Fotos: Sol Avena
En enfoque artístico y literario de Susy Shock no sólo desafía las normas convencionales, sino que también invita a la reflexión sobre una construcción colectiva de la identidad y la diversidad. A través de su obra, Shock utiliza la poesía y la música como herramientas para cuestionar y deconstruir las estructuras patriarcales y heteronormativas que predominan en la sociedad.
La reciente presentación de su libro La Loreta/Pibe Roto en la última edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es un testimonio de su compromiso con la creación de espacios inclusivos y de representación. Al explorar los orígenes de sus relatos, Shock comparte su trayectoria como escritora, destacando la importancia de articular experiencias vividas y luchas colectivas en su narrativa. Su trabajo no solo busca entretener, sino también provocar un cambio significativo en la forma en que se perciben y se representan las infancias y juventudes diversas.
En su diálogo con LatFem, se percibe la urgencia de transformar el presente a través del arte. Susy Shock invita a la comunidad a unirse en este camino de resistencia y creación, demostrando que el arte puede ser un vehículo poderoso para la transformación social y la reivindicación de derechos.
¿Cómo surge el libro La Loreta/Pibe Roto?
— La Loreta es un personaje que yo vengo trabajando en mis canciones y en relatos anteriores sueltos. Santiago Khan, editor de La Parte Maldita, tenía una revista llamada Maten al mensajero. El me sugirió que la historia de La Loreta tenía que ser un folletín en entregas mensuales y me incentivó mucho a escribir. Lo presentaba como el primer folletín travesti, como esas cosas ampulosas que ponen los editores porque a veces son verdad, a veces son deseos, a veces son marketing. La cosa es que la historia fue saliendo de manera mensual y todo sucedía de una forma muy bella hasta que la revista cerró por problemas económicos. Entonces quedó pendiente hasta que llegó la pandemia. Ahí la retomo, en el medio de un momento emocional muy trunco: no podía estar con gente, no podía hacer giras, no podía laburar básicamente. A pesar de ser un momento de paralización, me surgió el acto de crear. En la pandemia, o una se moría con la época o empezaba a ver esos pendientes como cosas a seguir, a rever y entonces ahí surgió la posibilidad de terminar el libro.
— ¿Y Pibe Roto?
— En el medio me había atravesado la muerte de El Pibe Roto, poeta y escritor. Yo venía escribiendo sobre ese duelo y nunca pensé que podría ser publicado. La historia la fuí escribiendo junto al Pibe Roto que me contaba su vida, yo escribía y cuando le devolvía un texto, nos ponemos a escribir juntes. Después finalmente Pibe Roto trascendió, anda a saber por dónde anda ahora, en qué cielo le toca estar jugueteando. Cuando sucedió, yo me quedé literalmente muda, hasta que me di cuenta que tenía que seguir escribiendo esta historia, como un exorcismo de duelo. Siento que Pibe Roto quiso que yo sea su memoria y entonces el cuento fue avanzando a partir de preguntarme sobre la naturaleza del duelo, revisar historias personales, mensajes, el recuerdo inmediato de pensamientos compartidos.
— ¿Qué tipo de escritora sos?
— Yo soy una escritora muy sintética. Entiendo que esto a veces para los editores y el mercado tiene una complejidad. La Loreta era una historia muy pequeña y sugirieron un par de modos de avanzar a los cuales yo me negué rotundamente. Bánquense que soy así, que soy sintética y que no voy a escribir para el mercado porque en realidad no soy una escritora para el mercado. En todo caso las travestis hemos construido un mercado porque nosotras vivimos de nuestros libros, vivimos gracias a las personitas que fueron encontrando en esos modos de gestión cultural, una referencia o un nido precioso de cultura para nosotras. Con mi editorial Muchas Nueces crecimos juntos y tenemos esos guiños afectivos de respetar, de entender, inclusive de apoyar y bancar desde donde hacemos todo lo que hacemos.
— En el relato de La Loreta la amistad se funde con el erotismo. ¿Por qué te interesó indagar en esos cruces emocionales que muchas veces se piensan separados?
