“Un violador en tu camino” recorrió el mundo y se transformó en un himno feminista para poner en el centro la cultura de la violación como un problema estructural. También, como acto político marcó un hito más en la genealogía efervescente de los últimos años para la región. LasTesis son artistas pero también una especie de traductoras y divulgadoras de la teoría feminista. Eso se propusieron en 2018 cuando empezaron a juntarse Sibila Sotomayor, Dafne Valdés, Paula Cometa Stange y Lea Cáceres. Todas estaban vinculadas a través de Sibila que las unió “como el tolueno”, como un pegamento que hizo de las cuatro, una sola. Cada una venía de una disciplina distinta: desde sonido y artes escénicas, pasando por diseño e historia, hasta llegar a vestuario. Desde entonces, en estos tres años, no pararon de intervenir, se volvieron virales pero su trabajo sigue siento el mismo: tomar textos, discutirlos, desmenuzarlos y ponerlos en juego desde la intervención artística: perfomance callejeras, vídeos y ahora publicaron Quemar el miedo. Un manifiesto, su primer libro que llega a la Argentina y México, entre otros países de la América Latina y el Caribe. LatFem habló con Lea Cáceres.
—¿Pensaron al libro como una nueva performance?
—Sí, claro. Cuando trabajamos en el libro le dedicamos harto de nuestro tiempo. Harto de todo lo que somos, porque ninguna es escritora. Entonces acá estamos improvisando hacer muchas cosas. Creo que la recepción de parte del usuario ha sido bastante buena. El único tema es que a Chile todavía no ha llegado. Pero nos alegra muchísimo la recepción que está teniendo porque fue un arduo trabajo.
—Decís que el libro no llegó a Chile y la editorial que lo publica es de México, hay algo ahí para pensar sobre qué pasa al interior de nuestros países donde muchas veces el impacto de las acciones feministas siguen siendo subestimadas….
—Es súper bacán lo que tú lo menciones porque en términos locales y especialmente en Valparaíso y en Chile, ha sido complejo todo para nosotras. En realidad la mayoría de los contratos llegan desde el extranjero y no creo que haya una mayor valorización del trabajo en el extranjero. No creo que sea eso, pero sí tiene que ver con los recursos, ¿cachai? Tiene que ver con las limitaciones del recurso. Y tiene también que ver con quién está interesado en editar este tipo de trabajo. Es complejo este tema porque yo me lo cuestiono. Es como que no hay interés entre los nacionales con sus propios trabajadores. Nosotras hemos recibido muchos tipos de galardones de cualquier otra parte del mundo, menos de Chile. Y es doloroso a ratos… como un tanto terrible.
—Me interesa hablar de algo que ustedes mencionan en el libro, ya el nombre de su colectivo tiene esa intención, ese gesto de traducir la teoría ¿sienten que históricamente hubo un divorcio entre la academia y los feminismos populares o más territoriales?
—Para mí, que soy una persona que no viene de la academia, interiorizarme en feminismo desde la literatura ha sido complejo por lo mismo que tú mencionas. Encuentro que la literatura feminista, en general, es segregada, porque está más asociada a personas más academicista…tienen un bagaje de vocabulario y de forma de expresiones que vienen desde la academia…Por ende son más difíciles de comprender allí dónde queda esta población flotante, que es la que no accede a ese beneficio, ese privilegio, de la academia.
Cuando quise interiorizarme en la literatura feminista lo hice con un diccionario al lado porque yo me vinculé con el feminismo desde un lugar más artístico. Entonces el desafío es cómo hacemos el traspaso de un lenguaje, que igual suele ser segregado en ciertos momentos…Nosotras lo llevamos al cuerpo desde el cuerpo, a la performance y desde la performance al libro. Fue una depuración que fue compleja. Al principio una de las primeras alertas del editor fue: “Esto se está volviendo muy academicista y no va a poder llegar a todo el mundo”. No es solamente una cuestión de lenguaje sino también de brechas territoriales. Pienso en Valparaíso. Vivimos en una ciudad en constante olvido territorial, o sea, empobrecida cada vez más por la pandemia, cada vez más gente viviendo en situación de calle.
