cree en los políticos por acá.
– ¿Cómo se explica a los sectores populares que apoyan a Bolsonaro, que es un candidato que se expresa de manera racista, xenófoba, machista?
El poder que ellos tienen, como parte de la burguesía, es que tratan de cooptar el pensamiento de los pobres. Ya sabemos que la clase dominante es dominante porque domina la cabeza de los pobres y cuanto más pobres, más rehenes de los que mandan. Entonces Bolsonaro pudo hacer algunas políticas en el último mes que ilusionó a muchos pobres. Hay también un seguimiento de la iglesia evangélica que actúan con esos pobres que la Iglesia Católica abandonó. Entonces, algunos pastores de derecha y Bolsonaro tienen influencia sobre esos pobres. Y las redes sociales que siguieron utilizando con Fake News, no con la fuerza que hubo en 2018, pero sí lograron influenciar. Y aquí en Sao Paulo, en Minas Gerais, que fue donde desequilibró un poco, donde Lula no hizo lo que pensábamos. Es porque ellos tienen todavía una máquina partidaria representada por los partidos de derecha, por las alcaldías, y ellos se movieron y cada alcalde convence a sus pobres ahí, que los tienen como si fuera un corral electoral. Y eso fue la explicación de por qué muchos pobres siguieron votando mucho.
– ¿Eso todavía se puede revertir?
Sí se puede, pero no tanto porque es gente que quiere votar en él. Pero sí podemos cambiar el cinco por ciento, pero no es un cambio general que pueda generar otra ola. Yo creo que con Lula tenemos que garantizar los 6 millones a más que tenemos, porque Bolsonaro ya llegó a su techo con todas las armas que utilizó. Eso es el máximo que él puede llegar. Por eso es que las encuestas daban 37 y el tipo termina con 43. Más de eso no va a pasar. Entonces nosotros tenemos que garantizar un 6 y ampliar en lo que se pueda.
– ¿Cuál es el análisis que hacés sobre cómo queda compuesto el Congreso? Porque se radicalizó para el lado de la derecha. Pero también aparecen nuevas resistencias, como la representación del MST.
El Congreso sale con una foto de lo que imaginábamos. De un lado a la derecha, que produjo esta crisis. Y de otro lado, los diputados y senadores que eligieron estar más vinculados a la izquierda y con la idea clara de defender un proyecto alternativo para el país. Así que la pugna de los dos proyectos va a ser aún más dura durante los cuatro años en el Congreso. Pero ojo, nosotros tampoco estamos contando cuántos diputados, cuántos senadores. No es ahí que ocurre la correlación de fuerzas en las sociedades capitalistas. Lo que puede alterar pro Lula para hacer los cambios que hay necesidad en la ley es que nosotros, de los movimientos populares tenemos que, desde luego, impulsar luchas de masas para que en el próximo año ahí sí se forme una ola de reacción del movimiento. Sólo el movimiento de masas puede alterar la coyuntura política del país y del Congreso.
–Hay una distancia muy grande entre la política más tradicional y lo que pasa en las calles, en las barriadas, en las favelas. Eso se observa con los votos. No solamente en Brasil, sino en otros países de la región. De alguna manera, se observa un divorcio entre las demandas de los pueblos y los gobiernos latinoamericanos en crisis…
Claro, ellos hacen todo tipo de manipulación. Por ejemplo, en el Congreso actual. Los tipos manipulaban 5 mil millones de dólares por año en dinero que los diputados utilizaban de los recursos públicos del presupuesto y los tipos lo aplicaban en lo que les daba la gana. Pero digo más, Bolsonaro hizo un decreto transformando el destino de esos decretos en sigilo absoluto por 100 años. ¿Qué dijo Lula? La primera cosa que voy a hacer es romper el sigilo y más. No voy a probar que esos recursos de tal magnitud puedan ser utilizados por los parlamentarios. Entonces, con eso tú quitas el poder económico que los parlamentos parlamentarios utiliza en esos vacíos que es en realidad una forma de corrupción, porque los tipos llegan ahí, a los municipios, a rebasar los recursos para cualquier cosa y el alcalde o quién va a invertir se queda comprometido a devolver una cierta cuota para su campaña. Eso va acabar.