— Me parece que hay algo que nosotras mismas nos terminamos convenciendo a partir de lo otros suponen que somos, de que nosotras morimos por los chongos. La calle piensa que una está desesperada no solamente por los chongos, sino por los bultos de los chongos y aunque muchas veces sí pasa, esa no es nuestra única pulsión erótica. Existe algo muy erótico en la amistad y sobre todo en ese tipo de amistad que se constituye en los márgenes. Yo he tenido mucho erotismo con mis amigas travas, pero porque hemos compartido movidas sexuales o porque supimos administrar la mirada del mundo sexual sobre nosotras. Tuvimos que aprenderlo, nos pasamos entre todas esa lección para negociar con nuestro cuerpo. Digo, cuando la mujer nos mira mal es porque supone que estamos ahí para robarle el marido, no es una cuestión solamente de lo masculino. Es muy increíble porque hay un mundo que sigue desconociendo el cuerpo travesti pero que fantasea mucho con ese cuerpo. En el medio de todo esto, las amigas nos constituyen también en esa búsqueda de una misma, pero desde el juego, desde el error y el sostén del error. Pensé que estábamos destinadas a estar juntas, pero en realidad estábamos acariciándonos de una manera que el hombre no sabe hacer.
— ¿Cómo es tu proceso de escritura?
— Soy bastante irregular, no tengo un único método. Amo y adoro a la gente que escribe todos los días, como una descarga, como algo ofensivo. Me gusta la música como la gran acompañante de los textos, porque hacen posible que esa historia, que esos personajes, que esa sensación, esos sentimientos, empiecen y terminen con una inmediatez y una urgencia que sólo una canción pueda tener. Funciono muy bien a la hora de escribir a pedido, es algo que me encanta. Yo escribo en la revista Muu todos los meses y pensar en qué andamos como país es un incentivo para la escritura. No tengo un único método y descubrí que capaz que ese es el método, que mi escritura pueda descansar y no tenga obligaciones, porque tengo la música y otras facetas en la que me voy proyectando.

— Podríamos decir que no perteneces al club de les escritores torturades, que sufren por la literatura.
— No. Todos los hechos artísticos en los que estoy son de un gran placer colectivo. Este es un libro colectivo por todo lo que implica ser un libro: desde los dibujos bellos de Male Guerrero, que es también una relectura de lo que una ha escrito, hasta el diseño de Muchas Nueces, que es un trabajo muy lindo, con devoluciones y sugerencias que proponen una nueva capa de creatividad. Es lo mismo que hacer una obra de teatro, es lo mismo que ensayar con una banda. Siempre los procesos son creativos pero tienen que ser colectivos. Hay algo de lo personal que una le aporta esa dimensión colectiva.
— ¿Cuáles fueron les escritores que te sirvieron para formarte como artista, poeta y escritora?
— Principalmente empecé con la poesía que me entregó el teatro cuando arranqué a los 14 años. Desde el teatro empecé a escribir, cantar y ganar herramientas que me formaron como la artista que soy. Después fueron Juan Gelman y Raul González Tuñón los que alimentaron una estricta pasión por lo poético, por el cruce entre lo que es social y lo que es político. Esta idea de querer fusilar al mundo desde arriba de la luna me lo enseñó Tuñón, esa posibilidad de escribir con una carga política, pero sin soltar ni un pedacito de la belleza. Cuando apareció Pedro Lemebel y su escritura marica en mi vida entendí que había un lugar del que no me quería mover. En mi adolescencia me gustaba Osvaldo Soriano, por ser un renegado de la academia. También me gustaba Antonio Benedetti, que lo criticaban por escribir una poesía para adolescentes. Todos esos rechazados me generaban intriga.
— Considero que tus textos pueden ayudar a construir una literatura disidente, trava y sucada. Un lugar para pensar a los libros como un refugio y no tanto como el despliegue de talento individual. ¿Qué pensás al respecto?