¿Quemar el miedo puede llegar a un lector más amplio? Yo creo que sí. Está pensado para un lector más amplio. Claro que hay informaciones que tal vez a veces suenan tanto más serio pero igual me gustaría que se conectarán con este libro a través de la experiencia de cuatro personas que venimos desde un territorio que ni siquiera está en el centro de la ciudad. Somos de un pueblo muy pequeño en el semicentro, que tampoco es más norte que centro Valparaíso. Venimos de un pueblo en donde ser artista es cada vez más complejo. Es complejo vivir del arte. Yo espero que el libro sea una experiencia para el lector en donde lo pueda sumergir y lo pueda asociar a sus mundos, que no sea algo tan lejano. Porque también es bacán y por eso somos un colectivo que hablamos desde el nosotras en el libro porque las que hablan en el libro somos nosotras desde una perspectiva individual, también.
—¿Quiénes son ese Nosotras que mencionan en el libro además de ustedes cuatro?
—Y desde la perspectiva individual somos cuatro mujeres con distintos orígenes que intentan a través de metodología que es el collage, ensamblar distintos puntos y ojalá poder conectar con alguien. Yo soy hija de emigrantes que se fueron a Estados Unidos, tuvieron un largo trayectoria, son espaldas mojadas, ¿cachai? Entonces sí puedo conectar con esos procesos migratorios. Hay partes que escribí en el libro con distintas realidades, que finalmente yo creo que eso es lo bello también. Por eso también lo de nosotras.
—En el libro dicen que todavía las feministas estamos peleando por el “derecho a la aparición”, que es algo de lo que también habla Judith Butler y que sirve para analizar los últimos hitos feministas de la región: desde Ni Una Menos en Argentina, Vivas Nos Queremos en México, la participación feminista en el estallido en Chile y la lucha por el aborto legal, entre otros….
—La viralización de “Un violador en tu camino” ha sido un tema bastante complejo porque fue pasar de un día que nadie te conoce y estás peleando por estos lugares de enunciación y luego lo tienes todo. Es una dualidad extraña, porque de comienzo es bacán para la palabra del feminismo. Pero no deja de ser peculiar, no deja de ser inquietante y que a ratos nos quieren tratar como un como un producto y no somos un producto. Somos seres humanos. O sea, detrás de todo lo que creemos hay alto contenido de estudio, de leer, de conflictuar, de estar en desacuerdo, de estar en acuerdo, de buscar el equilibrio, de buscar eliminar la jerarquía patriarcal desde nuestro propio trabajo interno, ¿cachai?
Ha sido gratificante exponer el aporte que es nuestro trabajo. Es interesante porque es muy de esta época, es muy de ahora. La primera puesta en escena que nosotras hicimos es una obra muy así como caracho, como cuando la banda se junta y empieza a ser una cosa muy punk y muy improvisada. Pero resultó porque fue bulliciosa, porque contiene un poco de la visualidad de su época, de su territorio.
Que esto sea tan coincidente en otros mundos, en otros países, en otros territorios, es feliz y triste al mismo tiempo. ¿Tan mal estábamos que era necesario como señalarlos así, no?
Incluso a veces nos dicen “ustedes no se qué ola del feminismo son”… Y es como ¡puta! que pena que todavía tiene que haber un golpe porque el feminismo esté más vigente, cachai?
—Hablando de productos…hace poco una canción de la cantante ecuatoriana Dayarana hace una especie de ¿homenaje? ¿remix? de “Un violador en tu camino” en su canción “El desquite”, ¿la escucharon? ¿Qué les pareció?
—Todavía no nos referimos, pero ha sido muy mediático. Desde la voz del colectivo feminista sé que ha traído harta inconformidad. Ha sido a ratos doloroso para ciertas personas, o sea, para ciertas compañeras más que para mí. Yo lo que veo es que es vulgar y no tiene gran pensamiento detrás. Es como tergiversar una canción que es un recuerdo, es una reivindicatoria al espacio que hemos perdido y que además no tiene nada que ver con áreas relacionadas con la sensualidad. No porque la sensualidad sea algo malo.