– Detrás de la candidatura de Lula hay diez partidos que lo que apoyaron, más de diez partidos y movimientos sociales, entre ellos el MST. ¿Por qué el MST apoyó la candidatura de Lula?
La Alianza no es partidaria. Llegamos después de cuatro años de una crisis terrible en la economía, en lo social, en lo ambiental…teníamos que articular fuerzas para cambiar. Y las fuerzas en realidad no se articularon por siglas. Lo que hubo en Brasil es que fue necesario comprender el comportamiento de las clases sociales. La burguesía que en 2018 apoyó unitariamente a Bolsonaro, ahora está dividida. Parte de ella sigue con Bolsonaro. Parte quería la tercera vía y parte está con Lula. Entonces la burguesía cambió su comportamiento. Y claro, la burguesía entonces orienta sus políticos, orienta sus partidos. Entonces hay otro tipo de comportamientos. ¿Y la clase trabajadora? Lo mismo ahí donde nosotros estábamos divididos. Ahora todas las mediaciones de sindicatos partidos están con Lula. Entonces, el MST frente a esa crisis, aunque nuestra vocación es luchar por reforma agraria, luchar contra el latifundio, nosotros no nos queda otro camino que fortalecer la alternativa política, porque no hay cambios en la política. No habrá un cambio en la agricultura, en la reforma agraria, en la política para los campesinos.
–Recién mencionabas la reforma agraria. Quisiera que nos expliques cómo se movió el agronegocio en los años de Bolsonaro en el gobierno.
Aquí en Brasil hay tres modelos que disputan la agricultura y la naturaleza. El primer poder es el latifundio, no como sinónimo de la palabra, sino de modelo del mundo. Acumula riqueza depredando la naturaleza, se apropian de los bienes comunes de forma privada. Ese sector estaba alejado del gobierno en Lula, en Dilma. Ahora ese sector llegó al centro del gobierno, tienen dos ministros. Luego está el modelo del agronegocio, que ustedes en Argentina tiene muchos. El agronegocio, que es un modelo del capital que utiliza semillas transgénicas, agroquímicos, agrotóxicos, pero producen commodities para exportación. Aquí son maíz, caña de azúcar y etanol, algodón y producción agropecuaria bovina extensiva. El modelo de agronegocio estuvo presente en el gobierno Bolsonaro, pero dividido. Una parte se aisló de Bolsonaro porque los ataques ideológicos que Bolsonaro empezó a hacer contra China, contra Europa.
–No les era conveniente…
No les era conveniente y de hecho pone en riesgo el mercado externo para ese agronegocio. Entonces, una parte más inteligente del agronegocio se aisló de Bolsonaro y apoya a Lula. Y el tercer sector es el modelo de los campesinos de la agricultura familiar, donde la gente trabaja con la familia y se dedica a producir alimentos para el mercado interno. ¿Qué pasó con Bolsonaro? Bolsonaro atacó ese sector y el MST hace parte del sector porque cuando tú luchas contra el latifundio para repartirlo, lo que resulta de ahí, de la reforma agraria es que tú fortaleces más familias familiares que se dedican a la agricultura. Entonces Bolsonaro combatió y no solamente nosotros los campesinos, a los pueblos indígenas, siempre nos dio paliza y yo creo que con la victoria de Lula el latifundio será combatido. Lula seguirá con una conciliación a la agronegocio, quizá pidiendo que no se dedique tanto agrotóxicos, pero con Lula va a volver con fuerza la agricultura campesina y familiar.
–¿Cuál es la importancia que hoy tengan desde el MST una representación de seis legisladores en el Congreso?
El MST siempre participó de las elecciones y en cada estado siempre elegimos de la izquierda qué vamos a votar y siempre elegimos, digamos, un diputado federal y uno dos estaduales en cada estado. Esa política siguió. Pero la novedad de ahora, como estamos más involucrados con política partidaria, es que algunos de nuestros dirigentes, por una correlación de fuerzas local o por su vocación, se lanzaron como candidatos. Y claro, el MST puso esfuerzo. Entonces estamos muy contentos con el resultado, porque no se trataba solo de poner a alguien con la gorra roja en el Congreso. Se trata de que el MST utilice su fuerza social para fortalecer la izquierda. Y eso lo hicimos.
–El mundo está mirando estas elecciones en Brasil porque son bisagra en este mapa geopolítico en el que avanzan los fascismos. ¿Cuál es la importancia que tiene para la política internacional este proceso electoral?