— Se nota mucho cuando viajas, porque te lo dicen otras personitas en otras partes del mundo. Hace 10 o 15 años para acá que empezamos a escribir con esa voz propia, desde lo trava y sudaca. Entonces hoy existe un montón de movimiento y belleza que significa un espejo para nuestro territorio. No hablo solamente de lo travesti, nuestro territorio es esa sudaquia donde hay palabras que nos enuncian de una manera distinta a todo ese mundo que sigue siendo tan binario. Yo tengo una frase de un texto que dice así: nos revelamos a la naturaleza, mirá si le vamos a hacer caso al Papa. Entonces mirá si le vamos a hacer caso a todos estos tótems literarios que nos vienen diciendo cómo es escribir, justo a una que anda todo el tiempo discutiendo verdades con su propio cuerpo. Igualmente es importante el diálogo con lo otro, porque en lo otro hay pepitas de oro también, hay seres abiertos y complicidades muy preciosas, pero que necesitan que estemos enteras para poder decir por dónde es, por dónde va nuestra obra literaria, que no es ni mejor ni peor que el resto, pero que es de esta manera, porque en el medio está nuestro cuerpo, nuestra vida. No es ficción, por más que estamos escribiendo literatura.


— Desde el gobierno nacional se ha promovido una campaña de desprestigio hacia la cultura y el arte. En el medio de este contexto tan caótico ¿Sentís que el arte tiene esa potencia para modificar la realidad que estamos atravesando?
— Lo dije todas las veces que pude: siento que la pandemia reveló el fracaso de nuestra democracia, porque lo primero que aceptamos, sin quejarnos, sin poner en discusión fue que el único sector que estaba preparado para cuidarnos era la fuerza de seguridad. Nuestra democracia de derechos humanos, nuestra democracia de 30.000 desaparecidos y desaparecidas no puso en discusión la necesidad de otro modo de pensamiento y de acompañamiento en esa época, donde el arte también tendría que haber estado invitado. ¿Cómo nos podíamos cuidar durante la pandemia? No se trataba solamente de protocolos creados por la ciencia y la política. Era importante que la filosofía, la espiritualidad y el arte fueran disciplinas invitadas al debate de cómo seguimos. Esto reveló el fracaso de un modelo que seguimos repitiendo y que habilita nuevos sistemas dentro de este sistema ya fracasado, que necesita sostenerse e intenta corrernos a este mundo de inteligencia artificial, de frivolidad, de no tener tiempo y de celulares. Suponemos que la creatividad hoy nos la da un botón que nos facilita, indudablemente, muchos mundos, pero que nos saca de ese proceso que es tan personal. Nos saca la posibilidad de encontrar qué queremos decir, qué queremos ser y cómo construimos ese camino para hacerlo. El acompañamiento pedagógico que hace el arte nos constituye para ser mejores personas, mejores amantes, mejores dirigentes y mejores diputados.
— ¿ Qué se necesita para cambiar esta realidad social?
— Yo creo en las urgencias y esta es una época urgente para hablarles a les pibes, a les jóvenes que necesitan de nuestro espejo, porque eso sí lo hicimos con nuestro arte. Nuestra escritura lo que hizo fue espejar, porque nuestra generación no tuvo una trava que escribiera de la manera que sea o que se contará a sí misma. Hoy creo que en el mundo los pibes trans googlean la palabra trans y después de salir toda la basura que también nos dan las redes, podés ver que hay deportistas trans, que hay filosofía trans, que hay arte trans. Esto es muy bello. Esta es una ganancia de nuestro activismo, que vos no te sientas en soledad. Esto es un gran punto de partida logrado por el arte y que a mi me conmueve muchísimo.
Gira Nacional Revuelo Sur y presentación de su novela La Loreta/Pibe Roto:
- En Rosario, 19 de Junio, Presentación del disco Revuelo Sur en la Sala Lavarden 21 de Junio, 20.30 hs.
- 15 y 29 de junio en la Paz Arriba show Hay Palabras, con Liliana Herrero y Susy Shock acompañadas por Pedro Rossi, 20 hs.