Esto que pasó es triste, es poco creativo. Te puedo decir que es de una persona superficial que no tiene mayor búsqueda ni cuestionamiento del mundo, ¿no? No encuentro que tenga mayor relevancia. Es algo que deja de ser interesante desde el momento en que ya te trepas de algo que primero ni siquiera es nuestro, porque ya ni siquiera de LasTesis, es del mundo y que sea tratada de esa forma tan vulgar nos es perturbador. También pienso cómo mediáticamente logró lo que tenía que lograr. Ha tenido mucha publicidad. Entonces ahí está el filo, ahí es lo que hablamos. De vuelta a lo del capitalismo. Somos cuatro mujeres humanas que trabajamos y ahora tenemos mucho más trabajo que antes pero no ganamos más dinero que antes y la demanda es la demanda…
Algo que hizo que tantas mujeres de todo el mundo salieran de la comodidad de sus casas… Así de tan mal estábamos que prefirieron salir de sus casas las turcas y las tomaron presas. En la India, tantos cuerpos que decidieron salir a hacer esto y tú? Y tu lo quieres llevar a este plano. ¡Qué pena!
Nuestro desafío es poder generar un contraataque dentro de este sistema que tenemos claro que es el capitalismo. Nosotras tenemos nuestros límites: por ejemplo, no salimos en televisión. No porque no creamos que en televisión hay una audiencia que necesita saber de feminismo, que necesita tener otro contenido. Pero es porque la televisión tergiversa todo. Por lo menos la mayoría de los canales acá en Chile son de propietarios, personas con poder económico, con poder político. Entonces no nos interesa, ¿cachai?
—El próximo 11 de abril se elegirán a las personas que, conformando una convención, tendrán a su cargo elaborar y proponer a la ciudadanía una nueva Carta Magna para Chile. ¿Cómo viven ustedes este proceso político que también es observado por el mundo porque será por primera vez en el mundo un órgano paritario el que construya la nueva Constitución?
—Nosotras tenemos un convencimiento de que la política institucional debe morir, debe desaparecer. Pero en fin, todavía hay convicción de que desde la política, desde esa área, es la misión. Sabemos que nos podemos imaginar otra sociedad de forma distinta, otras formas de organizar. En Chile todavía tenemos una Constitución de la dictadura. Es demasiado soñador, muy utópico creer que desde dentro se puede hacer algún cambio. Como así tenemos claro que toda mujer feminista y disidencia que está ahí poniendo nuevamente su energía para algo -que para mí es una crónica de una muerte anunciada- a nosotras no nos queda más que apoyar y agradecer porque se está ahí porque se necesita. Pero si esto no es paritario, sin la Constitución no es feminista, entonces, ¿qué va a ser?
—¿Y ahora qué sigue para ustedes?
—Seguimos trabajando. Ya tenemos una tercera puesta en escena que se estrenó el 7 de marzo que fue arduo trabajo creativo. Seguimos reuniéndonos, empezamos a analizar textos, elegir textos, desmenuzarlos, llevar os desde la teoría a la práctica. Millones de cosas que pasan antes de llevarlo a la práctica. Y esta práctica, de esta tercera puesta en escena se llama Resistencia o la reivindicación de un derecho colectivo. Lo interesante y lo bacán de esto es que sólo se conforma con otras corporalidades. Es una convocatoria. Entonces ya no somos las cuatro, sino que sólo es si hay más gente. Nos inspiramos en las dinámicas de los conciertos, en desfiles de modas y en distintos elementos que nos fuimos inspirando para hacer una secuencia de cinco escenas en donde estuvieran estas atmósferas del terror. Porque todo es muy corporal, este mundo post pandémico, esta violencia en Chile donde te ciegan por salir a protestar. Y además tiene una propuesta de color. Entonces tiene harta información, fue harta pega y fue harto cariño puesto, así que yo creo que estamos en seguir trabajando en lo que nos compete que es el arte. Porque más allá que ahora seamos personajes públicos, nosotras trabajamos y nuestra trinchera siempre ha sido desde el arte, o sea, en la forma en que sabemos como comunicarnos, que se nos da mejor también comunicar y crear conciencia popular raspé que hasta que se acabe.
Espero, simplemente, que en Chile la sociedad que ya despertó no vuelva a retroceder ya. Una vez más, como que la historia es cíclica una vez más u otra oleada feminista. Y esto también es lo que venimos. O sea, por ejemplo, Argentina fue mi máximo ejemplo hace años por la fuerza popular, por dejar de pedir permiso y dejar de andar pidiendo un pequeño espacio. Ustedes en Argentina son el futuro.