La elección de Lula frente a ese escenario de crisis mundial, de la guerra de Ucrania, de la decadencia de Estados Unidos, va a cambiar la correlación de fuerzas. Primero, porque Lula ya se comprometió, va a poner mucha fuerza en fortalecer los BRICS y tratar de transformar los BRICS, un grande del sur global. Ojalá Argentina entre pronto, pero queremos que entre Colombia y entre Venezuela, que entre México… son grandes economías de aquí, de África que entren Congo, de Asia, que entre Indonesia. Y ahí se podría armar un bloque económico para hacer frente a los intereses del capital de Estados Unidos. Y ahí también Lula ha avanzado de que los BRICS tienen que fortalecer más su banco, que por ahora es un banco muy burocrático. El banco de BRICS se contrapone al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional que está ahí jalando a ustedes en Argentina. Entonces con el banco del BRICS ustedes pueden mandar el Fondo Monetario Internacional a la mierda porque tiene alternativas para los flujos cambiantes. Y también Lula ha hablado que va a poner en la agenda de los BRICS, la necesidad de una nueva moneda para el sur global. Con Lula se completaría un ciclo del regreso del progresismo. Como dice ustedes en el continente latinoamericano ya tenemos Andrés Manuel López Obrador y ya tuvimos la victoria de Petro, ya tenemos la Cuba y Venezuela resistiendo con lo que puede y aquí más al sur, Brasil, Argentina, Chile, podremos ayudar a Perú, a Bolivia y todos los mecanismos latinoamericanos serán recuperados, como la Unasur. Se ha hablado aquí incluso de que el Mercosur debería ser transformado de todo América del Sur y no solo del Cono Sur, para que se transforme también un bloque latinoamericano para la economía. Y eso sería fantástico, así como el Banco del Sur, así como fortalecer el CELAC, que sería una opción, una alternativa a la OEA. Y eso podemos pedir a la OEA que no salga más de Estados Unidos porque tenemos una alternativa. Así que estamos ansiosos y tenemos buenos cuadros para la política. Yo creo que ahí sí van a haber cambios inmediatos en la correlación de fuerzas, porque para los problemas internos eso va a tardar más tiempo, porque la crisis es dura y ustedes de la Argentina saben como es dura superar la crisis.
–Me lleno de esperanzas con todo esto que me decís, pero veo también un panorama bastante hostil en los entramados culturales y sociales, todos los discursos de odio que circulan en la sociedad. Y hay puntos en común entre Brasil y Argentina, y en toda la región de todo lo que desatan estos nuevos fascismos. Cómo combatir esas narrativas que están, esas narrativas y ese odio que ya está suelto en la sociedad y que está presente entre nosotros y nosotras.
El mundo está padeciendo una grave crisis que es del capitalismo, no es de los gobiernos. El capitalismo ya no logra organizar la producción y la distribución de bienes para atender las necesidades de la gente. Y frente a esa crisis, ¿qué pasó? La socialdemocracia está derrotada porque desde el neoliberalismo abandonaron el Estado como agente económico para cuidar de la gente. Y frente al fracaso de la socialdemocracia emergieron los neofascismos de Europa, de Trump en Estados Unidos. Y aquí en Latinoamérica, ¿cuál es la salida para eso? Será de largo plazo, pero estamos seguros que será de superación del capitalismo. Para eso, como Dios existe y la dialéctica nos ayude, necesitaremos grandes líderes internacionales que puedan entonces poner sobre la mesa esa agenda de cómo resolver los problemas de la gente. Y para eso vamos a ver el proceso período. El presidente posiblemente se va a reelegir en octubre. Lula es un gran pensador, es un sabio, es más que presidente de un país y él tiene toda influencia en Asia con la Ruta de la Seda. Frente al otro período donde teníamos a Fidel, a Chávez, a los Kirchner, ahora creo que Lula tendrá un rol internacional muy importante, como una voz que ponga sobre la mesa una agenda que discutamos, superar el capitalismo aunque se tarde. Pero la decadencia del imperio americano ya empezó.
Entrevista realizada en el marco del programa SIC. Periodismo textual, que se emite los viernes a las 21 por la TV Pública Argentina, con la conducción de Flor Alcaraz y Luciano Galende.
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